ARBOVIRUS EN ARGENTINA

Abandono y reemergencia

FOTOGRAFÍA: FLICKR/USDAGOV

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La reemergencia de los flavivirus representa una de las problemáticas de salud contemporáneas que más atención demanda. La contribución a la identificación de blancos para la generación de antivirales o al planteo de una estrategia común para la producción de vacunas se encuentra en marcha. Pero el avance está condicionado por las decisiones políticas que implican una desvalorización de la investigación en salud.

La epidemia que acaba de desolar estos centros de población ha adquirido, por la intensidad de sus estragos y acaso por las consecuencias que traería su posible reparación, la importancia de un hecho histórico”. Con esas palabras, el entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento inauguró las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación el 4 de julio de 1871. No fue en marzo, como es habitual, porque -por única vez en su historia- la Ciudad de Buenos Aires se encontraba evacuada a causa de la fiebre amarilla. La epidemia se inició en el norte del país probablemente diseminada por los soldados que participaron en la terrible guerra contra el Paraguay, causando la muerte del 10% de la población de la ciudad. No se puede saber con exactitud la procedencia de los casos dado que el material genético de los virus, que podría dar la respuesta, no se conserva tanto tiempo.

Cuando ocurrió la epidemia no se conocía la existencia de los virus ni la capacidad de los mosquitos de actuar como vectores. Esto se descubrió diez años después, cuando el médico cubano Carlos Finlay lo propuso para la fiebre amarilla, aunque su hipótesis fue descreída por la comunidad durante mucho tiempo. Estos virus que son transmitidos por insectos se denominan arbovirus.

Actualidad de los flavivirus

Emergentes

Los flavivirus componen un grupo de alrededor de ochenta virus, muchos de ellos transmitidos por mosquitos o garrapatas.

Actualmente, más del 50% de la población mundial vive en zonas de riesgo de contagio de enfermedades transmitidas por mosquitos del género Aedes. Además, el aumento de la temperatura global hace crecer poco a poco las zonas donde estos vectores pueden reproducirse.

Particularmente, el virus del dengue causa alrededor de cuatrocientas millones de infecciones por año en el mundo y aún no se desarrollaron antivirales específicos contra esta enfermedad.

Mientras que algunos flavivirus son bien conocidos por la comunidad científica y se sabe con relativa profundidad su biología, otros son apenas estudiados. El caso paradigmático es el virus del Zika, que no llamaba mucho la atención porque registraba alrededor de veinte casos por año y, al no ser considerado de riesgo, pocos grupos de virólogos conocían su existencia. A partir de una única introducción en el norte de Brasil en el año 2014, durante un campeonato de canotaje que reunió a competidores de distintas partes del mundo, pasó a generar millones de casos, con el agravante de ser contagiado, además de a través de la picadura de un mosquito Aedes, por vía sexual, una característica única en los flavivirus. Además, fue confirmada su capacidad de generar malformaciones fetales al replicar activamente en el cerebro en desarrollo. Por otro lado, se registraron síndromes asociados al Zika, como el Síndrome de Guillain-Barré.

Por lo tanto, resulta fundamental controlar permanentemente los posibles brotes de nuevos virus de esta familia, en tanto son genéticamente muy similares a los que actualmente circulan en el planeta. Cabe señalar que resulta muy difícil predecir qué virus son capaces de generar nuevos brotes en humanos, por ese motivo, el monitoreo constante es la única herramienta con la que cuentan los Estados para controlar los brotes.

Reemergentes

Durante el verano de 2018 se registraron alrededor de mil casos de fiebre amarilla en Brasil los cuales produjeron doscientas cincuenta muertes. La reemergencia de fiebre amarilla en el país vecino fue particularmente alarmante porque ocurrió en zonas, como el Estado de San Pablo, donde no se había registrado previamente la circulación del virus , lo que dejó en evidencia la incapacidad de producir vacunas en cantidades suficientes para proteger a todos los habitantes de nuestra región. Téngase en cuenta que la vacuna para el virus de la fiebre amarilla es únicamente producida por el laboratorio francés Sanofi. Como el virus genera una enfermedad muy agresiva en macacos, estos animales sirven como centinelas para la enfermedad. Sin embargo, dado el nivel de alarma que generaron los brotes en la población, los habitantes de regiones afectadas comenzaron a cazarlos por temor al contagio. Afortunadamente, hasta el momento no ocurrió la circulación urbana del virus, solo se registró circulación selvática; caso contrario, se podría haber generado una epidemia de enormes dimensiones.

 

Nuestro trabajo consiste en el estudio de una región específica del genoma del virus. En el año 2006, en nuestro laboratorio se descubrió que, en el caso particular del virus del dengue, esta región cumple un rol central en el proceso de replicación del virus.

 

Desarrollo de vacunas y antivirales

Como se expresó anteriormente, dado el número de casos que genera, el virus del dengue es el más importante a nivel sanitario de los arbovirus transmitidos por mosquitos. El desarrollo de una vacuna contra este virus resulta particularmente complejo, ya que circulan simultáneamente cuatro serotipos distintos en todo el mundo; por ello es necesaria una vacuna tetravalente. Por otro lado, la no protección contra algún serotipo podría aumentar el riesgo de desarrollar las variantes más graves de la enfermedad, por potenciación mediada por anticuerpos. Este último es un mecanismo autoinmune que puede surgir en individuos que hayan tenido una primera infección y sean infectados nuevamente por un serotipo diferente al primero.

En el año 2015, se liberó en varios países la vacuna DenVaxia del laboratorio Sanofi. Esta vacuna promueve una protección relativamente buena para algunos serotipos pero es insuficiente para el serotipo 2 (alrededor del 50%). Por ese motivo, se recomienda solamente en regiones de alta incidencia del virus o donde ocurre cocirculación de varios serotipos. Por otro lado, la frecuencia de aplicación indicada muestra que no se trataría de una vacuna eficiente: el esquema de vacunación implica tres dosis con seis meses de intervalo entre ellas. Existen al momento otros proyectos de vacunas tetravalentes para el virus del dengue, aún en fases de desarrollo.

Respecto al virus de la fiebre amarilla existe una vacuna a partir de un virus atenuado (17D) descubierta en 1936 por Max Theiler que fue obtenida de sucesivos pasajes del virus en cultivos celulares. La vacuna comercializada en la actualidad es prácticamente la misma que en ese entonces.

En cuanto al virus del Zika, dado que se ha descrito un solo serotipo, el desarrollo de la vacuna parece ser más sencillo que el caso del dengue pero, por ser un virus de introducción masiva tan reciente, aún se está experimentando.

Respecto a los antivirales, a pesar de un gran esfuerzo de la comunidad científica para su descubrimiento, aún no existen para ningún flavivirus.

Estado y control

En nuestro país existen varios grupos de investigación que estudian distintos aspectos de la biología de los arbovirus; entre ellos podemos mencionar al Laboratorio de Virus Emergentes de la Universidad de Quilmes y a los Laboratorios de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir y de la Universidad Nacional de San Martín, que se destacan a nivel internacional. Asimismo, el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas dependiente de ANLIS se encarga de monitorear, analizar y centralizar las muestras sospechosas de pacientes posiblemente infectados con arbovirus.

Estado actual de la investigación básica en Argentina

Toda la información que le permite al virus invadir al hospedador, evadir el sistema inmune y llevar a cabo procesos como su replicación y síntesis de sus proteínas se encuentra en su genoma. Nuestro trabajo en el Laboratorio de Virología Molecular consiste en el estudio de una región específica del genoma denominada “región no codificante” debido a que no posee información para la síntesis de proteínas. No fue hasta el año 2006 y en nuestro laboratorio cuando se descubrió que, en el caso particular del virus del dengue, esta región no codificante cumple un rol central en el proceso de replicación del virus dado que permite al genoma adoptar una conformación tridimensional esencial para dar comienzo al ciclo replicativo. Actualmente nuestros esfuerzos se focalizan en extrapolar dicho modelo al resto de los ochenta y dos virus que componen al género flavivirus. La identificación de los elementos de relevancia para el ciclo replicativo que se encuentren conservados en el total de los flavivirus puede contribuir a la identificación de blancos para la generación de antivirales generalistas o al planteo de una estrategia común para la producción de vacunas basadas en virus atenuados. Tomando en cuenta la amenaza latente que impone para nuestra región la emergencia de nuevos virus de esta familia consideramos que este trabajo es fundamental para el desarrollo de barreras farmacológicas para la lucha contra la propagación y emergencia de arbovirus.

 

Una serie de decisiones políticas se traducen en la desprotección y el abandono del Estado frente a las enfermedades transmitidas por insectos.

 

En el proceso del estudio de la regiones no codificantes del genoma del virus del dengue se descubrió que cumplen un rol regulatorio para la replicación viral y poseen un comportamiento diferencial para células de mosquito y humano. Esto quiere decir que se logró identificar regiones del genoma específicas para su replicación en células de mosquito y otras regiones para la replicación en células de mamífero, lo cual podría permitir el desarrollo de herramientas específicas de control de la carga viral para cada hospedador.

Sin embargo, el trabajo científico se ve desvalorizado por una serie de decisiones políticas que se traducen en la desprotección y el abandono del Estado frente a las enfermedades transmitidas por insectos. La acuciante situación del sistema científico nacional se refleja en la continua disminución de la participación de la ciencia en el PBI desde el año 2016, en la reducción de cerca del 50% de los subsidios para investigación y, finalmente, en el cierre del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva.

 

· Franco Marsico y Juan Manuel Carballeda ·

Investigadores del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir.