Nos interesa conocer la experiencia del taller de masculinidades. ¿Por qué? ¿Cómo surgió la iniciativa?
Nosotros tenemos un área de Géneros que en un 99% está constituida por compañeras que trabajan muchísimo. No solamente trabajan en capacitación sino que tenemos un área de atención a la víctima, que articula con distintas áreas de gobierno como para poder darle un marco de contención a las compañeras que consultan con determinadas situaciones tanto de violencia laboral, familiar, etc.
Lo que veíamos es que había mucha resistencia por parte de nosotros, los varones, y que nosotros somos los que causamos todo el padecer y el dolor a las compañeras: nosotros somos los que las maltratamos, somos los que hacemos cosas como para que no puedan llegar políticamente, somos los que las violamos, somos los que las asesinamos, hablamos como género, entonces hagámonos cargo de esto y veamos cómo hacemos para tener más herramientas para poder mejorar nuestra calidad de vida y la calidad de vida de nuestras compañeras.
Percibimos que las propuestas que surgen del área de Géneros, por lo general, son sentidos con cierto rechazo por los compañeros porque todo viene en tren de poner al hombre en lugar de victimario, entonces aunque seas un buen padre de familia, un buen compañero, ya arrancas desde un lugar donde sos el malo de la película. Tenemos que hacernos cargo de que sí, nosotros tenemos cultural e históricamente toda esta violencia sobre la mujer y somos muy prehistóricos en esta relación.
Decidimos ver cómo hacemos desde el área de Géneros para abrazar de otra manera y tener más herramientas. Pensamos que en un primer momento el taller tendría que ser solamente de varones para que podamos tener un espacio donde poder sincerar, sin lastimar, pero sincerar para ver cómo podíamos tener un termómetro de qué nos pasaba a nosotros. Tuvimos dudas porque la verdad es que no sabíamos cómo iban a responder los compañeros porque es un sindicato y porque lo masculino acá es todo. Por eso, empezar con un taller de masculinidad para poder plantearnos, con una sinceridad brutal, lo que nos pasa y a partir de ahí empezar a ver cómo incorporar más herramientas que nos den la posibilidad de mejorar la calidad de vida que tenemos todas y todos. Y salió.
En esto de pensar el género o el rol del hombre como algo que no viene dado sino que se construye, que se aprende, ¿Cuál es tu opinión respecto a los roles y las identidades de género dentro del ámbito sindical?
Hay como una aceptación social, pero en la práctica hay muchas diicultades. Yo hace muchos años que estoy en ATE, desde delegado de base hasta llegar a la conducción, y he visto cómo fue cambiando el rol de las compañeras dentro del sindicato. Antes había un rol que era mucho
más complicado por el lugar que se le daba y el lugar que las compañeras ocupaban. Hoy las compañeras tienen otro tipo de apertura, otro tipo de cotidianidad , otro tipo de relación con la tarea, con la política y con los compañeros, es impensado un escenario similar al de hace veinte años atrás. Escuchas a compañeras que te hablan de los momentos más complejos en la vida institucional de nuestro gremio, durante la dictadura militar, cuando en reuniones clandestinas las compañeras cocinaban mientras los hombres hablaban. Hoy nuestras compañeras cocinan como cocinamos nosotros y discuten como discutimos nosotros. ¿Que nos falta? Nos falta un montón.
Respecto a la identidad tenemos compañeros trans que son delegados de sector o delegadas de sector y para nosotros está perfecto y no lo vemos como un problema sino que es parte de la aceptación, no se habla de normalidad porque no hay una normalidad en la elección, es parte del cotidiano y hay que asumirlo que el compañero o la compañera viene con su elección de vida a ocupar un cargo político y a discutir desde ese lugar de igual a igual.
“No alcanza solamente con la decisión política porque después es necesario que los compañeros y las compañeras también puedan madurar la idea en los lugares de trabajo y que nadie se sienta con el derecho, por ser hombre, de ocupar un lugar.”
Todo esto tenemos que profundizarlo porque en lo discursivo todos apoyan las manifestaciones por “NI UNA MENOS”, tienen un casette grabado, pero después, estadísticamente, cuando vos juntas 100 hombres seguramente hay 10 que ejercen violencia de género. Seguramente esos 100 pueden tener un discurso bárbaro respecto de cómo cuidar a las compañeras, de igualdad de género pero en el cotidiano hay 10 que tienen que modiicar conductas.
¿Qué repercusiones tuvo el taller entre los compañeros que participaron? ¿Hubo devoluciones?
Nos sorprendió mucho cómo se desarrolló todo. Porque los compañeros participaban abiertamente, reconocían y reconocimos las diicultades que tenemos, y se generó un encuadre desde el cual pudimos trabajar hasta desde lo corporal. Esto pensado desde un sindicato no lo ves como algo posible de hacer. Y sin embargo salió, y salió bien. Los compañeros se quedaron con ganas de profundizar, y surgió cierto reclamo, “esto de trabajar nosotros está bueno, pero cómo hacemos para ayudar al otro”. Entonces quizás venga un segundo momento para ver qué herramientas tenemos para actuar, pero lo primero es reconocer lo bruto que somos como género y a partir de ahí empezar a modificar en lo cotidiano muchas cosas.
Por ejemplo, si hablamos del cupo, ¿es necesario que haya un cupo? ¿por qué no puede haber un 50% y un 50%? y ¿por qué los hombres nos sentimos menos si no nos tocó a nosotros y le toca a una mujer ocupar el lugar? Todos estos son disparadores para pensarnos, para hacernos cargo, para empezar a discutir con los compañeros que es necesario una reforma estatutaria. Tenemos que hacer obligatorio que entre los primeros tres lugares de cada comisión interna tiene que haber compañeras ocupando los cargos de mayor responsabilidad. Desde el sindicato aceptamos el desafío de empezar a trabajar para que esto suceda.
La mayoría de los compañeros con los que me crucé después del taller, quieren seguir discutiendo, quieren más talleres, quieren más apertura y quieren más herramientas.
Nosotros pensamos que primero tenemos que modificar conductas, está muy bien saber qué hacer con una mujer golpeada el tema es que somos nosotros los que golpeamos a las mujeres, entonces hay que dejar de golpear.
“Cuando podemos internalizar que somos parte del problema, el área de Géneros deja de ser vista como una amenaza.”
Pensando en el proceso de democratización del poder y sus vínculos ¿Cuáles serían los resultados que esperan a partir de la continuidad de este tipo de iniciativas?
Hay que resolver que se pueda constituir el marco de la igualdad. O sea el tema de los cupos es algo a resolver en lo inmediato. Es probable que el sindicalismo no sea permeable a una modificación estatutaria por el 50 % del cupo, además hay lugares en donde tenes muchas mujeres y pocos hombres y lugares donde tenes muchos hombres y pocas mujeres, eso genera determinados obstáculos, pero hay que apuntar a eso.
Si realmente creemos en la igualdad, hay que jugarla. Pero para eso hay que madurar en muchos aspectos y el sindicalismo tiene que ser parte de ese madurar.
Partimos de mucho más atrás, porque tenemos dirigentes sindicales que hace 30 años que ocupan el cargo. En ese sentido, hay que patear todos los tableros y armar todo de nuevo.
“ATE Capital tiene 168 comisiones internas, queremos que cada una tenga su área de Género, que en cada uno de los lugares de trabajo se pueda abordar la violencia, el rol de la mujer.”
Pero no es solo una cuestión de los dirigentes. No alcanza solamente con la decisión política porque después es necesario que los compañeros y las compañeras también puedan madurar la idea en los lugares de trabajo y que nadie se sienta con el derecho, por ser hombre, de ocupar un lugar. A muchos compañeros se les diiculta poder ver a la mujer en el rol sindical. Sobre esto tenemos que seguir trabajando.
¿Te parece que incorporar en el trabajo la mirada de género favorece también a constituir ámbitos laborales más saludables?
Sí, de hecho después del taller las compañeras del área de género decían que los varones pasaban con otra frescura a saludarlas y que después del taller tuvieron otra apertura y otra relación con las compañeras. Cuando podemos internalizar que somos parte del problema, el área de Géneros deja de ser vista como una amenaza. Entonces esta actividad es una herramienta de transformación que hay que profundizar.
¿Cómo se avanza en instalar de manera transversal el trabajo con perspectiva de género?
La idea es este año hacer por lo menos uno o dos talleres más de masculinidad y después hacer un taller abierto con las compañeras, para poder empezar a trabajar con otra dinámica. Lo que nosotros queremos es que el área de Géneros sea parte de cada comisión interna. ATE Capital tiene 168 comisiones internas, queremos que cada una tenga su área de Género, que en cada uno de los lugares de trabajo se pueda abordar la violencia, el rol de la mujer. Entonces ¿cómo seguimos? No puede suceder que se sigan asesinando mujeres, tenemos que buscar cómo fortalecer la formación, tener las herramientas para mejorar la calidad de vida, pero al mismo tiempo no abandonar la pelea contra el neoliberalismo, estamos en un momento de mucha hostilidad de parte del gobierno.
· Daniel Catalano ·
Secretario general de ATE capital