Yo soy la tierra, madre de la eternidad
Soy pachamama, soy tu verdad
Yo soy el canto, viento de la libertad
Fragmento Vientos del alma, Mercedes Sosa.
En la ciudad de San Salvador de Jujuy se realizó el 37° Encuentro Plurinacional de mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales, intersexuales y no binaries. Este encuentro se realiza por tercera vez en Jujuy tras una elección unánime en la edición anterior en Bariloche, espacio clave que albergó alrededor de 70 mil personas para abordar diversas problemáticas de género.
Las actividades incluyeron más de 100 talleres organizados en 16 ejes temáticos, que abarcaron desde las violencias por motivos de género hasta los derechos de las mujeres y disidencias. Los talleres constituyen el alma del Encuentro, ofrecen un espacio de reflexión y acción donde se construyen nuevas propuestas para avanzar en la igualdad.
Uno de los talleres organizados por el Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra fue el de soberanía alimentaria, realizado el viernes 11 en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Jujuy. Su desarrollo contó con más de 50 personas y asistieron mujeres pertenecientes a la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), MCNI San Juan, Internacionales y La Plata junto a la organización Mujeres de la Tierra y la RED PUNA. El punto de partida fue la necesidad de “hablar acerca de la urgencia de la crisis alimentaria y la gravedad que desde los feminismos no estén discutiendo esta temática”, por lo que se convocó al equipo de la Cátedra Libre de Soberania Alimentaria de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNJu, quienes iniciaron el taller marcando la distinción conceptual entre la soberanía sanitaria y la seguridad alimentaria.
La soberanía alimentaria nos habla sobre el derecho de los pueblos a decidir qué comemos, para quién producimos y quien lo consume. La seguridad alimentaria, como parte del objetivo de la soberanía, es asegurar la alimentación, pero también es necesario discutir cómo producir, las formas sostenibles y culturalmente apropiadas para producir alimentos en manos de las familias campesinas que producen el 60% de los alimentos frescos.
Entre las dificultades para alcanzar la soberanía alimentaria que mencionaron en el taller, encontramos:
- El acceso a la tierra: “no podemos hablar de soberanía sin tierras propias”, y el acceso al agua.
- El mercado dirigido al agronegocio y su paquete tecnológico y de agrotóxicos: “Lxs productores no pueden acceder a los productos que ellos mismos producen. Además, los productos de la soberanía alimentaria son difíciles de acceder, ¿cómo sabemos que lo son realmente?”
- Otro punto que destacaron es el vaciamiento de políticas públicas en el gobierno de Milei: “La guerra del gobierno en contra de los trabajadores y de los sectores más vulnerables donde se encuentran lxs campesinxs, productorxs…”
- El hambre: “lxs campesinxs se están comiendo sus producciones por falta de ingresos”.
Ante el interrogante ¿Por qué los feminismos tienen que sumarse a la lucha por la soberanía alimentaria? La respuesta fue “Nosotras nos sumamos a la lucha por el aborto y hoy en el campo también se puede abortar… Nos sumamos a la lucha y somos promotoras de esta lucha… Nos hemos deconstruido, hemos construido feminismos en nuestras organizaciones”.
Los derechos a la tierra, la propiedad y la vivienda son elementos esenciales para la igualdad, el bienestar y la autonomía económica de las mujeres, sobre todo en las economías rurales (Latfem, 2019). Destacan que “es imperioso que los feminismos se sumen a la lucha por la soberanía alimentaria. Cuando luchamos por la soberanía alimentaria nos enfrentamos al sistema capitalista, racista y patriarcal”. Las mujeres representan en promedio el 43% de la fuerza de trabajo agrícola en los países en desarrollo y son responsables de más de la mitad de la producción de alimentos en el mundo, según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Sin embargo, menos del 20% de quienes poseen tierras a nivel global son mujeres. En América Latina y el Caribe, esa cifra se reduce al 18%. “Las mujeres en el campo nos afecta mucho el avasallamiento de los territorios, los extractivismos que nos quitan la tierra.”
Entre las propuestas para políticas públicas para construir soberanía alimentaria que surgieron del taller, encontramos:
- Pensar en la accesibilidad de la tierra, para poder producir soberanamente los alimentos. Necesitamos una reforma agraria integral y feminista de protección del agua y del acceso a la tierra para mujeres y diversidades.
- Difusión sobre la información de lo que comemos, pero también pensando en quienes acceden a esos alimentos, en cómo todxs podemos acceder a esos alimentos y que los precios bajen, más que todo para los pueblos que sufren de hambre.
- La necesidad de subsidios apoyando las producciones de lxs campesinxs que ayudan a sostener los bosques, la tierra, el agua. No solo producen alimento, sino que producen salud para las personas y la naturaleza.
- Implementar huertas en las ciudades. Sería saludable para la urbe, capacitando a las personas para mostrar los beneficios de tener las huertas en las casas.
Otro de los ejes de discusión que formaron parte del taller rondó en torno a cómo la soberanía alimentaria nos ayuda a construir feminismo. El feminismo viene sacudiendo estructuras, posibilita entender cuáles son los espacios y roles que están presentes en las construcciones y las luchas que ayudan a dar visibilidad a las mujeres en la producción y el trabajo y cuál es el rol dentro de la organización campesina: “Lo que hacemos desde los feminismos campesinos nos muestra como la soberanía alimentaria construye feminismos. Podemos tejer redes entre movimientos, porque no es una competencia sino una cuestión de sinergia”.
Romina Duarte es coordinadora de la Red de Género y Diversidad, integrante de ALAMES Argentina y coordinadora GT Pueblos Indígenas del Observatorio de Justicia Sanitaria y Climática Latinoamérica.
@romiduarte07