Trabajar en lo emergente cuando pase la emergencia

FOTOGRAFÍA: PRENSA MINISTERIO DE SALUD PBA

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Pese a que las miradas se posan en los hospitales, el primer nivel de atención tiene un papel central en las políticas de cuidado en cada territorio. Se avizora la necesidad de un nuevo pacto entre el Estado y la ciudadanía en el que la salud estatal se volverá indiscutible y los controles sobre el sector privado cada vez más rigurosos.

No voy a abordar directamente el tema de la pandemia. La información es mucha y en esta era global está disponible casi desde que se gestan las ideas. Es la primera vez en años que muchos de los que nos dedicamos a la salud pública no sabemos por dónde empezar a escribir porque ya está casi todo dicho. Nuestro compromiso profesional no nos permite plagiar y la exigencia personal nos dice que si no hay nada nuevo no se puede escribir. Ya se dijo bastante sobre las curvas y los picos, sobre las cuarentenas y las salidas posibles, sobre indicadores sensibles, sobre el dilema uso/no uso de barbijos y sobre el manejo epidemiológico de la situación. Todos somos expertos en disponibilidad de camas de hospital y respiradores, en Argentina y en el mundo.

También hemos reflexionado en todos estos días sobre el papel del Estado frente al mercado y sobre las dicotomías entre capitalismo y socialismo. Ante cada dicotomía algunos plantean integración: integración de lo mejor del socialismo en el capitalismo o lo mejor del capitalismo en el socialismo; integración entre salud y economía; sin salud no hay economía que crezca y sin economía fuerte la salud se debilita o queda en manos del mercado, es decir, se debilita para la mayoría.

Afirmando las reflexiones en el nuevo escenario local, podemos percibir que toda nueva pandemia es política aunque no siempre tiene la gobernabilidad deseada. En ella existen componentes biológicos, ecológicos, económicosociales y otros basados en las respuestas de los sistemas de salud ante tal situación. Todos estos subsumidos a las reglas de la política que fueron delineando los Estados y sistemas de salud en los últimos años.

Podemos percibir que toda nueva pandemia es política, aunque no siempre tiene la gobernabilidad deseada.

El componente biológico sería el nuevo viejo virus mutado que, ante la situación ecológica que estamos viviendo, se cruza con reservorios que en otra época compartían nichos ecológicos diferentes. Similar situación que con la peste bubónica en Europa del medioevo. La convivencia entre ratones y humanos sin estrategias de higiene pública fue el cóctel letal para la propagación de la enfermedad. No podemos pensar lo biológico por fuera de la acción humana y toda acción tiene un sentido, ya nos lo decía Max Weber.

El componente ecológico, también dentro de la acción política, tiene que ver con las condiciones de vida y culturales que hacen que los animales y las personas compartan un mismo nicho. La experiencia indica que las últimas epidemias están asociadas a la industrialización de la cría de animales comestibles por los humanos y no podemos descartar ni afirmar que este no sea el inicio.

Podemos decir que lo personal es político y que cada uno de los nodos causales que nos llevaron a que hoy estemos afrontando una crisis mundial tuvieron puntos de decisión anteriores.

El componente económico social y cultural tiene que ver con que la propagación de la enfermedad es un reflejo de la vida en sociedad y de la situación económica de los países que afrontan la pandemia.

Podemos decir que lo personal es político y que cada uno de los nodos causales que nos llevaron a que hoy estemos afrontando una crisis mundial tuvieron puntos de decisión anteriores. El resultado es este escenario.

Estamos ante el hecho de pensar qué hacer con este nuevo contexto emergente, tanto al nivel de la salud como al nivel del concepto de ciudadanía y la relación entre Estado y sociedad.

Que exista Ministerio de Salud y que los sistemas de salud sean públicos, universales y gratuitos debería ser, a esta altura y mirando las circunstancias, una obviedad. ¿Qué hubiéramos hecho con el modelo de canasta básica? ¿Cuántas muertes causaría negar cobertura de terapia intensiva a toda la población que lo necesite? ¿Y si hubiera copagos? ¿Y si los hospitales públicos tuvieran gestión privada? ¿Y si nos sorprendía sin ministerio?

Para las políticas de salud en el mundo debemos pensar un nuevo pacto. Una nueva/vieja forma de hacer funcionar los sistemas de salud. Asistimos al hecho mundial de que se pueden comprar insumos y tecnología cuando hay emergencia y, a partir de ahora, lo emergente debería orientar el escenario cotidiano de trabajo. Ya sabemos que estamos expuestos a esta y a muchas otras posibles crisis planetarias. Hoy es una pandemia, mañana puede ser una catástrofe ecológica.

Para las políticas de salud en el mundo debemos pensar un nuevo pacto. Una nueva/vieja forma de hacer funcionar los sistemas de salud.

Lo emergente nos marca el camino de nuevas reformas pero debemos integrar en este concepto las emergencias previas. La gente sigue enfermando por otras causas y debe cuidar su salud más allá del virus. Necesitamos insumos y tecnologías para atender el perfil epidemiológico que supimos construir integrando las gripes y neumonías atípicas que nos trae el nuevo panorama global.

Para eso se hace tan necesaria la atención primaria como la hospitalaria y no debemos mirar una sin la otra. Pensar en servicios coordinados desde el primer nivel, en referencia y contrarreferencia, en resolutividad, en una planificación a mediano plazo con instrumentos adecuados para llevarla adelante y una programación detallada que determine el funcionamiento pero que deje lugar para nuevos escenarios. Enfrentar el desafío de las distintas fuentes de financiamiento para pensar, con esas posibilidades, en la coordinación de cuidados, la integralidad, la longitudinalidad y la equidad en el país, la región y el mundo.

El primer nivel de atención sigue siendo más necesario que nunca, ya que da cuenta de un cuidado en el territorio que no se consigue fortaleciendo hospitales.

Pensar que sin hospitales con un margen de seguridad en la disponibilidad de tecnologías no podremos afrontar ninguna otra emergencia. Sin fuerza de trabajo en cantidad y capacitados no tendremos servicios con tecnología disponible para ser usada.

Debemos pensar en un nuevo pacto entre Estado y ciudadanos donde más que aplaudir a los trabajadores de la salud, se los cuide en número y calidad para que puedan trabajar en condiciones saludables. La ciudadanía tiene que tener conciencia de este nuevo escenario y ejercer el control de las políticas que se lleven adelante. Eso implica saber que nadie más puede ir en contra de la salud pública/estatal.

El primer nivel de atención sigue siendo más necesario que nunca, ya que da cuenta de un cuidado en el territorio que no se consigue fortaleciendo hospitales.

Pensar en un modelo donde se valore la gobernanza, la intervención del Estado en la vida de las personas, en tanto sin ella los efectos pueden ser devastadores. Lo podemos apreciar en el caso brasileño: las peleas entre el presidente y su ministro de salud dieron lugar a que cada uno haga lo que le parezca, dejando al país sin conducción alguna.

En este nuevo pacto debería haber una reflexión sobre las nuevas formas de vincularnos entre países, tendiendo siempre al cuidado y la cooperación internacional. El bloqueo económico a países como Cuba y Venezuela y las guerras diseminadas por EE.UU empobrecen a la gran mayoría de la población y aceleran catástrofes ecológicas en todo el planeta.

Es posible que sea el momento de un análisis crítico de la operatividad del Reglamento Sanitario Internacional que ya está a pocos años de cumplir la mayoría de edad.

Pensar que cuidarse uno es cuidar al otro y que no existe meritocracia que no toque el espacio ajeno ni que se haya construido sobre el esfuerzo de un otro, que puede ser un Estado que abrió oportunidades o una red social/familiar que cobijó en el momento necesario.

Pensar en que la industria farmacéutica debe ser controlada. Todos estamos deseando que los tratamientos posibles contra esta pandemia sean en base a medicamentos sin patentes, ya que si surge un medicamento nuevo, eso aumentará desorbitadamente los costos del Estado en materia de salud. ¿Y la nueva vacuna? ¿Cuánto la piensan cobrar si el “mercado” la está demandando imperiosamente?

Es posible que sea el momento de un análisis crítico de la operatividad del Reglamento Sanitario Internacional que ya está a pocos años de cumplir la mayoría de edad.

Pensar en maneras de articulación y control del sector privado. Vimos en las noticias que estarían a disposición de las necesidades del país y al día siguiente dieron marcha atrás. Los hospitales privados no pueden estar ociosos si mueren personas por falta de camas hospitalarias en los servicios estatales. Se debe llegar a una negociación para que esto no suceda más.

Pensar que sin un crecimiento del sector salud, el país no avanza y que sin país que cuide a las personas nunca tendremos salud.

Llegó la hora de trabajar en la emergencia (con los desafíos que emergen) cuando acabe la emergencia.

· Yamila Comes ·

Psicóloga, magíster en Salud Pública y Doctora en Psicología.

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