La pandemia del COVID-19 deja al descubierto en todo el planeta la necesidad de contar con un Estado presente y un sistema de salud pública articulado, con verdadera rectoría desde un gobierno central que garantice la vida y el cuidado de la salud de toda la población.
En nuestro país, esta crisis sanitaria y socioeconómica sin precedentes se está desarrollando en el contexto de un nuevo gobierno que asumió apenas hace 4 meses y que se ha encontrado con un Estado arrasado, debilitado y un sistema de salud semi desarmado y empobrecido por las políticas neoliberales del gobierno de Cambiemos, las cuales llevaron al desfinanciamiento tanto del subsector público como del de seguridad social y aún del privado.
No obstante, las enérgicas medidas tomadas por el gobierno nacional frente a la emergencia, están logrando torcer el rumbo anterior, recuperando al Ministerio de Salud en su rol organizador de un sistema aún muy fragmentado, pero todavía en pie.
La respuesta del gobierno frente a la pandemia ha sido ser principalmente el garante del derecho a la salud de nuestro pueblo, articulando acciones con todas las áreas y jurisdicciones, con una mirada puesta claramente en los sectores más postergados.
Es conveniente recordar que desde diciembre de 2015 se aplicó en el país un enorme ajuste presupuestario y se degradó el Ministerio de Salud al rango de secretaría.
La situación deficitaria de la enfermería
En los cuatro años de gestión del gobierno de Cambiemos se produjo el achique y vaciamiento de áreas claves vinculadas a la prevención y la promoción de la salud.
Asimismo, se sub ejecutaron las partidas presupuestarias de programas de atención territorial, medicamentos y de fortalecimiento del primer nivel de atención, desarrollando una fuerte precarización de trabajadores y profesionales de la salud en el sector público, que se evidenció claramente en el ya deficitario campo de la enfermería.
Por otra parte, como producto de políticas educativas ejecutadas por el Gobierno nacional y popular hasta el 2015, desde la creación de las carreras de licenciatura en Enfermería, especialmente en las universidades del conurbano bonaerense, la matrícula de los estudiantes había aumentado. Hoy en día es una de las profesiones prioritarias a nivel país, como se estableció en el año 2015 mediante su inclusión en el artículo 43 de la Ley de Educación Superior, pero aún es importante la falta de profesionales y es desigual su distribución en las diferentes jurisdicciones y niveles de atención.
Comparativo fuerza laboral de enfermería en el país
Nivel de formación |
2013 | % | 2014 | % | 2016 | % |
Licenciado/as | 19.729 | 11 | 21.522 | 11,8 | 25.383 | 12,58 |
Enfermero/as | 73.373 | 41 | 78.570 | 43 | 87.172 | 43,19 |
Auxiliares | 86.073 | 48 | 82.278 | 45,2 | 89.274 | 44,23 |
Total | 179.175 | 100 | 182.370 | 100 | 201.829 | 100 |
Fuente: Registro de Profesionales y Calidad de los Servicios de Salud 2016
No obstante el leve incremento del número total de profesionales, en las evaluaciones del Observatorio Federal de Recursos Humanos en Salud se cuentan cerca 23 profesionales de la enfermería (licenciadxs más técnicxs superiores) cada 10 mil habitantes. La Argentina tiene una de las tasas más bajas de licenciados en enfermería por habitante de la región, con cerca de 4,24 cada 10.000 habitantes.
El panorama de la enfermería argentina es sumamente complejo. Aunque cada vez se forman más profesionales y pese a que las universidades nacionales han pasado a estar entre los principales centros educativos en el área, solo una minoría ingresa a trabajar al subsector estatal y el mercado termina beneficiándose al presentar salarios y condiciones laborales más atrayentes.
La Argentina tiene una de las tasas más bajas de licenciados en enfermería por habitante de la región, con cerca de 4,24 cada 10.000 habitantes.
Para fines del año 2020 se habrán jubilado 56.000 enfermeras/os; si se suma la exclusión a la carrera profesional en numerosas jurisdicciones como en el ámbito de la CABA, sin poder asegurar condiciones laborales y de reconocimiento salarial adecuadas, el campo de la enfermería se torna más frágil y sin posibilidades de un ejercicio pleno de la profesión para mejorar la calidad del cuidado, la humanización de las instituciones y la defensa del derecho a la salud de nuestro pueblo.
Las condiciones de medio ambiente de trabajo y la baja remuneración sostienen el problema estructural respecto a la escasez de la fuerza laboral de enfermería a lo largo de todo el territorio nacional, en todos los niveles de atención y los diversos subsistemas de salud. La implementación de políticas verticales y fragmentadas, sin integrar las instancias de gobierno entre las carteras de trabajo, salud y educación, han logrado ciertos avances, pero sin alterar de fondo los problemas estructurales que manifiesta nuestro sistema de salud respecto a la situación de enfermería.
Aunque cada vez se forman más profesionales y pese a que las universidades nacionales han pasado a estar entre los principales centros educativos en el área, solo una minoría ingresa a trabajar al subsector estatal y el mercado termina beneficiándose al presentar salarios y condiciones laborales más atrayentes.
En este momento el déficit de profesionales de la enfermería se pone en evidencia como nunca antes. Hoy enfermeras y enfermeros están en la primera línea del cuidado contra la pandemia junto al resto del equipo de salud.
La emergencia requiere nuevas estructuras hospitalarias, una mayor capacidad instalada para afrontar el reto de la pandemia y una fuerza laboral en salud que pueda estar a la altura.
Esta situación muestra la necesidad de fortalecer el sistema de salud teniendo como guía los modelos basados en una organización de alta intensidad de participación de trabajadores y trabajadoras, a veces llamada mano de obra intensiva. “Esto se plantea en contraposición con sistemas organizados principalmente o solo alrededor de la tecnología, más caros e injustos y con un débil desarrollo del Primer Nivel de Atención. (…) El sistema de salud, sus instituciones, hospitales, centros de salud u oficinas administrativas, son principalmente las personas que lo constituyen. Todo proceso de reforma que se quiera implementar, parcial o sistémico, deberá contar con la transformación de quienes allí trabajan.”
En este momento el déficit de profesionales de la enfermería se pone en evidencia como nunca antes.
El énfasis de los sanitaristas que están organizando el sistema de salud frente a la pandemia, desde los ministerios nacional y provinciales, ha estado puesto claramente en destacar que para llevar adelante una nueva estructura sanitaria se hace necesario incluir a la fuerza de trabajo en enfermería, la cual representa el 60 % de los trabajadores de la salud.
En el marco de esta crisis sin precedentes, que se desarrolla paradójicamente en el año 2020 que ha sido nominado por la OMS como el Año Internacional de la Enfermería y Partería, se hace más que visible la necesidad de impulsar políticas que apunten al fortalecimiento de la Enfermería, lograr su reconocimiento profesional, mejorar sustancialmente sus salarios, hoy muy inequitativos, así como también las condiciones laborales y de medio ambiente de trabajo que permitan brindar un cuidado humanizado, de calidad científico- técnica para nuestro pueblo y su integración activa en todos los equipos de salud comunitarios.
· María Elena Cabrejas ·
Enfermera (UBA) y docente en la Escuela de Enfermería Cecilia Grierson.
4 julio, 2020 at 9:28 am
Excelente felicitaciones💪✌
30 julio, 2020 at 3:56 am
Vamos adelante por una Enfermería con identidad profesional y compromiso social