Procesos de cuidado de la salud en abordajes territoriales: El caso de la prevención y detección del COVID-19 en Barrios Populares de la Provincia de Buenos Aires

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Este artículo indaga el sentido de algunas experiencias de trabajo comunitario realizadas con el fin de incrementar la detección de personas con COVID-19 en diferentes barrios populares de la Provincia de Buenos Aires, desde mayo del 2020 hasta la actualidad. Las experiencias fueron analizadas a la luz de la participación social y del cuidado colectivo, que cobraron gran importancia en el abordaje de la epidemia en barrios populares.

Las problemáticas desencadenadas por la pandemia y el aislamiento tuvieron grandes consecuencias, visibilizando y profundizando las ya existentes desigualdades sociales. Las economías familiares se vieron perjudicadas, más aún aquéllas que eran informales o de trabajo por jornada. El acceso a la atención en salud en cuanto a prácticas esenciales como la vacunación, el seguimiento de las personas embarazadas, la dispensación de medicamentos para Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT), la entrega de métodos anticonceptivos, se vieron afectados en la Provincia de Buenos Aires y en sus municipios, así como en otras partes del país y del mundo.

Pese al repliegue del primer nivel de atención durante la primera etapa de aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO) y estricto en marzo de 2020, el paulatino comienzo de la circulación comunitaria, poco tiempo después, hizo evidente la necesidad de salir a detectar a los ciudadanos para garantizar su atención y prevenir la expansión del contagio. Así surgió un nuevo capítulo en el desarrollo de estrategias comunitarias de salud, que conjugaron las experiencias de participación y organización populares.

Los barrios y la estrategia implementada

Lxs vecinxs de Villa Azul cortaron el acceso Sur de Quilmes que lindera al barrio, preocupados por la situación de posibles contagios dentro del barrio. La presencia del Estado no se demoró. Un estado Municipal presente, en articulación con un estado Provincial que cuida, sentaron las bases para generar un espacio de escucha y decisión colectiva, sobre lo que marcaría un hecho histórico y el antecedente de una medida extraordinaria: el aislamiento comunitario en Villa Azul.

Informe del equipo territorial.

Dirección de Organización comunitaria

Se pueden mencionar 5 experiencias clave en barrios populares de diferentes municipios del Conurbano Bonaerense en las cuales la comunidad organizada junto con el Estado pudieron tomar acciones concretas, coordinadas y regionalizadas: el barrio Villa Azul (entre Avellaneda y Quilmes), Villa Itatí (Quilmes), barrio José Luis (Berisso/Ensenada), barrio San Jorge (Tigre) y La Cava (Lomas de Zamora). Fueron seleccionados, para este análisis, pequeños fragmentos de relatos recogidos en algunos de esos barrios durante los abordajes territoriales de la Dirección de Organización Comunitaria del Ministerio de Salud- PBA.

Algunas de las intervenciones se originaron a partir de los  rumores de referentes barriales y comunitarios que, lograron organizarse y poner en agenda la situación de sus respectivos barrios. Los abordajes territoriales constaron de 2 ejes principales:

  1. Relevamiento casa por casa y búsqueda de personas con síntomas de COVID-19, así como seguimiento de contactos estrechos y situaciones de vulnerabilidad.
  2. Armado de red local con referentes barriales y efectores de salud para la puesta en marcha de Comités o Consejos de emergencia barrial (COE).

La presencia del Estado en el territorio en un contexto tan particular, como lo es el del COVID-19, requirió una serie de cuidados y uso de tecnologías capaces de modelar el vínculo entre las personas del barrio y lxs trabajadorxs. Emerson Merhy realiza una comparación analógica de tres maletines de tecnologías que se ponen en juego en la producción de cuidado, a saber: maletín de tecnologías duras (instrumental médico, equipamiento), tecnologías blandas-duras (saber estructurado, conocimiento técnico profesional), y tecnologías blandas (el espacio relacional que permite las acciones de cuidado). En los barrios abordados se utilizaron todos los tipos de tecnologías en un complemento dinámico, con la finalidad de lograr procesos que permitieran la participación, la toma de decisiones, la asistencia y el seguimiento de las personas en situaciones de mayor vulnerabilidad. Los abordajes territoriales requirieron de herramientas (el hisopado para análisis por PCR, el seguimiento de los contactos estrechos, la derivación para los aislamientos de los casos confirmados), pero su implementación no habría sido posible sin las organizaciones sociales y políticas con presencia barrial. El saber técnico y los equipamientos sanitarios se pusieron al servicio de las acciones planteadas y consensuadas con los diferentes actores sociales presentes. Tan importante fue la impronta colectiva en la toma de decisiones, que el cierre de barrios sólo pudo ser llevado a cabo gracias a la organización conjunta, disponible durante las 24 hs, los 7 días de la semana.

Todo trabajo territorial requiere un diagnóstico y una comparación de mapas y no podemos desconocer que los mapas oficiales son representaciones ideológicas dominantes (Diez Tetamanti. 2012). En línea con esto, Risier y Ares manifiestan que la demarcación de los mapas oficiales tiene la finalidad de construir relatos útiles a los intereses de poderes concentrados (como los grandes medios de comunicación y los grupos económicos), con la finalidad de “facilitar la ejecución de mecanismos biopolíticos orientados a organizar, dominar y disciplinar a quienes habitan un territorio” (Risier y Ares. 2013). Teniendo en cuenta esto último, el mapeo colectivo permite rescatar y empoderar voces que habitan y transcurren su vida en esos territorios. Se trata de una construcción de ciudadanía contrahegemónica que busca recuperar, a través de representaciones topográficas, la historia y la complejidad que determinan las formas en que las personas viven, se cuidan, enferman y atienden en efectores formales o informales de salud. Para Jiménez (2019), el proceso de mapeo colectivo genera un producto relacionado al mapa en sí mismo, y otro producto relacionado a rescatar las narrativas de vida de las personas. Este relato topográfico o mapa construido colectivamente es capaz de reconocer:

  1. zonas del barrio donde puede haber más casos de COVID-19, como así también personas o grupos con mayor vulnerabilidad sociosanitaria,
  2. recursos de la comunidad organizada, como iglesias, agrupaciones políticas, comedores, etc.
  3. recursos del Estado, como CAPS, ANSES, efectores municipales, entre otros.

Durante los últimos días asistimos en la parte administrativa de los hisopados y fuimos un actor clave en la entrega de medicación. Desde el remediar, métodos anticonceptivos hasta lograr una articulación con la referente de VIH de la región XI para la entrega de antirretrovirales. Cabe destacar también que hemos logrado dar respuesta de manera integral, como ningún otro organismo, a la problemática de la población travesti-trans que vive en el barrio.

M.S. Coordinadora territorial.

Informe semanal. Equipo Berisso-Ensenada.

En esta línea, es interesante desarrollar algunos de los procesos de cuidado colectivo que se fueron desplegando en la experiencia de abordaje barrial de Villa Azul. Allí las medidas adoptadas por las organizaciones barriales y el Estado buscaron disminuir por completo la circulación de las personas, y por ende, del virus. El cierre del barrio se convirtió en una medida de cuidado colectivo que cumplió un rol de democratización del cuidado aplicado desde una lógica de toma de decisión horizontal y participativa.

La presencia del Estado en el territorio en un contexto tan particular, como lo es el del COVID-19, requirió una serie de cuidados y uso de tecnologías capaces de modelar el vínculo entre las personas del barrio y lxs trabajadorxs.

El nivel de conflictividad social bajó al segundo día del cierre del barrio, lo que permitió que las áreas estatales pudieran articularse y trabajar de manera más organizada. El arribo del Estado en todas sus variantes se constituyó como una fortaleza que tendió a mejorar rápidamente y paliar la situación sanitaria/social, atendiendo demandas históricas de la comunidad barrial. La segunda semana en el barrio se mejoraron los circuitos de solicitud de medicamentos, de pañales, alimentos, artículos de limpieza, etc, se recibieron muchas donaciones que acopiaba y distribuía el CAPS de Villa Azul. Se pudo empezar a trabajar con demandas sanitarias no COVID con personas que no podían trasladarse al centro de salud, en la zona más alejada y del margen del barrio donde teníamos reclamos que no llegaban los recursos, con referentes barriales pusimos una posta sanitaria varios días, esa acción permitió con los vecinos accedan a derechos básicos.

R.M. Coordinadora territorial.

Villa Azul, Quilmes.

Casi como en un continuum, en otros barrios se desencadenaron intervenciones que, si bien no tuvieron el mismo impacto que el de Villa Azul, generaron procesos de organización, planificación, decisión e intervención con gran impacto. La organización del Consejo de Emergencia Barrial (COE barrial), que funcionó desde el inicio de la intervención, se volvió indispensable para vehiculizar demandas, distribuir recursos equitativamente entre lxs vecinxs, relevar e intervenir en situaciones de mayor vulnerabilidad y, sobre todo, poner en diálogo a la comunidad organizada con los diferentes actores participantes. Lo que comenzó como un reclamo, devino en organización.

Barri y Fernandez (2018) sostienen que la epidemiología comunitaria (EPICOM) es una herramienta estratégica a la hora de visibilizar las vulneraciones de derechos en salud; esta funciona a través de relatos recabados en el entramado de las historias individuales, colectivas y la inserción comunitaria de los trabajadores de la salud, que posibilita el sostenimiento en el tiempo de los reclamos.

(…) Con quienes articulamos muy bien fue con el equipo de Desarrollo Social y organizaciones barriales que asistían a lxs vecines con alimentos y demás cuestiones esenciales, teniendo en cuenta que el barrio estuvo cerrado aproximadamente 10 días. En conjunto con este organismo pudimos realizar visitas clínicas por fuera del covid y logramos entregar gran cantidad de medicación que el municipio no había entregado. Por otro lado, revelamos casos de violencia de género, acompañamos a las denunciantes y realizamos la articulación correspondiente con el municipio y RSV.

M.S. Coordinadora territorial.

Informe semanal equipo Barrio San Jorge, Tigre.

Historizando brevemente, se decidió que la intervención iniciara con la reunión del COE barrial para aunar criterios y encuadrar acciones e interacciones con instituciones y actores locales de la pandemia. El encuentro propició la lectura integral situacional necesaria para poner en marcha el trabajo interdisciplinario e intersectorial. Era imprescindible escuchar lo que tenían para decir las instituciones barriales, lxs referentes y los CAPS.

Como antes mencionamos, la primera reacción-acción fue de repliegue del primer nivel de atención, pero el aumento significativo de casos desencadenó la necesidad de salir y ponerse “a disposición”, a trabajar a partir de la demanda que fuera emergiendo.

Se trata de un territorio diferenciado e integrado a la vez: diferenciado en tanto que pudo demarcar límites, códigos y organización; integrado debido a que pudo coordinar y consensuar acciones complejas definidas por los niveles centrales.

Quizás la experiencia más paradigmática en este último punto pudo ser la de La Cava (Lomas de Zamora) que, a partir del sostenimiento en el tiempo de la estrategia desplegada, terminó siendo terreno fértil para alcanzar consensos barriales sobre la organización del espacio comunitario, desde el desarrollo de la urbanización y la construcción, hasta el asfaltado de las calles.

Reflexiones finales: articulando lecciones aprendidas y capacidades transformadas

Las intervenciones en los barrios populares estuvieron atravesadas por las dinámicas de los actores sociales participantes y los lineamientos nacionales o provinciales resignificados a nivel local. La capacidad de organizar comités donde confluyeran organizaciones populares, referentes barriales y el Estado provincial y municipal, con una mirada crítica de los procesos de salud/enfermedad/atención derivó en prácticas de construcción democrática del derecho a la salud y equidad como horizonte posible. Leer estos procesos en clave coyuntural, histórica y política habilitó su abordaje en toda su potencialidad, mucho más allá de la oposición dual entre el trinomio epidemiológico clásico y otro que entienda de historias, subjetividades y territorios.

Las intervenciones en los barrios populares estuvieron atravesadas por las dinámicas de los actores sociales participantes y los lineamientos nacionales o provinciales resignificados a nivel local.

La organización focalizada trajo aparejada la proliferación de nuevas propuestas para tratar las problemáticas del empobrecimiento y también para implementar políticas sociales, en particular en poblaciones donde la pobreza, el hacinamiento y el acceso a los bienes y servicios se encuentran cercenados. Las “rondas” de discusión y decisión propiciaron la construcción de hipótesis sobre las problemáticas compartidas y fomentaron el entendimiento de la participación de las relaciones familiares, económicas, sociales, los sistemas de salud, la iglesia, partidos, movimientos y militancias entre otras cosas. ¿Cómo se trabaja? ¿Quiénes transitan ese barrio? ¿Sobre qué situaciones se interviene? ¿Cómo enfrentamos los conflictos?¿Qué nos limita? ¿Qué nos potencia? ¿Cómo nos relacionamos con otrxs?

Si visibilizamos la variable de género, la amplia participación de las mujeres de los barrios populares implicó un relieve particular a la dimensión de los cuidados, históricamente asociados a las mujeres y referentes de espacios populares (merenderos, comedores). Postulados que resonaron durante la pandemia como “nadie se salva solo” encontraron un redoble de sentido: estar para lxs otrxs se aceptó como premisa. Comprender que las medidas de aislamiento estaban orientadas a un “aislarse para cuidar”, muy distinto al “aislarse para no contagiarse”, fue un terreno que logró interpelar a las personas.. El trabajo comunicacional y de trasmisión necesariamente tuvo que acompañar las estrategias, con las particularidades de cada territorio, como una intervención en sí misma de construcción social de sentidos.

Noelia López. Licenciada en psicología y Docente (UBA). Integrante de la Fundación Soberanía Sanitaria. Directora Provincial de Salud Comunitaria del Ministerio de Salud (PBA).

Gabriela Inés Mastellone. Psicóloga y docente (UBA). Asesora en la Dirección Provincial de Salud Comunitaria del Ministerio de Salud (PBA).

Nelson Giménez. Licenciado en Enfermería. Docente (UNPAZ). Director de Desarrollo de Redes del Ministerio de Salud (PBA).

Yamila Comes. Psicóloga. Magister en Salud Pública. Pos doctorado en Salud Colectiva. Asesora del Ministerio de Salud (PBA).

 

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