En las sociedades modernas la vejez ha sido considerada como una etapa de declinación biológica, caracterizando al adulto mayor de tener menos capacidad resolutiva sobre problemas que los jóvenes, de ser inflexibles y rígidos, menos interesados por desarrollarse y con dificultades en la memoria.
Las creencias de declinación y deterioro de las funciones cognitivas, pertenecen a un modelo decremental que regresa a las personas mayores a etapas tempranas del desarrollo intelectual.
Las representaciones sociales de los modos de ser y actuar en la vejez se interiorizan en el sujeto a través de la elaboración de las expectativas sociales sobre su accionar. De esta forma la creencia de falta de aptitudes cognitivas perjudica el proceso identitario y actúa como un limitante para la continuidad del aprendizaje y el desarrollo de un envejecimiento saludable.
A pesar de esta creencia generalizada, los últimos datos recopilados por el Observatorio de la Deuda Social Argentina, muestran que el 29,9% de las personas mayores de Argentina de 60 años y más tienen interés en seguir estudiando (AMADASI, 2019). El aporte del estudio durante la vejez es fundamental para el envejecimiento saludable y activo, ya que el funcionamiento intelectual les permite a las personas mayores sostener su autosuficiencia. Los procesos cognitivos constituyen además un poderoso recurso para sostener su identidad existencial (YUNI, 2016). Por su parte, en el informe mundial sobre envejecimiento y salud del año 2015, la OMS hace referencia al aprender como uno de los dominios clave de la capacidad funcional. Se trata de una capacidad fundamental para que las personas mayores puedan hacer las cosas que valoran. Por lo que el aprendizaje a lo largo de toda la vida es el camino a recorrer.
El cerebro del adulto mayor
La edad está asociada a cambios positivos en las esferas del aprendizaje y la inteligencia. La capacidad de aprender en las personas mayores mejora al igual que las funciones intuitivas y automáticas. El desarrollo emocional y social continúa con la edad favorecido por el conocimiento que las personas mayores tienen de sí mismas, a sus facultades de autorregulación y a las relaciones sociales estables que logran con el transcurso de los años. (OMS, 2015).
Neurogénesis
Durante mucho tiempo se creyó que en el cerebro que sufría un daño, solo podía utilizarse la zona cerebral no afectada. Sin embargo, en las dos últimas décadas se ha conocido que, cuando se pierden neuronas y sinapsis debido a una lesión, las neuronas vecinas compensan la pérdida e intentan restablecer las conexiones perdidas. Estas neuronas vecinas incrementan su campo de acción y crean una regeneración compensatoria de sus proyecciones fundamentales.
La generación de neuronas en el cerebro del adulto es uno de los ejemplos más extraordinarios de neurogénesis. En condiciones fisiológicas y patológicas, la capacidad de generar y reponer la pérdida neuronal ocurre en la zona subventricular-bulbo olfatorio relacionado con la memoria olfativa (ÇAGALA, 2021) y en el giro dentado del hipocampo, implicado en procesos de aprendizaje/memoria, al menos hasta la décima década de la vida, edad límite en que se realizó el estudio (JIMÉNEZ, 2019).
La potencialidad del sistema nervioso de modificarse para formar conexiones nerviosas nuevas también ha sido estudiada, denominándose neuroplasticidad. Se puede estimular este fenómeno exponiéndose a nuevas experiencias y el resultado es mayor si se intenta aprender habilidades nuevas (VIEIRA, 2014).
La Organización Panamericana de la Salud publicó directrices para reducir los riesgos de deterioro cognitivo y demencia en la adultez mayor. Se ha propuesto el concepto de reserva cognitiva como un factor protector que puede reducir el riesgo de aparición clínica de la demencia o del deterioro cognitivo. La reserva cognitiva es la capacidad del cerebro de hacer frente a neuropatologías o de compensarlos. Existen estudios científicos que demuestran que un aumento de la actividad cognitiva puede estimular o aumentar la reserva cognitiva y tener un efecto amortiguador de un deterioro cognitivo rápido, también han mostrado una reducción significativa del riesgo de deterioro cognitivo leve y de diagnóstico de enfermedad de Alzheimer en quienes tienen niveles altos de actividad cognitiva en comparación con quienes tienen niveles bajos (OPS, 2020)
Multitasking
Realizar dos o más actividades a la vez es una de las principales causas de error y de falta de consolidación en la memoria de las tareas que ejecutamos. Por ejemplo, escribir un correo electrónico mientras se estudia, responder mensajes mientras se redacta un artículo. La sobrecarga digital y de trabajo generan una falla atencional durante el registro de nueva información en el cerebro, provocando una desaceleración de las respuestas al segundo estímulo. Así, se producen deficiencias en el aprendizaje y en la memoria. En el momento de consolidar el circuito de memoria, la función de inhibición del sistema nervioso central ya no puede desviar efectivamente la atención de los estímulos irrelevantes para la tarea. Significa que las personas encuentran dificultades para completar tareas que requieren una atención sostenida a medida que se distraen y esto sucede a cualquier edad. Como usuarios de nuestro cerebro, no se ha grabado ni consolidado la información sensorial en la memoria a corto plazo. Sin embargo, en un estado de conciencia plena sobre la actividad que se ejecuta, el circuito sí logra consolidarse completamente.
Hay una íntima relación entre el control atencional que ponemos sobre lo que hacemos y la memoria (SHIPSTEAD, 2014). Son formas íntimamente relacionadas de control cognitivo, y ambos son influenciados positivamente por procesos de re-educación de la atención. Tanto la memoria a corto como a largo plazo dependen de la dirección de la atención en el momento presente.
De acuerdo a las terapias de tercera generación, se puede redirigir la atención, ser conscientes de los pensamientos y las emociones que se evocan en el cerebro a cada minuto, y es posible seguir una curva de aprendizaje continuo a lo largo de la vida, sin importar lo mayor que se sea. Al hacerlo se crearán dendritas, sinapsis y circuitos neuronales nuevos que mejorarán la salud del cerebro (YOUNS, 2020).
Los beneficios de continuar aprendiendo son innumerables para la salud, la autosuficiencia, la capacidad funcional, la neuroplasticidad y la prevención del deterioro cognitivo. La importancia del aprendizaje permanente radica en que es un paradigma educativo que abarca todo el espectro del aprendizaje formal, no formal e informal, su objetivo es la realización personal y la integración social, comienza en la etapa preescolar y continúa durante toda la vida.
Actualmente estamos ante una disminución del porcentaje de analfabetismo en las personas mayores, debido a que son cohortes más educadas gracias a un mayor acceso a la educación formal y a programas de alfabetización para adultos puestos en marcha por los Estados de toda América Latina y el Caribe. No obstante, las desigualdades territoriales y de género que afectan a las personas mayores permean estos avances, y la reducción de esas brechas se apreciará en varias décadas más.
La educación enfrenta nuevos retos ante el crecimiento de los mayores en cantidad de población y esperanza de vida. Haciéndose imprescindible una educación abierta y permanente que responda a las necesidades existentes y a los intereses culturales, sociales y personales, con vistas a la realización personal, a la participación social, cultural y política de las personas mayores. La distribución de recursos debe contemplar este nuevo paradigma y las políticas públicas hacer foco en reducir las brechas en el acceso, solo así disminuirán las desigualdades en la adultez mayor. Durante el aprendizaje a lo largo de la vida de cada generación, surgirán nuevos desafíos.
Vanesa Rosales de la Quintana es médica egresada de la U.B.A. Especialista en medicina familiar. UMAI. Especialista en envejecimiento activo y saludable de las personas mayores. UNDAV. Geriatría y Gerontología U.B.A. Fellow en Neuropsiquiatría y Neurología cognitiva. ANA. Autora del libro “Consecuencias del modelo agroindustrial en la salud-agrotóxicos” (2022).
@drarosalesdelaquintana
Referencias
- Amadasi, E. (2019). La capacidad de aprender en las personas mayores. Observatorio de la Deuda Social Argentina. Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores. Universidad Católica Argentina.
- Çagala. (2021). Neural stem cells in the adult olfactory bulb core generate mature neurons in vivo. Disponible en: https://doi.org/10.1002/stem.3393
- Jimenez, E. (2019). Adult hippocampal neurogenesis is abundant in neurologically healthy subjects and drops sharply in patients with Alzheimer’s disease. Nature Medicine volume 25, pages554–560.
- OMS. (2015). Informe mundial sobre el envejecimiento y salud.
- OPS. (2020). Directrices de la OMS para la reducción de los riesgos de deterioro cognitivo y demencia. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK583452/
- Shipstead, Z. (2014). The mechanisms of working memory capacity: Primary memory, secondary memory, and attention control. Journal of Memory and Language.
- Vieira, M. (2014). Neuroplasticidad: aspectos bioquímicos y neurofisiológicos. Disponible en: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-87052014000100010
- Youngs, M. (2020). Mindfulness Meditation Improves Visual Short-Term Memory. Psychol Rep. Disponible en: https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/0033294120926670
- Yuni, J. (2016). Perspectivas sobre el aprendizaje en la vejez. Envejecer aprendiendo. Editorial Brujas. Córdoba.