El entramado que constituye el “Sistema de Salud Argentino” estructuralmente contiene la fragmentación y segmentación que derivan de la soberanía provincial, con un sistema nacional sin territorio, y los territorios municipales con responsabilidades muy distintas en cada caso. Además, el sistema público, en algunos casos pensado para todo habitante de nuestra patria y, en otros, para los vecinos y vecinas de cada comunidad, convive con las obras sociales nacionales y provinciales, con las prepagas y con todo el sector privado.
El Ministerio de Salud de la Nación, principalmente, aunque también los provinciales y las secretarías de salud municipales, desarrolla “políticas de salud” para intentar darle planificación y gobernabilidad al sistema. Estas políticas, que muchas veces también son pensadas y financiadas por organismos internacionales, suelen tomar forma de planes y programas. En otras oportunidades se trata de entramados más complejos que involucran legislaciones especiales o áreas integrales. Resulta claro que las políticas sanitarias son herramientas centrales que pueden, o bien ayudar a corregir la fragmentación del sistema que genera inequidad, o por el contrario, potenciarla, especialmente con la implementación de programas verticales, impuestos desde organismos internacionales.
Entonces, ¿estas políticas sanitarias son estrategias para mejorar las condiciones de vida del pueblo? En la década del ́90, las políticas sanitarias fueron mermando para dejar al sistema cada vez más en manos del “mercado”, situación que marcó la incapacidad operativa del Estado para asistir a la enorme demanda sobre el sector público generada en la debacle del 2001/2002. Desde el 2003 fueron reconstruyéndose las políticas públicas en salud, mediante la inversión sostenida, la presencia firme de Estado nacional en los territorios, y, especialmente, el aumento de los trabajadores de la salud. La evolución asimétrica y disímil de cada programa y área, también planteó una paradoja: se avanzó al punto de hacer palpable la necesidad de una reforma profunda de las políticas sanitarias que tiendan a la integración del sistema.
La nueva oleada neoliberal que volvió a juntar a nuestro país con los destinos del mundo, cada vez en manos más concentradas, pareciera poner un particular énfasis en la destrucción, desnaturalización y subejecución de las políticas sanitarias. La menor presencia del Estado prestador, que reduce su rol al de mero financiador, es una excelente oportunidad de negocio para los sectores concentrados de la economía financiera, que aún no está completamente desarrollada en el sector salud en Argentina, a diferencia de lo que se observa en las economías centrales.
Las políticas de presencia territorial de alcance nacional como Médicos Comunitarios, REMEDIAR, el Programa Ampliado de Inmunizaciones, Qunita, Salud Sexual, Operativos Territoriales y tantos otros, se encuentran en jaque o derogados. Como única y principal alternativa se ofrece el pago de un seguro asistencial, llamado Cobertura Universal en Salud (CUS).
Las políticas sanitarias son herramientas centrales que pueden, o bien ayudar a corregir la fragmentación del sistema o por el contrario, potenciarla.
Se abre, entonces, un espacio necesario para el análisis de las políticas públicas en salud, lugar central del desempeño del trabajador del Estado: ¿son siempre positivas las políticas públicas en salud, en tanto búsqueda de mayor equidad y justicia social?; ¿las políticas neoliberales profundizarán la fragmentación e inequidad en el sector salud?; ¿los trabajadores y trabajadoras estatales, y de la salud, podrán defender las conquistas sociales ?; ¿cómo se conseguirá avanzar en la búsqueda de mayor acceso a la salud, mayor equidad y justicia social en plena época de CEOs y ajuste?; ¿cómo se evitan las políticas privatizadoras del derecho a la salud?
Las respuestas a éstos y otros interrogantes las deberemos construir entre todos aquellos que sostenemos que la salud es un derecho que debe ampliarse.
· Nicolás Kreplak ·
Médico clínico. Sanitarista. Docente UBA y UNPAZ. Presidente de la Fundación Soberanía Sanitaria.