Panorama #10

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Lunes 6 de mayo de 2024

Durante 3 días, entre el 2 y el 4 de mayo, cerca de diez mil trabajadoras y trabajadores de la salud, investigadoras e investigadores del campo sanitario, docentes y estudiantes de careras de salud de la provincia de Buenos Aires se reunieron en el Congreso Provincial de Salud para discutir la realidad que comparten, compartir las experiencias y el conocimiento que construyen y construir un sistema de salud un poco menos injusto. El mismo jueves 2, el gobierno cordobés anunció que comenzará a vacunar gratuitamente contra el dengue, llevando a cuatro el número de provincias que adoptan esa política desalentada desde el gobierno nacional junto a Corrientes, Misiones y Salta. El martes, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de ley denominado “Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos” que ya no recibe ningún apodo por parte de la prensa, otorga facultades extraordinarias al poder ejecutivo y restringe los derechos sociales de la mayor parte de la ciudadanía. La totalidad de lxs disputdxs por Córdoba, Corrientes, Misiones y Salta que responden a los oficialismos locales, con la única excepción de la cordobesa Natalia De la Sota, votaron a favor. Una semana antes, el 23 de abril, se publicó en el British Medical Journal, una prestigiosa revista médica del Reino Unido, una nota que denuncia el desmoronamiento del sistema de salud argentino, califica de zombi al Ministerio de Salud de la Nación y describe la forma en que se está desmantelando el sistema científico y tecnológico. Ese artículo no forma parte de una campaña del marxismo cultural sino que describe sin exagerar lo que sucede. 

Por un lado se puede apreciar lo heterogéneo de las situaciones y las políticas sanitarias en diferentes partes del país y la voluntad del gobierno nacional de dedicarse exclusivamente a favorecer algún negocio específico. Por otro, se abren preguntas que tal vez valga la pena hacerse: ¿Qué ventajas y desventajas tiene que la salud no sea una facultad delegada por las provincias al Estado nacional? ¿Qué sucedería si tuviésemos un sistema nacional integrado de salud? ¿Qué grado de autonomía debería tener con respecto al gobierno nacional y a los gobiernos provinciales? ¿Qué rol tendría el movimiento obrero organizado? ¿Cómo se tomarían las decisiones? ¿Cómo se garantizaría la representatividad de los diferentes actores, la democracia interna y la transparencia de los procesos sin generar una maraña burocrática que se vuelva un obstáculo para el acceso?

Toda respuesta rápida merece desconfianza y toda demora en responder merece ser considerada una pérdida de tiempo. Se abre entonces la pregunta sobre la forma de construcción de ese sistema nacional integrado ¿Tendría que ser una ley? ¿Ameritaría ser parte de una reforma constitucional? Si fuera una ley ¿Se pondría en discusión con la población en general antes o después de promulgarse? ¿Cómo se buscarían y se esperarían lograr los apoyos necesarios para aprobarla entre las diferentes fuerzas con representación parlamentaria y las distintas provincias?

Es indispensable responder estas preguntas de la manera más colectiva posible aunque parezca muy lejano el día en que nos toque participar en algún tipo de decisión sobre los destinos de la patria en general y sobre el del sistema de salud argentino en particular. Los tiempos históricos muchas veces se aceleran y siempre es preferible que nos encuentren preparados para asumir la responsabilidad que nos toque, si nos toca.

Es igual de indispensable saber que todas las respuestas que generemos pueden tornarse inválidas en un santiamén. Tal vez aparezca un camino más corto y despejado para llegar a un destino similar al que soñamos o quizás las condiciones materiales sean tan diferentes a las que presuponemos para hacer nuestros cálculos que debamos pensar todo desde el principio. Será fundamental que revisemos entonces qué ideas forman parte de nuestros principios irrenunciables y cuáles son más bien dogmas o prejuicios cristalizados que nos pueden impedir analizar y actuar pragmáticamente. Por último, debemos tener claro que lo que construyamos, aun cuando nuestro camino esté repleto de triunfos, nunca será tal como lo soñamos y está bien. Hay una sentencia de Floreal Ferrara que solemos citar cuando podemos por la incomodidad que genera y nuestra tarea es generar incomodidad: “La salud nunca fue lo que queríamos y nunca será lo que proponemos. Depende de otras razones que de nuestra voluntad, no es un fantasma individual, subjetivo… Se trata de la cuestión política más importante de nuestros países. Tal vez no sea la cuestión política más importante de nuestros países pero es una cuestión política y, como tal, se verá moldeada, deformada, maquillada, esculpida, amasada, votada e impuesta por los sueños de muchas multitudes y por la acción de quienes persistan en luchar por el poder y lo ejerzan con coherencia.”