Enfermedades como la depresión y el síndrome de burnout son la expresión de una crisis profunda de la libertad. Son un signo patológico de que hoy la libertad se convierte, por diferentes vías, en coacción.
Byung Chul Han
Filósofo y ensayista surcoreano
Actualmente, asistimos a dos fenómenos simultáneos que se están desarrollando a una velocidad inusitada: la reconfiguración y reestructuración del mundo del trabajo y un proceso de restauración neoliberal. En América Latina después de una década de gobiernos democráticos de base popular, estamos ante un proceso de predominio de facciones de derecha. En Argentina, se expresó en la Reforma de la Ley de Riesgos del Trabajo, luego en la Reforma Previsional y continúa con la pretensión de implementar una reforma laboral y avanzar sobre las organizaciones sindicales y sus dirigentes más lúcidos. La profundización del ajuste, la bicicleta financiera y la apertura de importaciones complementan los pilares de esta restauración neoliberal.
Para poder avanzar en las políticas neoliberales los gobiernos de la región se sostienen en un aparato mediático-político-judicial, que aduce al pasado y sus actores la responsabilidad de los problemas socioeconómicos actuales y que recurre a la construcción de una subjetividad colectiva que los acompañe, sostenida en la distorsión deliberada de la realidad: encubrimiento de ciertos datos, parcialización de la información y hechos falsos presentados como verdaderos.
En lo comunicacional somos espectadores de una batalla cultural donde procuran imponernos una realidad desde la denominada posverdad. En palabras del psicoanalista Enrique Carpintero la posverdad “alude a la distancia cada vez mayor entre los discursos de los políticos y los hechos reales que producen, ya que estos últimos influyen menos en la opinión pública que los llamados a la emoción y la creencia personal. (…)Las identificaciones de clase, género y generación se encubren para establecer la fuerza de las identificaciones en las que se está como ganador o perdedor según la lógica del mercado. A los fines de este artículo, nos interesa particularmente ahondar en cómo la posverdad y la desinformación operan sobre la opinión pública en general y sobre los médicos laborales en particular, para la generación de consenso y legitimidad en el avance sobre las conquistas de los trabajadores.
La posverdad y la construcción del sentido común
Un hito importante en la construcción del sentido común que presiona a los trabajadores, y condena el ejercicio legítimo de sus derechos, es un discurso del presidente Mauricio Macri de agosto de 2016 todosy los equiparó con falta de compromiso laboral: “Cada uno desde su lugar ebe entender que cuando no cumple, cuando hace trampa al sistema, cuando fuerza un ausentismo, cuando inventa un juicio, cuando pone un palo en la rueda, está complicándole la vida a todo el resto de la sociedad. (…)Todos tenemos que poner nuestro máximo esfuerzo; no hay manera de que podamos construir el país que soñamos si solo algunos creen que tienen un compromiso y otra parte no.”
En octubre del año siguiente, el presidente profundizó su posición: “Vamos a seguir combatiendo los excesos en la litigiosidad laboral, que se ha convertido en el negocio de unos vivos. La mafia de los juicios laborales es uno de los principales enemigos de la creación de trabajo en nuestro país, por lo que insisto a las provincias a que se adhieran a la nueva ley de ART aprobada este año.” El énfasis se debía a que solo dos distritos, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires, adhirieron a esta ley. En esa misma tónica, en marzo de este año, Mara Bettiol, presidenta de UART (Unión de Aseguradoras de Riesgos del Trabajo) manifestó: «el crecimiento desmedido de la judicialidad se mostró impermeable a todo tipo de mejoras en términos de baja de siniestralidad, aumento de prestaciones y de servicios».
Estas declaraciones son apenas un botón de muestra del modo en que los enunciados alrededor del ausentismo, las adicciones y la litigiosidad (que ponen en peligro el Sistema de Riesgos de Trabajo o, dicho de otro modo, la tasa de ganancia de las ART), son presentados en el discurso oficial -y replicados por los medios de comunicación- como hechos incuestionables. Lejos de ello, se trata de datos descontextualizados que son introyectados en el sentido común de la población, incluyendo a parte importante de los médicos del trabajo. Ya hemos mostrado en el primer número de esta revista su falta de sustento fáctico, no obstante, queremos enfocarnos en una serie de datos que ponen de manifiesto su debilidad argumentativa.
- Ausentismo: Las ausencias laborales imputadas a los trabajadores representan para el período 2014 – 2016 solo el 0,66% de los trabajadores registrados. Apenas 1 de cada 151 trabajadores no concurren a trabajar por causas injustificadas.
- Litigiosidad: 99,13% de los trabajadores afiliados al sistema no le hacen juicio a las ART. En la provincia de Buenos Aires, durante 2015, el índice de judicialización del sistema en relación con la cantidad de afiliados fue del 0,53%. Solo el 16,8% tuvo que recurrir a un juicio para reclamar una reparación justa negada por las ART y las comisiones médicas. Como un reflejo fiel de la actualidad, desde 2015 a la fecha han disminuido las sentencias de los juicios laborales por accidentes y enfermedades laborales (de 6.997 en el último trimestre 2015 a 1650 en el primer trimestre de 2017), aumentando los juicios a la espera de ser tratados.
Esa merma de litigios “es consistente con la nueva normativa que bloquea la capacidad de los trabajadores para demandar a las ART. Pero los datos son imprecisos ya que utilizan como punto de comparación a marzo cuando, para anticiparse a la entrada en vigencia de la legislación, se registró un aumento en las demandas. Las cifras de octubre pasado marcan una retracción en los juicios de 6,5 por ciento frente al mismo mes de 2016. Y, cuando se contrasta el promedio de las demandas iniciadas durante los primeros diez meses de 2017 contra idéntico período un año antes, se observa un incremento del 2,2 por ciento en los juicios durante el primer año de vigencia de la ley. Si, como eligió la SRT se recurre al lapso marzo–octubre, los registros muestran una suba interanual de 0,5 por ciento en 2017”, explica el periodista Tomás Lukin.
A la par, cabe mencionar que el índice de enfermedades profesionales reconocidas continúa disminuyendo. Pasó del 1,47% al 1,30% a fines de 2017, producto del ocultamiento jurídico estadístico basado en la aplicación de los decretos 658/96 y 659/96 y las directivas de la Gerencia Médica de la SRT. Nunca se brinda información sobre los rechazos de las ART y las Comisiones Médicas de la SRT.
La posverdad y el modelo hegemónico en medicina laboral
En momentos de desregulación, de flexibilización, de liberalización del mercado, no hay pautas estables, ni predeterminadas. En esta versión privatizada de la modernidad, lo público necesita ser -y es en efecto- denigrado, llevando a que el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caiga sobre los hombros del individuo, eximiendo entonces a las grandes corporaciones multinacionales, a los grupos empresariales-financieros, a los organismos internacionales y al propio Estado de toda responsabilidad. Es lo que en la década del ´90 denominábamos “culpabilización de las víctimas”.
Algo que caracteriza la actualidad del capitalismo tardío es la indiferencia de un sector de la población hacia la verdad. En la era de la digitalización de los intercambios sociales, los sujetos se aíslan y se comunican con quienes comparten su misma ideología, permaneciendo en lo que se han denominado “burbujas de información”. Los contenidos se viralizan en cuestión de minutos, y la veracidad -o no- de la noticia parece quedar relegada a un segundo plano. Esta indiferencia genera prácticas acríticas funcionales a la restauración neoliberal -y por caso, a los objetivos empresariales y de las ART.
No resultará extraño que señalemos que los objetivos del Mercado se oponen a los valores que la Medicina del Trabajo ha consolidado como pilares éticos de su ejercicio. En el desempeño de un médico del trabajo, más allá de la aplicación de su saber científico-técnico, juegan un papel clave la ideología y el paradigma con los que interpreta su objeto-sujeto de análisis, y la posición política y ética asumida frente al conflicto irreconciliable en la sociedad capitalista entre Capital y Trabajo. No puede justificar su acto profesional en un pedido de la Empresas o de las ART o en los criterios y pautas que le dictan los gerentes, ya que incurre en una falta de ética profesional.
Si bien la disputa ideológica, el conflicto entre paradigmas antagónicos, no es exclusiva de los campos de la Salud y el Trabajo (se está librando en todos los planos, en todos los terrenos y cada vez con mayor intensidad a partir de la restauración neoliberal), es particularmente interesante analizar su aplicación en este ámbito, en tanto funciona como un ejemplo muy claro. En el trabajo del médico laboralista hay dos posiciones frente a las medidas del gobierno y el Estado. Están quienes consciente o inconscientemente se suman y apoyan las medidas económicas que tienden a maximizar las ganancias del gran capital concentrado, multinacional y del sector financiero, quienes aplauden y aplican acríticamente las leyes, decretos de necesidad y urgencia y resoluciones antiobreras, quienes son cómplices de los despidos y quienes asumen y difunden el discurso estigmatizante multiplicado mediáticamente, que plantea como verdadera la imagen de que todos los dirigentes sindicales y trabajadores son corruptos y ventajistas. Por otra parte, constituyen un sector importante los médicos del trabajo, formados en los principios de la prevención, la sensibilidad social y un paradigma renovado de las ciencias de la salud, que tienen una actitud ética frente a los trabajadores, resisten los atropellos cotidiano, acompañan a los trabajadores y apoyan a los sindicatos. Es este sector de médicos del trabajo el que advierte la clara relación entre los problemas de salud-enfermedad-atención, las CyMAT y las condiciones de vida.
El médico del trabajador: ¿trabajador neoliberal?
Aquellos médicos del trabajo, que construyen su imaginario a partir de las convicciones originadas en los argumentos y el paradigma hegemónico en salud, son el ejemplo típico del trabajador neoliberal que describe el filósofo Byung-Chul Han. Son contratados y trabajan para una empresa, para una ART o en las Comisiones Médicas y piensan que no son un sujeto sometido, sino un proyecto libre que constantemente se replantea y se reinventa. Ignoran que se transforman en sujeto del proyecto para quien trabajan, en sujeto neoliberal, y lo hacen acompañados de una sensación de libertad, aunque en efecto adoptan los intereses de su empleador.
El propio proyecto, que en realidad es proyecto de otro (la ART), se muestra como una figura de coacción, incluso como una forma eficiente de subjetivación y de sometimiento. Dice Byung-Chul Han: “El yo como proyecto, que cree haberse liberado de las coacciones externas y de las coerciones ajenas, se somete a coacciones internas y a coerciones propias en forma de una coacción al rendimiento y la optimización. El sujeto neoliberal, como empresario de sí mismo, no es capaz de establecer con los otros relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Entre empresarios no surge una amistad sin fin alguno. El neoliberalismo es un sistema muy eficiente, incluso inteligente, para explotar la libertad. Se explota todo aquello que pertenece a prácticas y formas de libertad, como la emoción, el juego y la comunicación. El neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en empresario. Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa. Cada uno es amo y esclavo en una persona.”
El régimen neoliberal transforma al trabajador – y por lo tanto, al médico laboralista-, en un trabajador bajo su dependencia y lo somete, transforma la explotación ajena en autoexplotación, que lo afecta a él pero también a todos los de su «clase». “La autoexplotación sin clases le es totalmente extraña a Marx. Esta hace imposible la revolución social, que descansa en la distinción entre explotadores y explotados. Y por el aislamiento del sujeto de rendimiento, explotador de sí mismo, no se forma ningún nosotros político con capacidad para una acción común. Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal. No deja que surja resistencia alguna contra el sistema”, añade Byung-Chul Han. Y a esos intereses sirven quienes trabajan profesionalmente desde la Medicina Ocupacional dominante.
FOTOGRAFÍA: RICARDO CÁRCOVA
Hay una construcción en el imaginario colectivo que considera a los profesionales de la Medicina del Trabajo como parte de un grupo homogéneo, pareciendo desconocer las diferencias ideológico-político-éticas que establecen la singular forma de ejercer la profesión. Pero quienes trabajamos al servicio de la salud de los trabajadores debemos insistir desde el paradigma que el Movimiento de la Medicina Social Latinoamericana ha venido construyendo desde comienzos de la década del ‘70 del siglo pasado. Fundamentalmente, debemos dar una batalla científico-política para deconstruir este sentido común que viene de la mano de la restructuración neoliberal. Aunque en extremo valiosas, debemos ir más allá de las buenas intenciones que algunos médicos o médicas del trabajo podamos tener y avanzar en una iniciativa colectiva.
Perspectiva contrahegemónica en medicina laboral
La posición de la medicina laboral tradicional y su consideración de las consecuencias del trabajo sobre la salud como un fenómeno individual fue advertida por Juan César García, en un artículo titulado “La categoría trabajo en medicina”(1982). La simplificación de los efectos del trabajo en el proceso salud-enfermedad, circunscribiéndolos a los producidos en ocasión de disminución o pérdida del ingreso, subestima el modo en que los engranajes de la gran máquina de producción capitalista operan sobre la salud del trabajador. Para la Medicina del Trabajo tradicional, la enfermedad se presenta en la superficie de la sociedad, como resultado de la competencia entre capitales. Pero el mejoramiento de las condiciones de trabajo, que puede ocurrir como resultado de la lucha del movimiento obrero organizado, si bien disminuye la patología relacionada con estas condiciones, no hace desaparecer las que resultan del proceso mismo del trabajo en el mundo capitalista.
En la actualidad, cada vez se extiende más la introducción de la informática, la robótica, las nuevas tecnologías y el denominado trabajo inmaterial, en el que el trabajador aporta su capital intelectual y su sociabilidad. Se le pide al trabajador que tome decisiones; “sea creativo; sea autónomo; tenga iniciativa; adáptese a los cambios, sobre todo; anticípese a los problemas; sea imaginativo”. A la par, las transformaciones del modo de producción postfordista (producción flexible, alargamiento de la jornada de trabajo, difusión territorial del trabajo, etc.) han puesto de relieve múltiples exigencias derivadas de los cambios productivos, que modifican la tradición respecto a los estudios sobre el trabajo y la salud, propiciando que deban ser consideradas como elementos fundamentales de las Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (CyMAT) a nivel internacional.
La reestructuración industrial y la emergencia de un nuevo régimen globalizado de acumulación pueden -y deben- ser pensados como procesos contradictorios, en los que las contradicciones no son las de un pasado de homogeneidades fabriles, sino que se plasman en las nuevas formas de explotación y de composición técnica del trabajo y en las nuevas luchas de los trabajadores, en particular, por mejores condiciones de trabajo y de salud. Como señala, Mariano Noriega, referente en la construcción de un pensamiento contrahegemónico en salud de los trabajadores: “Ahora, el centro de la discusión está en los procesos determinantes de la salud de los trabajadores. (…) En este sentido, se plantea desde otra óptica la relación entre las condiciones objetivas y subjetivas en el trabajo. Se dice, a diferencia de la visión de la salud ocupacional tradicional, que las condiciones objetivas: contenido y control del trabajo y estresores laborales generan estrés, pero que las respuestas a este se modifican por características individuales (…) Estas características individuales, se precisa, también son moduladas por un sistema de soportes sociales. La interacción de todas estas influencias determina el impacto total en la salud, bienestar y eficiencia de cada persona. Y donde el trabajo es la influencia más poderosa.”
Desde esta perspectiva teórica se está desarrollando una práctica contrahegemónica en salud de los trabajadores, que desde comienzo de los años ‘90 viene librando importantes batallas en los campos académicos, sindicales, políticos, legislativos. Ha conseguido en determinadas circunstancias desarrollar programas, servicios y sistemas en salud de los trabajadores que defienden, cuidan, protegen y previenen los accidentes de trabajo y las enfermedades y, fundamentalmente, acompañan a los trabajadores y sus organizaciones en el camino de la liberación de la explotación.
LA SALUD DE LOS TRABAJADORES EN EL CONTEXTO NEOLIBERALFOTOGRAFÍA: FERNANDO LÓPEZ “Uno de los principales problemas de la teoría y práctica de la salud de los trabajadores ha sido la dificultad en encontrar la relación causa-efecto, en la perspectiva de diferenciar los procesos mórbidos debidos al trabajo de los denominados generales. No se debe olvidar que la población laboral se encuentra expuesta de manera simultánea a una diversidad de condiciones que interactúan y modelan una forma especial de compromiso de la salud. En unos casos serán los ámbitos de la vida extralaboral los que predominan, ocasionando las denominadas enfermedades generales y, en otros, serán las condiciones de trabajo las hegemónicas en la génesis de las denominadas enfermedades del trabajo y demás alteraciones a la salud. En la mayoría de los problemas de salud interactúan las particularidades de las condiciones de trabajo y las condiciones de vida, por ello es importante siempre tener presente las relaciones entre estas dos dimensiones”, explica el experto en salud ocupacional Oscar Betancourt. La dificultad en la relación causa-efecto a la que refiere Betancourt es especialmente ostensible cuando se trata de afecciones mentales. El trabajador debe demostrar, ante las Comisiones Médicas de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, lo difícilmente demostrable: los nexos de causalidad y determinación entre su padecimiento mental y su trabajo. La discusión de la causalidad y determinación del trabajo en relación con el proceso salud-enfermedad-atención (y reparación, añadiríamos nosotros), en sus niveles individual y colectivo, adquiere hoy una centralidad que excede al campo académico-científico para penetrar en lo político y esencialmente en lo jurídico-económico. En el contexto actual, con el surgimiento de nuevas patologías que afectan cada vez a más trabajadores, como el burnout (síndrome del desgaste profesional), mobbing (acoso laboral) o karoshi (muerte por exceso de trabajo, fenómeno social en Japón), e incluso de situaciones extremas como la ola de suicidios por motivos laborales durante los últimos años en Francia, y otros países capitalistas desarrollados, los padecimientos de salud mental se han convertido en una problemática prioritaria de salud laboral. Sin embargo, la Medicina del Trabajo, y una parte significativa de los médicos y las instituciones que los agrupan, parecen ignorar esta realidad. Más aún, siguen sosteniendo la neutralidad de la disciplina y del trabajo médico, como si pudieran permanecer ajenos tanto a lo esencial de la relación capital-trabajo como a las condiciones económicas, legales y técnicas en las cuales desempeñan su labor. |
· Jorge Kohen ·
Es investigador del Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario, Director de la Carrera de Especialización en Medicina del Trabajo y Secretario de Extensión Universitaria de la Facultad de Ciencias Médicas y Profesor Adjunto en la Facultad de Psicología de esa misma casa de altos estudios.