Descifrando la pobreza
Francisco de Quevedo, tal vez el mejor escritor de habla hispana de todos los tiempos, se preguntaba y se respondía ¿Quién hace qué al hombre aqueje / el desprecio y la tristeza? / La pobreza, en un poema hermoso llamado “Es amarga la verdad”. La pobreza es despreciable, desgraciadamente en todos sus sentidos, provoca tristeza y, con suerte, compasión (mal que le pese a Nietzsche). Un problema de larga data, pero no eterno. Un problema muy complicado, pero no sin solución. Un problema imperdonable en un país con las características del nuestro, pero que puede ser solucionado con voluntad política. Es decir, con la participación de la ciudadanía.
Muchas veces hemos escuchado que el problema de la pobreza es que “pobres hubo siempre”. ¿Qué tan cierto es eso? ¿Tenemos evidencia de cuando surgió la pobreza? Asumir que la pobreza es eterna ¿no significa, en algún sentido, que no puede ser erradicada?. Además ¿a qué se refieren con que siempre existió? ¿Hablamos acaso del homo sapiens? ¿Cómo se puede definir la pobreza? ¿Existe una sola definición? ¿Cómo se mide? ¿Cuál ha sido la trayectoria de la pobreza a lo largo del tiempo en Argentina?
Su origen
El origen de la pobreza puede remontarse al Holoceno temprano, hace al menos 8 mil años. Es a partir de ese momento que la evidencia arqueológica muestra un reparto diferencial de los recursos alimentarios dentro de un grupo humano. Los restos óseos muestran señales de una alimentación diferenciada, donde un grupo pequeño come bien y la mayor parte pasa carencias de nutrientes o micronutrientes. En los casi 300 mil años que posee el Homo sapiens en la tierra es la primera vez que se observa esa diferenciación.
Hace aproximadamente 12 mil años comienza un proceso de desglaciación que va a modificar tanto el clima como el paisaje de todo el planeta. Las consecuencias de este deshielo se van a manifestar en la inundación de muchos litorales marítimos y en un cambio en las condiciones de humedad que van a hacer que donde antes había llanuras con pastos ahora aparecieran densos bosques. Muchos animales van a extinguirse, sobre todo la denominada megafauna, es decir mamíferos de tamaños mayores que los actuales como el mamut, el megaterio, el mastodonte o el gliptodonte, que estaban muy adaptados al clima frío.
El aumento de la densidad demográfica sumado al cambio climático y la desaparición de la megafauna y de determinados ecosistemas forzó a una parte de la población humana a adoptar la agricultura y la ganadería o el pastoreo como modo de producción. Todos los datos parecen indicar que los humanos ya conocían las técnicas de la domesticación de plantas y animales al menos 10 mil años antes (hay evidencia de ciertas prácticas agrícolas hace 20 mil años), pero que no las adoptaron como medio principal de vida debido a sus desventajas.
En general el modo cazador recolector requiere de una baja densidad demográfica y provee sobre todo una enorme variabilidad alimentaria, con alimentos bajos en grasas y con pocos hidratos de carbono. Por el contrario, el modo de producción agrícola provee una gran cantidad de alimentos, pero con muy poca variabilidad y una excesiva dependencia de unos pocos cultivos y de unas pocas especies de animales (aquellos que pudieron ser domesticados). Al adoptar el modo agrícola, una parte de la humanidad cambió calidad por cantidad; evidentemente su adopción no fue una elección libre sino una situación forzada por las circunstancias.
A su vez, la adopción de este modo de producción implicó un cambio en la movilidad, forzando el sedentarismo, ya que tanto los cultivos como los animales deben ser cuidados y por lo tanto es menester afincarse en aldeas (y con el crecimiento demográfico en ciudades). Si bien aumentó la cantidad de alimentos disponibles, también lo hizo la población, por lo que los alimentos se convirtieron en un bien escaso. La forma que encontraron de solucionar este problema de la escasez fue la de la distribución desigual.
Por primera vez en la historia de la humanidad encontramos restos óseos donde quedan marcas de estresores nutricionales i.e. hambre y de diferentes clases sociales, reflejadas en los enterratorios, por ejemplo en los edificios destinados a las clases altas y en las formas ornamentales, así como en la aparición de una Alta Cocina y una Baja Cocina. La distribución desigual llevó a la invención de esa institución nefasta que aún hoy acompaña a la humanidad: la pobreza.
Pobreza estructural y coyuntural
Con el concepto de pobreza sucede que en general todo el mundo sabe a qué nos referimos cuando lo mencionamos, pero nadie puede explicarlo en forma concisa. Sabemos que pobreza implica algún grado de carestía, pero ¿qué tipo de carencia es la que se predica? La definición conceptual y filosófica puede llevarnos a extremos como el de pensar en la pobreza como la falta de adecuación de ciertas necesidades que no pueden asumirse universales. En este sentido no sería pobre quien carece de algo sino quien percibe que carece de algo y si las necesidades se reducen al mínimo y pueden ser satisfechas, entonces no existiría la pobreza. Este debate, que puede ser interesante, no permite obtener una definición concreta, que tal vez no abarque toda la riqueza conceptual, pero que permite actuar sobre la realidad. Es lo que se denomina una definición operativa y esa es la que van a usar los Estados para poder llevar a cabo políticas públicas que la erradiquen o al menos que atenúen sus consecuencias.
En la Argentina el Estado realiza básicamente dos mediciones de la pobreza, una denominada estructural y la otra denominada coyuntural. Estas dos mediciones apuntan a objetivos diferentes y tienen frecuencias de medición que también son diferentes. Pese a estas diferencias ambas son indicadores muy valiosos para la implementación de políticas públicas y es por ello que, pese a los cambios de signo político de los gobiernos, ambas se han mantenido, al menos hasta ahora. Otra ventaja del mantenimiento de ambas mediciones es que permiten establecer comparaciones más o menos rigurosas a lo largo del tiempo.
La pobreza estructural es la que se determina por ciertas características como el hacinamiento, el tipo de vivienda, las condiciones sanitarias, la asistencia escolar y la capacidad de subsistencia del hogar. Es lo que usualmente se denomina NBI, es decir Necesidades Básicas Insatisfechas. Estos datos son tomados durante la realización de los censos, que idealmente se llevan a cabo cada 10 años, por ello es que se concentran en aquellos cambios que impactan a lo largo del tiempo y de ahí su característica estructural.
La pobreza coyuntural es la que se determina en función de una canasta básica (alimentaria y total, que incluye otros consumos como educación, entretenimiento, servicios, etc.) y el índice de precios al consumidor (IPC). Con esta última medición se puede distinguir entre indigencia, aquellos hogares que no alcanzan a cubrir la canasta alimentaria. Y pobreza, como aquellos hogares que no alcanzan a cubrir la canasta total. Estas mediciones se realizan durante la Encuesta Permanente de Hogares que se lleva a cabo todos los años.
Si bien existen otros métodos de medición de la pobreza, lo cierto es que el indicador más usado es el de pobreza medida por IPC y canasta total, probablemente porque dada las características casi constantes de inflación del país, es el más pertinente para observar el fenómeno en un punto en el tiempo y además realizar comparaciones con el pasado. En los medios de comunicación, cuando hablan de pobreza, se refieren a este último indicador, ya que se publica todos los meses.
La historia
Es muy difícil obtener datos históricos sobre pobreza debido a la falta de estadísticas al respecto. Los trabajos que tratan estos temas lo hacen en función de reconstrucciones que nunca son del todo certeras. Por lo que puede saberse, luego de la crisis de 1890, aproximadamente hacia 1896 los salarios empiezan a subir, pero entre 1900 y 1913 se estancaron, al tiempo que subieron los precios de los alimentos. Esto es un indicio de una situación muy desigual, con una pequeña parte de la población que se puede considerar rica y una gran mayoría viviendo al borde de la miseria. En la década del 20 los salarios mejoraron casi 3 veces con respecto a la década anterior y los precios en general se mantuvieron estables o aún bajaron, esto es un indicio de una mejor situación con respecto a las 2 primeras décadas del siglo y una buena manera de refutar con datos esa idea de que la primera década del siglo XX el país era una potencia. En la década del 30 la crisis generó deflación, al tiempo que aumentó la desocupación. Los ingresos se mantuvieron estancados durante el período, alternando bajas y algunas alzas, lo mismo puede decirse del consumo. Se puede inferir que en la década del 30 la pobreza aumentó en relación a la década anterior. Entre la década del 40 y la del 70 la Argentina vivió un boom de consumo, donde aumentó la clase media y disminuyó la desocupación y por lo tanto también disminuyó la pobreza (Rocchi, 2020) .
La pobreza por ingresos en Argentina empezó a ser un verdadero problema a partir de la última dictadura del año 1976. En 1974 la pobreza coyuntural no llegaba al 5% de los hogares, para el año 1982 el número alcanzaba al 21%. Durante los primeros años de la recuperación democrática, los hogares bajo la línea de la pobreza se redujeron al 10%. En los últimos años de la década del 80 y como consecuencia del proceso hiperinflacionario, los hogares pobres vuelven a ubicarse por arriba del 20%, a partir de ese momento ya nunca se bajaría de ese porcentaje.
A finales de la década del 90 el porcentaje de hogares por debajo de la línea de la pobreza se ubica en un 43%. Durante los 10 primeros años del siglo XXI, los hogares pobres se ubican en torno al 20%. Durante los últimos 10 años los índices muestran que la pobreza subió al 30%, con picos de más de 35% durante el gobierno de Macri. La pandemia produjo un nuevo incremento, atenuado en el año 2022, pero que volvería a subir en el año 2023. Si miramos los datos entre 2017 y 2023, podemos ver que la incidencia de la pobreza en la población general pasó del 28.6% en 2017, 27.3% en 2018, 35.4% en 2019, 40.9% en 2020, 40.6% en 2021, 36.5% en 2022 hasta llegar al 40.1% en el 2023 (tomando siempre el 1er trimestre).
El aumento de la pobreza implica que cada vez menos gente puede alcanzar a comprar la canasta total y que cada vez más un mayor porcentaje de gente gasta la mayor parte de sus ingresos en alimentos. Es notable cómo en un país productor de alimentos, los precios para el mercado interno siempre son altos. Este no es un fenómeno nuevo, ya a fines del siglo XIX, los precios del pan en Argentina costaba más caro que en Londres (Alejandro Bunge, “Una nueva Argentina”). Si bien aún no hay datos del INDEC disponibles sobre la pobreza en este primer semestre de 2024, un informe de la Universidad Di Tella indica que creció en los primeros tres meses del año al 51.5% de la población (Di Tella, 2024). Situación esperada y, a juzgar por las medidas implementadas por el gobierno nacional, todo parece indicar que seguirá aumentando al menos por los próximos tres meses.
Diego Díaz Córdova es Doctor en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires y docente de grado y posgrado de esa casa de estudios y de la Universidad Nacional de Lanús. Se interesa por la antropología alimentaria, la antropología de la salud y la metodología de la investigación. Es miembro activo de la Red Argentina de Investigadoras e Investigadores en Salud (RAIIS)
Referencias
- Aguirre, P. (2017). “Una historia social de la comida”, Lugar Editorial
- Bunge, A. (1984). “Una nueva Argentina”, Hyspamérica
- CEPA. (2023). Evolución de la incidencia de la pobreza y la indigencia en el primer semestre de 2023. N° 315, ISSN 2796-7166.
- Universidad Di Tella (2024) “La pobreza trepó a 51,5% en el primer trimestre y alcanza a 24 millones de personas”. https://www.utdt.edu/ver_nota_prensa.php?id_nota_prensa=21960&id_item_menu=6
- INDEC (2003). Acerca del método utilizado para la medición de la pobreza en Argentina. https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/sociedad/pobreza2.pdf
- Quevedo, F. (2021) “Poesía completa”, Castalia Ediciones
- Rocchi, F. (2020) “una expansión desigual. Los cambios en el consumo argentino, desde principios del siglo XX hasta la década de 1940”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, N:53 http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/boletin/article/view/8019/7179