EL CASO DE ROSARIO

Enfermería y el mundo del trabajo

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¿Cuál es la percepción del estudiante y graduado de la carrera de Enfermería en relación a su futuro y expectativas laborales? ¿Cuáles son las condiciones de inserción en el sistema de salud pública? Investigar acerca de estos temas puede arrojar luz en un terreno poco explorado de las prácticas médicas. Aquí, la experiencia de los estudiantes de la Universidad de Rosario.

Es función de la Universidad construir demanda académica respecto de los profesionales que forma. En el caso del Licenciado en Enfermería esto se justifica por dos razones: la necesidad del recurso, su cantidad y mejor distribución; pero también el requisito de que el graduado genere impacto, cambios en la atención. Esto no será posible si las condiciones materiales de desarrollo profesional no se dan, pero tampoco si la cultura académica no se adentra en esa realidad, problematiza y piensa la práctica desde allí. La academia no es ajena al mundo del trabajo. Tampoco lo es al momento de pensar críticamente el sujeto estudiante. Los docentes también comparten un imaginario en el cual la igualdad en el acceso al estudio oculta todas las desigualdades en cuanto a su procedencia y lo único que están obligados a distinguir es la capacidad individual de aprender/aprobar.

Para lograr los objetivos de formación que requiere el sector salud, es indispensable estudiar los aspectos sociológicos tanto en los niveles objetivos como simbólicos no solo en el momento del ingreso a la carrera, sino también fomentando una mirada integral de la forma en que se construyen los itinerarios de profesionalización durante el curso de la carrera y al egreso.

En 2007 se inició una investigación (Micozzi, Chervo, Martinez Salomón, & Godoy, 2010) que tenía como objetivo caracterizar al ingresante a la carrera Licenciatura en Enfermería. El supuesto principal era que este era “diferente” al estudiante promedio de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), el cual había sido estudiado por Moscoloni y otros (Moscoloni & Calvo, 2007) y revelaba que “el estudiante promedio de la UNR, tiene veinte años, no trabaja, y sus padres tienen estudios secundarios completos”. Como resultado pudo decirse que “se trata de mujeres, solteras, de treinta años, de nacionalidad argentina, que trabajan entre veinte y veinticinco horas semanales, en la rama de servicios, en la categoría ocupacional de empleada, que cursaron sus estudios secundarios en colegios públicos (provinciales o municipales), y cuyos padres alcanzaron la escolaridad primaria”.

 

Para lograr los objetivos de formación que requiere el sector salud, es indispensable estudiar los aspectos sociológicos tanto en los niveles objetivos como simbólicos.

 

La condición de ser estudiante trabajador (solo el 24,48% no trabaja) y la escolaridad primaria de los padres (56,41% es el porcentaje acumulado de padres sin estudio, con primario incompleto y completo y si se le sumara secundario incompleto el porcentaje sería de 70,79%) son las características más importantes y que más lo alejan del estudiante “tipo” de la Universidad Nacional de Rosario. A partir de estas características tan distintivas se inició una línea de investigación que se propuso indagar la relación entre Universidad y Trabajo en estudiantes de esta carrera.

Incorporación temprana al mercado de trabajo

Una segunda investigación profundizó la relación estudio-trabajo (Simonetti, Chervo, Ferronato, & Martinez Salomón, 2011). El supuesto era que dicha relación es un fenómeno que se va conformando a lo largo de la carrera universitaria y que el trabajo no es necesariamente el “resultado” de la formación.

Los datos que se obtuvieron permitieron discriminar mejor los grupos pertenecientes al primer ciclo (primero a tercer año) y al segundo (cuarto y quinto año, cuando ya son enfermeros universitarios). En cuanto a las variables sociodemográficas, fueron consistentes con los datos anteriores, con excepción del número de hijos (dato que no había sido explorado en la investigación anterior), y que puso de manifiesto que el 40% de los estudiantes tiene hijos. Estos guarismos son superiores a los hallados en las investigaciones anteriores en donde éste valor era de hasta 9,4 %.

Por ejemplo, supimos que entre los estudiantes del primer ciclo que trabajan (82%), en su mayoría lo hacen como “empleados”, fundamentalmente en el área de servicios. En el 39% de los casos, el principal ingreso monetario corresponde a su salario. En cambio, entre los estudiantes de segundo ciclo, el 94% trabajan, casi la totalidad lo hace como enfermero/a, y el ingreso monetario está constituido por el “salario propio” en el 84% de los casos. Otro indicador de la relación entre estudio y trabajo fueron las horas de estudio y de clases semanales. En este sentido, se halló una media de 18,24 horas semanales de estudio. Esta información también pone en evidencia la escasa disponibilidad de horas que los estudiantes tienen para sus estudios universitarios, lo cual fue calificado por los estudiantes como “inconveniente” en el 57% de los casos. Sin embargo, cuando se les preguntó acerca de la utilidad del trabajo actual para el futuro desempeño, los estudiantes que trabajaban consideraron que les sería útil en un 49,6%.

Al incursionar acerca de la visión prospectiva de la vida laboral, los encuestados percibían medianamente fácil el acceso a la vida profesional ocupacional; esperaban buscar y obtener trabajos en el ámbito de lo público, opinión que abona las representaciones acerca de que en las instituciones públicas el trabajo es mejor remunerado y se encuentra más organizado.

En cuanto a las expectativas de los estudiantes, respecto del ajuste de las ocupaciones a las que acceden los graduados de la carrera, son altas en relación a las posibilidades de formación y aprendizaje en el trabajo y pesimistas en cuanto a nivel de ingreso y posibilidades de promoción (se les preguntaba si iban a cambiar de trabajo o ascender luego de la obtención del título). Otro dato interesante que señaló aquel estudio fue que al interrogar a los recientes graduados sobre cómo son evaluados o percibidos en el mercado laboral, los estudiantes consideraron que se perciben como flexibles y creativos (63,7%); que se los subemplea (62,8%); que se percibe que tienen dificultades para el trabajo en equipo (62,2%), que se les reclama mayor rigurosidad (60,9%) y que se desconfía de la continuidad en los trabajos (60%).

Ese estudio tuvo una segunda fase cualitativa, en la que se trabajó con grupos focales, y cuyo propósito fue “llenar algunas lagunas”, inconsistencias y contradicciones que se habían señalado durante la primera fase. Por ejemplo, al evaluar la dimensión “historia ocupacional”, se vio que había estudiantes en los que la condición de trabajador era anterior a la de estudiante, ya sea por la edad o porque tenían otra profesión (policía, técnica de laboratorio, informático). En ellos se notaba que la preocupación sobre la articulación estudio- trabajo, giraba en torno a cómo “acomodar” las horas de “cursada” a las del trabajo. Se destacaban “las facilidades otorgadas por las cátedras para tal fin”. En el caso de aquellos que se convirtieron en trabajadores siendo estudiantes (la mayoría a partir del segundo año), la mitad lo hicieron en el área salud. La forma de acceso tenía que ver con el “boca a boca” a partir de algún conocido (otro compañero que trabaja en el servicio) que ofrecía sus servicios para el cuidado de “enfermos internados y/o en sus casas”. Los que trabajaban en servicios de salud, lo hacían en “privados” en carácter de “contratados”, “becarios” o “ayudantes”. Hacían el mismo trabajo que el enfermero y les exigían recibirse en un determinado tiempo. Les reconocían el presentismo al cual se les permitía acceder “facilitándole las condiciones (horarios) de cursada” y “compensándolos los fines de semana”. Todos los participantes aspiraban a acceder a un trabajo estable, público, preferentemente en servicios municipales.

La profundización del estudio sobre la condición de trabajador del estudiante de enfermería mostró un mercado “pre–profesional”, conformado por el sector privado, que “contrata” personal de enfermería (estudiantes) en condiciones de precarización laboral. Estos empleadores se presentan como “facilitadores” de la continuidad de los estudios (aunque en algunos casos trabajen hasta 45 horas semanales). Los resultados de estas dos investigaciones advirtieron acerca de la definición clara del tipo de población que constituye nuestro alumnado, y las bajas expectativas en cuanto a empleo y salario.

La conducta reproductiva de los estudiantes parece reforzar la idea de que se trata de un grupo social y económicamente bajo, en coincidencia con lo sugerido indirectamente por los datos personales y las características socioeconómicas de los padres. Estas características materiales definirían un universo simbólico en el que, entre otras cosas, resultaría “aceptable” la inserción laboral en condiciones precarias. Las características socioeconómicas del grupo familiar de procedencia constituyen, entonces, la primera evidencia de la “segmentación profesional”, el primer proceso que define y divide el mercado laboral enfermero. La propensión laboral de los estudiantes en el área parece estar relacionada con la estructuración y composición interna del campo laboral, a la vez que lo refuerza.

 

Los resultados de dos investigaciones de la UNR muestran que los estudiantes de Enfermería tiene bajas expectativas en cuanto a empleo y salario.

 

La hipótesis, que sostiene que los estudiantes precarizados laboralmente naturalizan de tal modo esta situación que generan bajas expectativas como trabajadores, incentivó otra investigación cuyo objeto de estudio fue el propio trabajo enfermero, para poder echar luz sobre las percepciones de los estudiantes que se nutren del imaginario, pero también de la práctica y de los saberes experienciales que ellos mismos tienen por su condición de trabajadores enfermeros.

Estudio del mercado de trabajo enfermero en Rosario

Con el objetivo de indagar las características del empleo, se comenzó con un exploratorio para conocer cuántos trabajadores enfermeros había en la ciudad de Rosario, qué nivel de formación tenían y en qué tipo de efectores trabajaban. No es el objetivo mostrar resultados de la aplicación de una prueba piloto, pero sí compartiré algunas hipótesis:

  • En el estudio exploratorio se vio que la misma fragmentación y heterogeneidad que caracteriza al sistema de salud está presente en el empleo de los trabajadores enfermeros.
  • El Colegio aparece como una fuente confiable de información de todos los profesionales enfermeros que están trabajando en el momento que se pide la información.
  • Los encuestados son todos profesionales (relación 70/30) con deseos de seguir estudiando.
  • Existe un alto grado de colegiación, pero la participación solo pasa por mantener la cuota al día en el 82% de los casos. Lo mismo ocurre con la participación en la Asociación y en el gremio, aunque lo porcentajes disminuyen a 10 y 28% respectivamente.
  • Respecto del trabajo actual, que considera el “primer trabajo”, el 77% tiene cargo (remunerado) de Enfermero Asistencial y prácticamente coincide con la función que cumple (73%). El resto son cargos con jerarquía administrativa.
  • La característica de pertenencia a “planta permanente” coincide con otras características de estabilidad laboral: el 87% expresa que le pagan la jubilación, En cuanto a la obra social, el número de los trabajadores que dicen que su empleador la paga es sesenta y siete.
  • En cuanto al sueldo de bolsillo en este primer empleo (hay dieciséis datos perdidos), se analizó agrupando los datos en tres grupos, el primero en un salario y medio del mínimo vital y móvil (MVM) ; el segundo entre uno y medio y tres y el tercero más de tres. Si bien la mayoría (72%) se ubica en el grupo del medio, el gráfico siguiente muestra que el 42% de ese total se ubica en el tercio menor (entre 12 y $16000).

Gráfico 2. Sueldo de bolsillo del trabajo considerado como “trabajo principal”.

Gráfico 3. Distribución del sueldo de bolsillo en el tramo “medio”.

  • La mayoría trabaja en efectores públicos (60 en el provincial y 37 en el municipal).
  • El 87% trabaja treinta horas semanales en turnos de seis horas diarias. El 13% restante trabaja hasta cuarenta horas. En cuanto al período de trabajo, el 51,5% trabaja en turno rotativo y casi el 33% de lunes a viernes en horario fijo. Casi el 38% manifiesta que trabaja horas extras.
  • Otro 30% declara tener actualmente un segundo trabajo. De un total de veintinueve personas, diecisiete son enfermeros asistenciales, diez son docentes en instituciones educativas y dos son supervisores.
  • Casi el 25% nunca cambió de empleo, el resto lo hizo hasta más de seis veces. Al preguntársele cuánto tiempo estuvo sin trabajar en Enfermería, el 95% contestó “nunca”.

Lo expuesto habla de una profesión con alta empleabilidad pero con características de calidad medias, dados los sueldos y las condiciones de contratación. La capacitación está directamente ligada al tipo de efector. Hay baja afiliación sindical y más baja densidad sindical.

A modo de cierre

Lo expuesto habla de una profesión con alta empleabilidad pero con características de calidad media, dados los sueldos (el 70% cobra dos salarios mínimos) y las condiciones de contratación que son tan heterogéneas como el propio sistema de salud. También se observan indicios de segmentación laboral. El primero es la existencia de distintos niveles de formación y el segundo se relaciona con las características socio económicas de los padres (especialmente ocupación y nivel de escolaridad alcanzada). Hay baja afiliación sindical y más baja densidad sindical.

Las reflexiones acerca el mundo del trabajo son una cita obligada para los universitarios. Es necesaria la construcción de demanda crítica para repensar contenidos, modos, valores y prácticas relacionados con los contextos de ejercicio profesional, y lograr una transformación en sentido emancipatorio. Así, el objeto no será solo el mundo del trabajo y sus características, sino también las subjetividades que se producen y reproducen tanto durante en el proceso de salud-enfermedad-atención, como en el proceso de enseñar y aprender.

 

· María Alejandra Chervo ·

Docente investigadora UNR. Licenciada en Enfermería. Especialista en Metodología de la Investigación. Magíster en Administración de Servicios de Enfermería.