La compleja alimentación humana en un contexto económico y político complicado

Necesidades alimentarias y carencias políticas

Sin pan y sin trabajo. Ernesto de la Cárcova, 1894.

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La alimentación es un fenómeno complejo que en una sociedad de mercado depende de los ingresos que puedan obtener las familias para satisfacer sus necesidades. El contexto nacional actual plantea un escenario de alta inflación e ingresos congelados que afectan las posibilidades que las familias tienen de obtener una alimentación nutricional y culturalmente adecuada.

En los últimos años, Argentina ha sido testigo de un debate político, económico y sanitario intenso. Las consecuencias de la pandemia, el contexto económico (inflación, sequía y la guerra en Europa) y la dinámica propia de la sociedad fueron aún más profundamente marcadas por la emergencia de figuras como Javier Milei, cuyas ideas neoliberales han generado tanto fervor como controversia y que lo han llevado a ser hoy el Presidente de los Argentinos.

La historia argentina es una historia de desencuentros, logros y fracasos; una suerte de pulsión agonística parece condicionar las experiencias y elecciones de los habitantes del país. La inflación prácticamente ha sido una constante a lo largo del tiempo y en los últimos 10 años una fuente de preocupación. El gobierno de Macri no pudo contenerla y a la vez generó un endeudamiento récord que condicionó al gobierno de Fernández. El ascenso de Milei despertó expectativas (no puede hablarse de entusiasmo) pese a que su campaña estuvo basada en medidas de privatización y desregulación que ya habían fracasado en el pasado. Las primeras políticas que se implementaron fueron en esa dirección. En este contexto, es crucial examinar cómo se reflejan estas decisiones en aspectos vitales como la alimentación, durante los primeros meses de gobierno.

Para abordar este tema es importante recordar los fundamentos de la alimentación humana. Desde tiempos prehistóricos que se remontan al Pleistoceno, el Homo sapiens y sus ancestros han sido omnívoros, dependiendo de una amplia variedad de fuentes alimenticias para obtener los nutrientes necesarios. La alimentación humana a lo largo de la historia ha sido diversa por necesidad de requerimientos y también del aprovechamiento del medioambiente, buscando siempre un consumo equilibrado entre recursos animales y vegetales; en particular, durante ese período,  con un bajo consumo de grasas y carbohidratos simples.

Todo parece indicar que nuestra especie evolucionó para tener una dieta muy variada y con una alta exigencia física. La idea de que hubo “una dieta paleolítica” es una falacia, ya que existieron múltiples dietas, relacionadas con las opciones que ofrecía el medio y probablemente (aunque no podemos afirmarlo) con preferencias culturales. El uso del fuego comienza al menos hace 1 millón de años, algunos autores lo remontan a 1.9 millones de años, cuando aún no había Homo sapiens, dado que tiene 300 mil años sobre la Tierra. Esta tecnología implicó no sólo hacer más digeribles determinados alimentos como las carnes, sino también poder consumir alimentos que crudos son veneno, como los tubérculos. 

La revolución industrial del siglo XVIII transformó radicalmente la producción de alimentos, aumentando su cantidad de manera exponencial, aunque no necesariamente mejorando su calidad. Este crecimiento productivo, sin embargo, estuvo marcado por deficiencias en términos de inocuidad y salubridad, lo que llevó a la intervención estatal para proteger a la población de riesgos asociados al lucro desmedido de las empresas.

El conflicto principal que se plantea respecto a la industria alimentaria es que su función es la búsqueda del lucro y no la salud de la población. Pero este hecho no puede ser condenado ya que todo el sistema capitalista de empresas tiene como objetivo el lucro. Es necesario entonces que exista un Estado fuerte con capacidad para establecer regulaciones, que contemple las necesidades nutricionales de la población y guíe a las industrias hacia una alimentación saludable y compatible con la cultura de cada región.

En el siglo XXI, a pesar de los avances en técnicas agrícolas que han permitido producir alimentos para una población mundial de 10 mil millones de personas, aún persisten problemas graves en materia de alimentación. Cerca de 1 mil millones de personas sufren de malnutrición por defecto, conocida comúnmente como «hambre», mientras que cerca de 2 mil millones padecen malnutrición por exceso, manifestada en sobrepeso y obesidad.

El ascenso del sobrepeso y la obesidad desde la década de 1970 ha sido alarmante, afectando actualmente a casi el 40% de la población adulta mundial y al 20% de la población infantil. En Argentina, estas cifras son igualmente preocupantes, alcanzando hasta el 30% de la población menor de 19 años. La principal causa de este fenómeno es la malnutrición por exceso, impulsada por el consumo desmedido de grasas y carbohidratos simples, los cuales suelen ser más accesibles debido a las economías de escala en la producción industrial de alimentos. Este patrón de consumo afecta de manera desproporcionada a los grupos sociales más vulnerables, exacerbando la brecha de desigualdad.

Las causas de la alarmante malnutrición, tanto por defecto como por exceso se encuentran básicamente en el acceso, es decir en la posibilidad real que tienen las personas para acceder a una  alimentación sana y acorde a sus criterios culturales. El acceso a los alimentos se basa fundamentalmente en la cantidad de dinero disponible y por lo tanto, dada la desigualdad imperante en el mundo, muchos no pueden comprar lo necesario y otros sólo pueden comprar alimentos de baja calidad nutricional por su bajo precio. 

En este contexto, es crucial analizar cómo las políticas de ajuste pueden impactar en la situación de pobreza y alimentación en Argentina. Si bien las ideas neoliberales suelen enfocarse en la liberalización del mercado y la reducción del intervencionismo estatal, es necesario considerar cómo estas medidas pueden afectar a los sectores más vulnerables de la sociedad, especialmente en lo que respecta a su acceso a alimentos nutritivos y asequibles.

En términos alimentarios la Argentina ha tenido una situación de deterioro notable que comenzó a mediados de los ‘70, con el Rodrigazo y con la Dictadura que se instaló en 1976. Hasta ese momento el patrón alimentario argentino era similar en todos los niveles de ingreso; todos los sectores sociales consumían más o menos las mismas cantidades de carnes, cereales, frutas y verduras, sólo había pequeñas variaciones en cuanto a la calidad. Para la década del 90 ese patrón estaba invertido, los sectores de menores recursos consumían una enorme mayoría de harinas y las carnes y las frutas y las verduras eran patrimonio de los sectores de altos ingresos. Si bien hubo algunas mejoras durante el siglo XXI, lo cierto es que ese país desigual persiste hoy día y, a la luz de las políticas implementadas por el gobierno actual, no pareciera que fuera a revertirse.

Los primeros meses de gobierno de la gestión actual profundizaron la situación de pobreza y es posible que aumente la inseguridad alimentaria, especialmente si no se acompañan de medidas de protección social y políticas de desarrollo inclusivas. La reducción de subsidios, la eliminación de regulaciones y el ancla salarial podrían conducir a aumentos en los precios de los alimentos básicos, dificultando aún más el acceso de los sectores más desfavorecidos a una alimentación adecuada.

De hecho no sólo los precios de los alimentos aumentaron (el IPC acumulado de los primeros tres meses estuvo cerca del 80%) sino que las ventas bajaron un 30%. Esto nos lleva a preguntar si realmente el mercado funciona en base pura y exclusivamente a la oferta y a la demanda (como pregona el gobierno libertario) o es un fenómeno más complejo donde intervienen múltiples factores. Se sabe que los alimentos poseen lo que se conoce como “demanda inelástica”, es decir que es poco sensible a la variación del precio (en este caso debido a la necesidad impostergable de alimentarse), con lo cual una baja en las ventas del orden del 30% implica una tragedia en términos nutricionales.   

En un país productor de alimentos es realmente grave que haya una parte importante de la población que no pueda satisfacer sus necesidades nutricionales y culturales, porque los alimentos son también un vehículo de cultura. Los efectos de las políticas regresivas en términos alimentarios pueden ser de corto y largo plazo; los de corto plazo son relativamente simples de erradicar, pero los de largo plazo suelen tener consecuencias irreversibles. Desde la última dictadura hasta ahora tuvimos un piso de pobreza del 20% que llega hoy día a más del 50%. Nos acostumbramos a tener un país en donde una parte de la población vive bajo la línea de la pobreza y eso es inadmisible.

En conclusión, el debate en torno a las políticas de ajuste y el gobierno neoliberal en Argentina debe ir más allá de las consideraciones puramente económicas y abordar de manera integral su impacto en aspectos fundamentales como la pobreza y la alimentación. Es necesario encontrar un equilibrio entre la búsqueda de eficiencia económica y la protección de los derechos sociales, especialmente en un contexto donde la desigualdad y la inseguridad alimentaria siguen siendo desafíos persistentes.

 

Diego Díaz Córdova es Doctor en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires y docente de grado y posgrado de esa casa de estudios y de la Universidad Nacional de Lanús. Sus áreas de interés son la antropología alimentaria, la antropología de la salud y la metodología de la investigación.

@diegomartindiazcordova

 

Referencias

  • Aguirre, P. (2017). Una historia social de la comida. Lugar Editorial.
  • Arakaki, A. (2011). LA POBREZA EN ARGENTINA 1974-2006. CONSTRUCCIÓN Y ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN. Instituto de Investigaciones Económicas. CEPED. Documentos de trabajo 15
  • CAME. (2024). Las ventas minoristas cayeron 13,7% anual en diciembre y cerraron 2023 con una baja de 3,4%. Informe de Prensa (https://www.redcame.org.ar/novedades/13530/las-ventas-minoristas-cayeron-137-anual-en-diciembre-y-cerraron-2023-con-una-baja-de-34)
  • CEPA. (2023). Evolución de la incidencia de la pobreza y la indigencia en el primer semestre de 2023. N° 315, ISSN 2796-7166.
  • Food and Agriculture Organization of the United Nations. (2017). El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017. FOOD & AGRICULTURE ORG.
  • INDEC. (2024). Índice de precios al consumidor (IPC). Vol 8, Nro 1. ISSN 2545-6725
  • INDEC. (2024). Índice de precios al consumidor (IPC). Vol 8, Nro 30. ISSN  2545-6636