SALUD BUCAL DEL TRABAJADOR

Otra forma de sujeción social

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El desigual acceso que tienen los trabajadores a una buena contención en salud bucal expresa una problemática que nos invita a reflexionar acerca de las políticas que necesitan ser implementadas para construir un sistema de salud pública más justo y equitativo.

Las enfermedades bucales son un problema de salud pública: la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su Reporte del año 2012, informa que entre el 60% – 90% de los escolares y casi el 100% de los adultos tienen caries dentales en todo el mundo. Se suma además que las enfermedades periodontales graves, que pueden desembocar en la pérdida de dientes, afectan a un 15% – 20% de los adultos de edad media (35-44 años) y que alrededor del 30% de la población mundial con edades comprendidas entre los 65 y los 74 años no tiene dientes naturales.

La caries y la enfermedad periodontal, además de estar clasificadas dentro de las pandemias por los organismos internacionales, son marcadoras de la inequidad y la desigualdad que existe en el acceso a los servicios de salud .

La boca y sus estructuras también forman parte de procesos inmunológicos y nutricionales que participan activamente en la dinámica del proceso salud-enfermedad. Patologías como la diabetes, obesidad, enfermedades gástricas, cardíacas y pulmonares inciden en este proceso de equilibrio, desequilibrio, reequilibrio y comprometen asimismo funciones vitales, como las digestivas, además de aumentar la posibilidad de desencadenar un parto prematuro o niña/o con bajo peso al nacer, entre otras.

El propósito de este artículo es abordar la falta de salud bucal y el complejo acceso que tienen los trabajadores a la atención, y a la vez, el precario impacto que tiene la odontología como disciplina, desde sus esfuerzos fragmentados, en el mantenimiento de la salud bucal de la población laboral activa, entendiéndolo como otra forma de violencia sobre el trabajador, todavía invisibilizada y ausente en los debates de “espacios expertos”, creadores de paradigmas, muy complejos de transformar.

La distribución desigual de experiencias que dañan la salud bucodental no es, en ningún sentido, un fenómeno natural, sino el resultado de la combinación de políticas sociales e intervenciones deficientes, situaciones económicas injustas y falta de decisión política para abordar la problemática. La injusticia social amputa las bocas de la población, abarcando los diferentes grupos etarios y sexos , por lo que la reducción de las inequidades en salud es un imperativo ético.

La importancia de la incorporación de la salud bucal en la evaluación de salud integral del trabajador tiene que ver su realización efectiva en los exámenes de ingreso periódicos y específicos que exige la Ley de Riesgo del Trabajo, y una política activa de prevención y promoción de la salud, de manera de identificar detalladamente los problemas de la cavidad oral y con ello habilitar la implementación de estrategias para un abordaje integral. En este contexto, entendemos que la caries es una afección prevenible, controlable y por lo tanto halla en el proceso de producción y reproducción social, su determinación.

 

La caries y la enfermedad periodontal son marcadoras de la inequidad y la desigualdad que existe en el acceso a los servicios de salud. La injusticia social amputa las bocas de la población.

 

El listado de enfermedades profesionales y su incidencia bucal, según Decreto 658/96, demuestra lo oculta que se encuentra esta problemática y lo intangible que es al Comité Consultivo Permanente donde no se mencionan patologías ni procedimientos diagnósticos para lesiones del componente bucal y su relación con el macizo cráneo-facial, quedando fuera de toda consideración las enfermedades bucodentales de origen laboral. A esto se le suma el hecho de que la formación disciplinar y el modelo de práctica odontológica están atravesados por una observación de la realidad fraccionada lo cual nos impide discutir el problema bucal dentro del contexto social, perdiendo así espacios clave de discusión y de decisión política.

Queda de manifiesto que no todas las formas de violencia, en este caso, hacia el estado de la boca del trabajador, despiertan las mismas alarmas ni en la sociedad, ni en el empresariado, ni generan respuestas desde las políticas públicas (Estado y universidades), sino que se naturalizan e invisibilizan. Desde estos centros formadores existe poca inquietud para desentrañar y buscar la solución de los complejos problemas que afectan al componente bucal y a sus procesos. Esto se visibiliza en la desarticulación entre las entidades responsables de la prestación de atención médica (correspondiente a cada trabajador en relación de dependencia o independiente) con el sistema de salud estatal, que termina realizando esfuerzos fragmentados y de escaso impacto para la problemática bucal, reproduciendo un modelo asistencial, con pautas subordinantes de reparación y de demanda espontánea.

Es imperioso comenzar a percibir las distintas maneras en las que el sistema de salud naturaliza el deterioro de la salud bucal y el desdentamiento que presentan los trabajadores de los sectores menos remunerados y/o precarizados con baja cobertura de las obras sociales o sin ella. Esta situación tiene efectos perdurables y repercute sobre las capacidades y los proyectos de vida de cada persona, ya que impacta en su valoración física y simbólica, restringiendo su autonomía social, educativa, laboral, política y económica. Se entiende por desarrollo de las capacidades a la necesidad de que el individuo o el colectivo cuente con la información y la comprensión para saber cuál es el problema, desde qué contexto se produce, cuáles son los recursos con los que cuenta (materiales, humanos) y, a partir de ahí, poder imaginarse en futuros posibles y viables.

 

La precariedad del empleo incapacita a los trabajadores, que no se sienten empoderados para ejercer el derecho a su salud bucal.

 

La pérdida de elementos dentarios es naturalizada con expresiones del sentido común (“la mala dentadura es herencia de mi familia”, “cada embarazo me costó un diente”, “voy envejeciendo y es normal la perdida de mi dentadura”). Procesos deteriorantes a partir del medioambiente laboral como la exposición a contaminantes químicos o físicos, el estrés, la falta de tiempo o la rotación de turnos son también condiciones que reproducen el modelo que debemos desnaturalizar y acerca del cual debemos reflexionar y debatir.

Hay una clara marca de invasión a los cuerpos de los trabajadores, una “illusio social subordinada”, que ya aceptaron, de una u otra manera, las imposiciones (laborales, económicas, de manera de vivir y de sentido de ser) que los pusieron en situación de desventaja, que se inscribieron en su cuerpo como “una cicatriz” y que se reflejan en la pérdida de elementos dentarios.

La precariedad del empleo, considerada desde las fluctuaciones de la demanda del mercado, la temporalidad de los contratos, los sistemas técnicos de producción, la modificación del tiempo y condiciones de trabajo, la ampliación de funciones y el bajo nivel de los salarios, crea condiciones de inestabilidad, inseguridad e incapacidad para que los trabajadores se sientan empoderados para ejercer los derechos legales en salud, en este caso bucales. Además, el descuido de sus necesidades impide que muchos participen plenamente en sociedad, obstaculizando el ejercicio pleno de ciudadanía, quedando en posición de desigualdad y discriminación en los ámbitos sociales, económicos y políticos, y provocando, a menudo, dificultades para proteger y promover su propia salud física, emocional y mental.

Se grafica, entonces, el gran costo social que sufre la población trabajadora en su boca, desde el modelo disciplinar, con visiones biomédicas y epidemiológicas convencionales y aún hegemónicas, que desarticulan y separan al proceso salud-enfermedad de los procesos sociales y que son la consecuencia de un sostenido modelo asistencial.

La falta de integración en perspectiva de derechos se traduce en la persistencia de situaciones injustas que atraviesan la vida del trabajador. El sector salud no se excluye de esta problemática, atendiendo a la falta de reconocimiento en la importancia de la integración del enfoque de derechos y salud laboral, dentro de las políticas, programas y servicios de salud.

La salud laboral y su abordaje constituyen un hecho político, por lo que debemos intervenir con transformaciones y prácticas concretas para disminuir este flagelo bucal del trabajador, considerando la evaluación bucodental periódica y provocando la orientación de actividades individuales y colectivas, en un sentido que permita la igualdad de oportunidades a pesar de los obstáculos estructurales de carácter económico, social, cultural. Si bien el lugar de trabajo es una fuente importante de riesgos, al mismo tiempo es el lugar idóneo para visualizar estrategias y proteger la salud y el bienestar de los trabajadores.

Todos estos argumentos nos incitan a pasar a la acción e implementar estrategias para promocionar la salud del trabajador de manera integral, dinámica y oportuna, partiendo de la transformación del pensamiento, de la palabra y de una nueva práctica, dentro del contexto que hoy nos convoca.

 

· Estela M. Cenci ·

Odontóloga (Universidad Nacional de Cuyo). Especialista en Salud Social y Comunitaria y en Odontología Preventiva y Social. Miembro de la Comisión de Salud Bucal y Odontología Crítica de la Federación Argentina de Medicina General (FAMG). Miembro del Centro de Estudios de Economía Social y Miembro Asesor del Consejo Social, Universidad Nacional de Cuyo.