Apostar a la ciencia

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Reconocido en el mundo de la medicina por sus descubrimientos en materia de lucha contra el cáncer, después de décadas de trabajo cientíico en el sistema público argentino, Rabinovich repasa, en una charla en su oficina ubicada en el predio del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME), su paso por la universidad pública, el rol del investigador, la pasión y el compromiso por mejorarle la vida a la gente.

¿Qué es ser un investigador?

Hoy en día el concepto de investigador es muy amplio. Existen muchos tipos de investigadores. Los que quieren resolver problemas cotidianos y toman para eso conceptos de la ciencia básica, y otros que les interesa hacer una ciencia un poco más disruptiva en el sentido de contribuir con conceptos nuevos, la curiosidad por el universo y por las preguntas más fundamentales, que en el futuro van a contribuir seguramente a proyectos de ciencia aplicada.

Pero fundamentalmente, y con independencia de los tipos de investigadores, más pragmáticos otros más asociados a abordar conceptos fundamentales, el punto en común que creo que tiene que tener la ciencia y los investigadores son el compromiso y la pasión. Me parece que en un mundo donde esas dos palabras están un poco perdidas y olvidadas, la responsabilidad que tenemos de hacer ciencia, para poder comprender nuestra existencia, cambiar los paradigmas del conocimiento pero también como oportunidad para superarnos, evolucionar y mejorar nuestra vida y de las futuras generaciones en el planeta, demandan un compromiso muy grande de honestidad, de ética y también de una comprensión de las necesidades sociales. Tenemos que nutrirnos de lo que la gente necesita, tener mayor compromiso social.

Creo que hoy en día el cientíico es una persona que sale mucho más de su lugar tradicional de trabajo, antes estaba muy metido en sí mismo tratando de resolver preguntas. Pero especialmente en medicina y bioquímica, que es en lo que yo trabajo, las preguntas que deben alimentar nuestra investigación son aquéllas que impactan en los pacientes. Es importante tener un “feedback” constante, que vaya desde la mesada hasta la clínica y desde la clínica hasta la mesada de nuevo. Siempre basadas en una comprensión acabada de los mecanismos biológicos asociados. Es necesaria esta retroalimentación constante teniendo al paciente como foco, pero probablemente, aun así, las respuestas que uno busca no sean encontradas a corto plazo. Para mí la verdadera ciencia da respuestas más a largo plazo. El cortoplacismo genera que la ciencia siempre esté cuestionada.

Es importante hacer ciencia al ritmo necesario, como para poder conirmar sólidamente los hallazgos y que otros cientíicos en el mundo también puedan conirmarlos. Para mí ésta es una de las cosas más importantes que te pueden pasar como cientíico, que vos puedas hacer un experimento y que éste luego pueda ser reproducible.  Especialmente hoy en día que existe una gran crisis de reproducibilidad de resultados. La única forma de llegar en forma rigurosa a un nuevo fármaco, una droga, a un medicamento, a un anticuerpo monoclonal, a una proteína recombinante es estar seguros del mecanismo molecular a través del cual funciona, y que, además, no solamente lo hayas visto vos o tu grupo, sino que también lo hayan visto otros grupos independientes en el mundo.

Sos bioquímico egresado de la  Universidad Nacional de Córdoba y también hiciste el doctorado allí. Además, desarrollaste todo tu trabajo dentro de la universidad pública, estás en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Con toda esta trayectoria que tenés ¿cuál es la valoración que haces sobre la universidad pública?

Nunca tuve ninguna duda sobre que yo quería hacer mi carrera tanto de grado como de doctorado en la universidad pública. A mí básicamente me parece que es la mejor opción porque la universidad pública, gratuita, laica, tiene la posibilidad de abarcar a toda la población, con la diversidad que esto implica, y esto abre muchísimo el abanico de posibilidades de crecer, de comprender el mundo y de aportar.

Realmente creo que todos tienen que tener la posibilidad de estudiar. Me parece que no debe existir ninguna sectorización, que la riqueza para poder hacer ciencia está justamente en la diversidad.

Cuando no hay pluralismo de ideas y diversidad se restringe mucho la posibilidad de investigar de una forma amplia. En este sentido, siempre me sentí muy cómodo, ni hablar de lo que me abrió la cabeza conocer gente de tantos lugares diferentes, creo que mi carrera hubiera sido completamente distinta si no hubiese tomado este camino.

“Hacer ciencia para mejorar nuestra vida y la de las futuras generaciones, demanda un compromiso muy grande de honestidad, de ética y comprensión de las necesidades sociales. Nutrirnos de lo que la gente necesita, tener mayor compromiso social.”

 

Sabemos que muchos de los científicos argentinos que son reconocidos internacionalmente como vos decidieron desarrollar su carrera profesional en el exterior, ¿cuáles son los motivos por los cuales elegiste quedarte en Argentina?

Yo siempre he realizado pasantías, cursos, intentando estar un tiempo afuera. Tengo muy buena relación con colegas de otros países, pero la verdad es que me siento muy bien cuando un descubrimiento surge acá en mi país con recursos humanos nuestros. Cada logro que tuvimos en Argentina siento que tiene como doble valor. Si estos mismo logros y estas mismas publicaciones que logramos acá las hubiese tenido en otros instituto donde me ofrecieron posiciones, no me hubiera dado las mismas satisfacciones Yo soy fruto de la universidad pública, estoy contento y muy orgulloso de poder decir esto. Todo este trabajo que desarrollamos ha trascendido muchos gobiernos. Yo siento un gran compromiso para con la gente que vive en mi país. Por supuesto que estamos investigado sobre temas mundiales, como son el cáncer y las enfermedades autoinmunes, con lo cual, deseamos que también pueda impactar en la salud mundial. Pero, como decía Houssay, “la ciencia es mundial pero el científico es de su país”.

“La verdadera ciencia da respuestas más a largo plazo. El cortoplacismo genera que la ciencia siempre esté cuestionada.”

 

¿Qué cosas se mantuvieron y cuáles fueron cambiando en las condiciones para hacer ciencia en nuestro país a lo largo de todos estos años de trabajo?

Creo que no hay duda de la tradición cientíica que tiene la Argentina. La ciencia y la formación académica que tienen los cientíicos de acá es reconocida mundialmente desde la época de los premios Nobel, en muchos temas. A mí me da mucho orgullo cuando viajo y escucho hablar de mis colegas. Escuchar lo bien que trabaja esta persona en plantas, aquella persona en dengue, en biología molecular, en glicobiología, en nanotecnología, etc. A veces trato de salir de mis temas porque los cientíicos queremos hablar siempre de lo que estamos trabajando, de nuestras temáticas, porque entre otras cosas somos muy apasionados, pero me da muchísimo orgullo saber que hay tanta creatividad acá en nuestro país y en Latinoamérica en general.

Un cambio que siento es que con el tiempo se fue adquiriendo el respeto de la sociedad por el cientíico. Eso es lo que espero que no se pierda cuando aparecen esos focos, como a ines del año pasado por el conlicto de las becas del CONICET, que intentan subestimar el trabajo cientíico.

Siempre planteo lo mismo: es imposible lograr un descubrimiento con utilidad si no se ha investigado en forma rigurosa un fenómeno desde lo más básico y esencial. Las preguntas tienen que ser arriesgadas y salir de la zona de confort para responderlas con todas las técnicas posibles, salir del laboratorio, colaborar, generar lazos con otros laboratorios, arriesgarse. Los cientíicos argentinos tenemos esa tradición justamente ahí, en poder construir ciencia paso por paso. Hemos construido ladrillo por ladrillo y eso ha permitido que muchos investigadores en el mundo puedan construir hipótesis nuevas sobre la base de las nuestras. O sea, hay mucha solidez en nuestra ciencia básica y por esto los cientíicos del mundo respetan la ciencia argentina.

Entonces lo que nos falta un poco es valorarnos entre nosotros. Me parece que inclusive en la comunidad cientíica, que en sí misma somos tan pocos, lo que tenemos que hacer es cuidarnos un poquito más, independientemente de las distintas ideologías que podamos tener.

¿Cómo caracterizarías la actual etapa de tu trabajo?

Estamos trabajando en conjunto con el CONICET, con la dirección de vinculación tecnológica y con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva para encontrar la mejor forma de transferir  nuestros resultados a la clínica. Lo que hicimos fue generar anticuerpos monoclonales neutralizantes de la proteína que estamos investigando en cáncer y estamos también viendo la mejor forma de vehiculización de esta molécula para el tratamiento de enfermedades autoinmunes. Básicamente la idea es que con las patentes que presentamos, el CONICET pueda liderar la mejor forma de llegar a los pacientes a través del licenciamiento de las mismas.

Hay propuestas que estamos analizando. Haber llegado a esta transición, justamente en este momento tan particular para la inmunoterapia que ha revolucionado con el descubrimiento de ciertos mecanismos propios que tiene el cáncer el tratamiento para esta enfermedad.

Justamente estamos organizando un simposio en la facultad que se va a llamar “la revolución de la inmunoterapia en el tratamiento del cáncer”.

“Lo que nos falta un poco es valorarnos entre nosotros. Me parece que inclusive en la comunidad cientíica, que en sí misma somos tan pocos, lo que tenemos que hacer es cuidarnos un poquito más, independientemente de las ideologías.”

 

Vamos a traer a muchos investigadores de diferentes países porque nosotros encontramos un mecanismo especíico pero otros investigadores, en otros países, han encontrado otros mecanismos que han llevado a tratamientos muy exitosos en cáncer. En este sentido, los tumores tiene una gran variedad de armas para defenderse y hasta ahora vamos identiicando solamente algunas y la idea sería que en el futuro podamos decir “este paciente tiene este arma en particular, aquel paciente tiene aquella otra…” Y tenemos forma de neutralizarlas, de contraatacar para estimular el sistema inmune y mejorar la calidad de vida de los pacientes. A lo que nos acercamos, de esta manera, es a la medicina de precisión, que aunque muchos crean que va a ser más cara, en realidad va a ser más barata. Va a permitir tratar al paciente a partir del tumor que éste tiene y no a partir de un algoritmo matemático que dice: “todo paciente tiene que ser tratado con una terapia general, universal”. Nosotros creemos en las combinaciones de distintos fármacos o estrategias terapéuticas de acuerdo a la resistencia que ofrezca un determinado tumor a cada tratamiento individual. Y en ese sentido lo que aportamos son anticuerpos monoclonales que reconocen la molécula que describimos y que pueden ayudar a ese paciente con ese tumor que expresa esa molécula o sus ligandos. Es un diagnóstico más preciso. De alguna manera un mismo tumor, en su propia historia, puede adquirir distintos mecanismos de escape inmunológico.

¿Cuáles son los pasos en el proceso desde que uno empieza con la investigación básica y descubre determinada cosa importante hasta que se empiezan a desarrollar insumos estratégicos como los medicamentos?

Como ya lo mencioné el camino desde una determinada idea hasta su transferencia es largo y debe respetarse a los ines de que dicha transferencia tecnológica sea sólida y rigurosa. El tiempo, el periodo en el cual uno decide hacer el Brainstorming, que tiene la idea, que se van haciendo los experimentos y que son reproducibles (conirmados por otros laboratorios), es algo muy importante.

“Apostar a la ciencia es generar, en un mediano y largo plazo, una soberanía en la construcción del propio conocimiento. Si no estaremos subordinados al conocimiento que surja de otros países.”

 

Una vez que sucede todo esto, que es evaluado y contrastado por toda la comunidad cientíica y que a nivel mecanístico se conoce íntimamente es que se puede proceder a la transferencia, que también es un proceso largo y complejo.

En algunos casos lo hace el mismo investigador, en otros lo hacen otros investigadores. Cuesta mucho cerrar el círculo del descubrimiento y la transferencia en una “sola vida”. A partir de las 30 personas que trabajamos en nuestro laboratorio intentamos motorizar ambos aspectos de nuestra labor.

Un proceso importante es el de protección intelectual o patentamiento. El CONICET, en los últimos años, tuvo una política de fomentar esto, así como también la Fundaciones Sales que tanto nos ayudó. Ambos nos enseñaron que es importante cuidar la propiedad intelectual del país frente a un potencial invento.

Una vez que el descubrimiento se ha patentado viene la época donde aparece el interés de los distintos consorcios, hay muchas formas de poder transferir a la clínica los resultados de la ciencia. Tenemos lo público, los consorcios público-privado y también está la posibilidad de licenciar a una o más empresas farmacéuticas. Son todas posibilidades, sobre las cuales trabaja la dirección de vinculación tecnológica del CONICET y el MINCYT.

Luego cuando el producto está manufacturado y se hicieron los ensayos preclínicos correspondiente y  habiendo cumplido con todas las fases clínicas de la biomedicina, el producto estaría listo para llegar al paciente.

¿Cuál es la importancia del sector de la ciencia y la técnica para el desarrollo del país? ¿Y cómo te ves a vos mismo siendo parte de ese sector?

Pienso que es fundamental que los países que están en desarrollo apuesten a la ciencia.  Apostar a la ciencia es generar, en un mediano y largo plazo, una soberanía en la construcción del propio conocimiento. Si no siempre estaremos subordinados al conocimiento que surja de otros países. Hay una cantidad de gente que está generando ideas que si no la protegemos y la dejamos ir van a generar soberanía y conocimiento en otros lugares del mundo, lo cual es importante para la ciencia universal pero nosotros necesitamos desde ese lugar cuidar a nuestra gente joven.

“Pienso a la ciencia como una construcción colectiva donde cada uno aporta desde su lugar.”

 

Así como yo pude desarrollar mi carrera cuando era joven, y hubo algunas personas que coniaron en mí, yo quisiera que los jóvenes tengan las mismas o más oportunidades para desarrollarse en el país que las que yo tuve. Yo no sabía si la ciencia era lo mío, pero tenía sueños a cumplir. Por eso, volviendo a tu primera pregunta, yo pienso a la ciencia como una construcción colectiva donde cada uno aporta desde su lugar. La ciencia tiene que ser una construcción colectiva donde cada uno en el equipo pone su granito de arena. Tratamos de ayudar a que los otros grupos también construyan, porque si a tu colega le va bien te va a ir bien a vos porque así el país crece. Me parece que esto genera unidad y es más importante que cerrarse en el propio laboratorio y alejarse de la comunidad. Una de las cosas que más felices ha sido poder colaborar con grupos científicos de todo el país (no solo de Buenos Aires, también de Córdoba, San Luis, Mendoza, Rosario, Neuquén, Corrientes) y de toda latinoamérica. Esta ha sido una de nuestras mayores alegrías.

 

· Gabriel Rabinovich ·

Es bioquímico y doctor en Ciencias Químicas por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), investigador en el CONICET y profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

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