Hoy se “celebra” en nuestro país el Día del Jubilado/a, fecha conmemorativa que tiene su origen el 20 de septiembre de 1904, cuando se sancionó la primera Ley de Jubilación. Ciento veinte años después, nos encontramos rodeados de titulares que empiezan con jubilaciones y finalizan con represión, en un momento donde el 70% de los jubilados y jubiladas se encuentran por debajo de la línea de la pobreza.
En lo que lleva del año, el gobierno nacional recortó más de un tercio de los medicamentos incluidos en el programa del PAMI conocido como Vivir Mejor. Este ajuste condiciona el acceso a los tratamientos a la capacidad de los jubilados de abonar los copagos en el momento que realizan la compra, que se estima oscilan entre el 20% y el 60% del valor total de los fármacos. Los remedios del programa Vivir Mejor constituyen el 75% de los medicamentos que consumen los jubilados y representan un gasto de bolsillo mensual que oscila entre los 50 mil y 170 mil pesos. Entre los fármacos que dejaron de tener cobertura total, se encuentran antibióticos, antidepresivos y opioides que se utilizan para el tratamiento del dolor, por ejemplo en afecciones como el cáncer.
El recorte realizado sobre el programa se inscribe en un contexto donde más de la mitad de los jubilados del país cobra el haber mínimo de 304.540 pesos, incluyendo el bono. Contexto donde el reciente veto presidencial frenó una reforma al sistema previsional que había sido aprobada por el Congreso Nacional. La cual otorgaba un pequeño incremento de apenas 15.000 pesos. El veto posteriormente fue respaldado por 87 diputados nacionales, a los cuales la Oficina del Presidente decidió calificar como patriotas por “evitar la destrucción del superávit fiscal”. Cabe destacar que para que la casta devenga figura heroica, fue necesario que el presidente incorpore a su mecanismo de toma de decisiones un proceso de negociación y agregación de voluntades, o lo que suele llamarse “el discreto encanto del toma y daca” (Gené, 2020).
La estrategia de encuadrar la intervención en la narrativa oficial, donde cualquier acción que “atente” contra el equilibrio fiscal es considerada casi un acto de traición a la patria, empieza a mostrar signos de debilidad. La última encuesta de opinión pública publicada por la consultora Zuban Córdoba, muestra que más del 71% de los encuestados desaprueba el veto sobre la reforma previsional, al mismo tiempo que casi un 85% manifiesta estar en desacuerdo con la eliminación de la cobertura gratuita de los medicamentos del PAMI. El informe plantea que muchas de las frases dichas por el presidente recientemente, son percibidas por los encuestados como mentiras.
Este es un punto de análisis relativamente novedoso para una figura a la que se le atribuye gran parte del éxito de su campaña presidencial a la credibilidad y la genuinidad percibida por la sociedad sobre su discurso público. Los datos publicados, ¿indican que un sector social ha comenzado a establecer límites respecto hasta dónde y en qué materia considera aceptable políticas de austeridad? ¿La ciudadanía está comunicando qué está dispuesta a perder y qué no, en pos de mantener alguna esperanza que resuelva el gran síntoma de la economía argentina?
Durante el primer semestre, el recorte en materia previsional aportó casi el 30% del total del superávit perseguido por el gobierno nacional. Mientras se erosionan los ingresos, se niega un necesario aunque insuficiente incremento y se reduce el acceso a la salud, al mismo tiempo se flexibiliza el régimen de bienes personales y se modifica el impuesto PAÍS en beneficio de los sectores más privilegiados. Un tipo de populismo que parece no incomodar a la sociedad argentina.
En todo este tiempo hasta la jornada del miércoles, que culminaba con un palacio respaldando al veto, mientras en la calle se reprimía a jubilados e infantes, emerge un interrogante. Una pregunta que realiza Yannis Stavrakakis al analizar la sociedad griega de la deuda: ¿cómo se logra hacer este pasaje sin que se cree un grave malestar y una resistencia incontenible? (Stavrakakis, 2015).
Un discurso sacrificial instaurado por el gobierno parece haber legitimado la cruzada presidencial por el superávit fiscal. Un consenso que justifica el sufrimiento en nombre de un bien mayor, parece naturalizado en diversos sectores de la sociedad. La estructura simbólica que estructura este proceso, se construye a partir de la caracterización que realiza el presidente y sus aliados sobre las políticas de inclusión social aplicadas durante los gobiernos kirchneristas. Son narradas por el discurso libertario como irracionales, demagógicas, populistas, culpables de algún tipo de despilfarro que llevó el país a la decadencia. Bajo esta narrativa, las medidas de ajuste se presentan como el precio inevitable que la sociedad argentina debe pagar para redimirse del ‘pecado populista’.»
Se construye una sociedad que acepta ceder una porción de sí, anclada en la esperanza de un futuro mejor. Pero ¿qué sociedad habitamos que convalida una demanda de libra de carne a los más vulnerables, mientras idolatra a los Galperines de la vida?
El cuadro termina de pintarse con la estigmatización continua de los actores que implementaron aquellas políticas. En el acto de nombrar a los zurdos y/o kirchneristas como culpables de los excesos, le brinda al ciudadano que depositó su confianza en La Libertad Avanza, la tranquilidad de saber que forma parte del club de argentinos de bien, y que como tal, lejos está de ser la casta.
¿Puede la sociedad argentina remediarse de sí misma? Incluso tomando las verdades que emergen de los métodos modernos que parecen conocer ese objeto extraño que es la opinión pública, el rechazo a una medida de gobierno y su correspondiente manifestación en el espacio público no dejan de ubicarse en el registro de lo que Pierre Rosanvallon define como contrademocracia.
Para finalizar, cabe recordar que ningún discurso es infalible. La foto del asado de los patriotas en la residencia presidencial, puede ser un elemento que horade la narrativa oficial, producido por el enunciador mismo. En una época donde prima la mirada, cuidado con generar una versión criolla del “que coman pasteles”.
Referencias:
- Gené, Mariana. 2019. La rosca política. El oficio de los armadores delante y detrás de escena. Buenos Aires: Siglo XXI.
- Sarmiento, Gustavo. (8/9/2024). Tras la quita de descuentos del PAMI, los jubilados ya están dejando de llevarse medicamentos por no poder pagarlos. Tiempo Argentino.
- Stavrakakis, Yannis. 2007. Lacan y lo político. Buenos Aires: Prometeo-UNLP.
- Stavrakakis, Yannis. 2020. El goce político: discurso, psicoanálisis y populismo. Buenos Aires: Pluriverso Ediciones.
Natalia Álvarez es licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Maestranda en Política y Gobierno en la Universidad Nacional de San Martín y estudiante de Abogacía de la Universidad de Buenos Aires.
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