A un año de la asunción de Javier Milei y en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos, nos proponemos reflexionar sobre el avance de los discursos de odio, el negacionismo y el auge de las extremas derechas a nivel mundial, como alternativas de gobierno para millones de personas.
En 2015, cuando ganó el macrismo, la política argentina dio un giro significativo, la derecha alcanzó el poder, no a través de sus representantes tradicionales, sino a través del empresariado en primera persona, expresando así los valores del poder económico concentrado de forma directa. En diciembre 2023, vuelve la derecha al poder, pero vuelve distinta: negacionista, extrema y con una super ortodoxia neoliberal (léase: paleo-libertaria: aboga por un mundo sin Estado: SOLO MERCADO). En este segundo episodio del ciclo de podcasts “La salud de la democracia” nos preguntamos ¿Qué expresa esta nueva y extrema derecha y cuáles son algunos de los elementos principales que le permitieron el acceso al poder?
Según el sociólogo Daniel Fridman, para que las políticas neoliberales de libre mercado puedan implementarse, es necesario que existan «subjetividades neoliberales», es decir, personas que ordenen su vida en clave de oferta y demanda, en clave de utilitarismo permanente. Esto sugiere que la nueva derecha en Argentina no solo se enfoca en la economía, sino que también, busca transformar la sociedad y la cultura en una dirección individualista. Aparece así, una dimensión novedosa en el entramado político de esta nueva derecha: la batalla cultural.
Esta batalla le hace honor a su terminología bélica y apalanca sus principales armas en los discursos de odio como herramientas legitimadoras de los cambios. Alejandro Grimson reflexiona esto detalladamente en su libro “DESQUICIADOS. Los vertiginosos cambios que impulsa la extrema derecha”. Herramienta política poderosa, los discursos de odio buscan acallar críticas sobre la crisis económica y normalizar conductas y prácticas sociales violentas. Parece haber un goce en el ejercicio de la crueldad que cosifica, humilla y provoca sufrimiento a diferentes sectores sociales.
Pero ¿Qué son y qué papel o función tienen los discursos de odio? Daniel Feierstein (2019) define a estos discursos como “cualquier tipo de comunicación oral o escrita, instrumentalizada políticamente, que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo en función de su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad». El objetivo es incitar, promover o legitimar la discriminación, la deshumanización, como también la eliminación del otro (Cuesta, 2023). Para el caso argentino, por ejemplo, la idea de que todo lo que no sale de la boca del presidente es “zurdo”, “comunista” o “empobrecedor”. Colocan etiquetas negativas, discursivamente las reproducen hasta el cansancio y las usan de estigma. El “otro” se construye como una amenaza para “la gente de bien”. Según Feierstein (2023) este proceso se da en dos tiempos: a) a través de la separación del “otro” del conjunto, y b) negativizandolo como peligroso, problemático, amenazante. Así, el “pibe chorro” o el “planero”, el “vago” o “kukardo”, son construcciones de sentido con carga negativa que señaladas de forma aislada permiten vehiculizar y dirigir malestares sociales legítimos -a quien/es de forma causal alguna resultan responsables de los males de los que se les acusa- y a los fines de distraer. Pan y circo, pero con fuertes consecuencias sociales.
Nos preguntamos acerca del éxito del modelo político del odio y cómo es posible que crezca en una sociedad como la nuestra. Parte de la aceptación de estos discursos podría deberse al fallido proceso de igualdad social (Linera & Parodi, 2022), donde la política tradicional no logra dar respuestas efectivas al detrimento de las condiciones de vida (licuación de salarios por inflación, inseguridad, transformaciones identitarias). Entonces, frente a ello, la derecha ofrece una respuesta efectiva: la socialización del sufrimiento (Feierstein, 2023).
En este contexto, la preocupación por nuestra democracia es creciente. Ezequiel Ipar (2024) habla de “democracia cruel”, y la define como un régimen político relativamente diferente de las democracias neoliberales, que se identifica a través de cuatro condiciones generales: “a) redireccionamiento discriminatorio de las políticas públicas; b) deterioro de los derechos individuales orientado por motivaciones ideológicas; c) transformación en el modelo de ciudadanía, que comienza a alentar —directa o indirectamente— la idealización de prácticas y discursos crueles; d) desgaste de la cultura política democrática asediada por la polarización excluyente y la oficialización de los discursos de odio”.
Observamos, en esta democracia cruel, a un presidente que, desde su lugar de poder, decide seguir profundizando discursos que buscan denostar las políticas de derechos humanos, las reparaciones y la memoria histórica. Y como consecuencia, avanza en el desfinanciamiento y vaciamiento de todos los programas que colaboran y financian acciones desarrolladas por los organismos de derechos humanos, como la búsqueda de personas apropiadas o el desarrollo de Universidades. Una postura con la que pretende validar la Teoría de los dos demonios, que interpreta que, durante los años setenta, nuestro país estuvo envuelto en un clima de violencia política provocado por dos extremos ideológicos, por “dos demonios”: la extrema derecha, a través del Estado terrorista, y la extrema izquierda, a través de la violencia revolucionaria. Una teoría que relativiza los crímenes de lesa humanidad de la dictadura militar, generando escenarios para reivindicar estos acontecimientos y, por consiguiente, menospreciar la lucha e identidad de toda una sociedad que tiene a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como ejemplo de justicia sin odio, como sostiene Alejandro Grimson.
Ambos entrevistados, Taty Almeida y Alejandro Grimson, alertan sobre el grave peligro que enfrenta nuestro sistema democrático. Taty lo describe como un gobierno que ataca la democracia e intenta socavarla, un gobierno cruel que no se preocupa ni por la salud física ni mental del pueblo.
Por su parte, Alejandro llama la atención sobre el avance de una sociedad cada vez más individualista y la disminución de las acciones solidarias, así como el debilitamiento de la lucha por objetivos comunes. En este sentido, nos invita a reflexionar sobre los errores cometidos y a proponer una respuesta integral y poderosa que nos permita construir un nuevo horizonte, una nueva ilusión que, al mismo tiempo, sirva para reparar esos errores. Retomando finalmente las palabras de Taty, afirmamos que nuestra generación -y las más jóvenes- tenemos la responsabilidad de cuidar la memoria histórica de nuestra sociedad y de seguir el camino de la búsqueda de justicia social que ellas nos enseñaron desde el principio y que motivó, a los verdaderos demonios, a la desaparición de nuestrxs 30.000. No olvidamos, no perdonamos, jamás odiamos.
Referencias
- Canal Encuentro (2023) Discursos de Odio. Video. https://www.youtube.com/watch?v=LyKTjaHRK4g
- Feierstein D.(2019) La construcción del enano fascista los usos del odio como estrategia política en la argentina. https://www.eldiplo.org/wp-content/uploads/2020/03/Fragmento-Laconstrucciondelenanofascista-Feierstein.pdf
- García Linera, A. (2022): “Reaccionarismo y fascismo en el siglo XXI”, en Andrés Tzeiman y Ramiro Parodi (comps.), Álvaro García Linera. Para lxs que vendrán: crítica y revolución en el siglo XXI. Selección de conferencias, artículos y entrevistas (2010-2021). Buenos Aires, CCC/UNGS, pp. 373-382.
- LEDA (2021) Discursos de odio en Argentina. https://www.unsam.edu.ar/leda/docs/Informe-LEDA-1-Discursos-de-odio-en-Argentina-b.pdf
- ONU.¿Qué es el discurso de odio? https://www.un.org/es/hate-speech/understanding-hate-speech/what-is-hate-speech
Escuchá el Episodio 2 de La Salud de la Democracia aquí