Decía John William Cooke que en un país colonial las oligarquías son las dueñas de los diccionarios. Esta es una razón suficiente, entonces, para dejar en claro la definición de salud que manejamos, dado que detrás de cada concepto, anidan supuestos políticos e ideológicos. También sabemos que en salud la construcción del problema, la planificación, la gestión y la clínica son prácticas políticas.
Vamos a partir entonces de aquella definición que entiende a la salud como la capacidad singular y colectiva para luchar contra las condiciones que limitan la vida. Se trata, entonces, de la capacidad de luchar y de desear cambiar lo que produce sufrimiento. Para eso, es necesario asumir el protagonismo de la propia vida y encontrarse con otros. Para lograrlo es necesario constituirse como sujeto y luchar para que los otros también lo sean.
Hay una enorme estrategia muy bien pensada para convertir a la salud en un campo donde el objeto es el consumo individual y así romper la idea de lo colectivo. El proyecto sanitario del actual gobierno nacional, coherente con su ideología neoliberal, expresa desde el propio Estado esta concepción de la salud como un bien individual, modelo que no garantiza derechos sino que intenta garantizar coberturas, es decir, un paquete mínimo para los pobres.
En el campo de la salud existe una gran diversidad de trabajadores y una gran diversidad de prácticas: asistenciales, preventivas, administrativas, comunitarias, intervenciones, escucha, alivio, cuidados.
El trabajador de la salud produce y hace, pero su producto es difícil de medir porque no se ve. Es un trabajador del conocimiento y del cuidado. Al terminar su día laboral, no podrá decir cuánta salud produjo o cuánto cuidado brindó, solo sabrá del contacto con la persona que atendió, del problema que intentó resolver, del vínculo que creó o no, de las preocupaciones de los sujetos que escuchó, sus miedos, sus relaciones familiares, su temor ante la enfermedad, de su participación en la comunidad, de su vulnerabilidad.
Todas estas experiencias constituyen el capital de nuestros trabajadores a quienes alentaremos a escribir sus historias, a hacerlas públicas y visibles para otros y otras.
En las actuales condiciones, defender el cuidado, valorar las prácticas, reflexionar y construir se vuelve un necesario acto político. El objetivo básico de esta sección será otorgar visibilidad a experiencias de participación comunitaria en salud como expresión del derecho a la salud. Intentaremos mostrar aquellas prácticas singulares que tengan en consideración a los trabajadores como actores y protagonistas ineludibles en el campo sanitario; recuperar las experiencias cotidianas para comprender los procesos salud-enfermedad-atención- cuidado que se producen en las diversas culturas y las diferentes historias grupales.
Necesitamos valorizar y compartir aquellas prácticas que construyan o reconozcan sujetos. Entendemos que no hay salud posible, y no hay vida posible, si no hay sujetos que desean y que desean cambiar cosas. El problema, entonces, no existe sin un sujeto, sin alguien que esté diciendo: “esto que vivo quiero cambiarlo” o “esto que te duele podemos cambiarlo”.
Sabemos que no se construyen con la misma metodología objetos que sujetos. Son metodologías absolutamente contradictorias y estamos convencidos que los métodos de organización, de planificación y de la clínica son esencialmente políticos y por lo tanto, debemos develar su sentido.
· Silvia González ·
Es licenciada en Psicología. Fue directora del Hospital Mira y López y de Radio Nacional Santa Fe. También se desempeñó en el equipo Salud Mental de Santa Fe.
12 julio, 2019 at 3:01 pm
Muchas gracias….muy enriquecedor…es un muy buen material que utilizo para dar un taller en la cárcel