ENTREVISTA A DANIEL GOLLAN

“El Estado es el único que puede resguardar la salud en su dimensión de derecho”

FOTOGRAFÍA: PRENSA MINISTERIO DE SALUD PBA

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La pandemia de COVID-19 alteró la agenda del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, hasta ese momento abocada a la reconstrucción de un sistema devastado. Pese a eso, la crisis posibilitó innovaciones en la gestión y aceleró procesos de cambio que tendrán efectos a largo plazo.

¿Con qué panorama se encontraron en el Ministerio de Salud de la
Provincia de Buenos Aires cuando arribaron a la gestión?

Cuando nosotros arribamos a la gestión teníamos una idea de lo que estaba pasando. A través de la Fundación Soberanía Sanitaria, del Frente Ciudadano por la Salud y de distintas organizaciones políticas y sindicales de la Provincia de Buenos Aires que militan o trabajan en el sistema sanitario nos fuimos informando de lo que sucedía. También hicimos investigaciones que nos permitieron tener una idea de todo lo que se había perdido, de todo lo que se había ido rompiendo del sistema de salud, los programas que se habían caído, del desfinanciamiento. Con toda esa información tejimos un diagnóstico del deterioro que se estaba produciendo sobre el sistema de salud bonaerense, sobre la base de problemas estructurales que reconocen décadas de existencia. Nos encontramos con eso y, quizás, con bastante más. De lo que había en 2015, inclusive con las cuestiones estructurales, se había perdido muchísimo en todos los rubros: se habían caído programas, abandonado el mantenimiento de hospitales, perdido puestos de trabajo.

Toda la política del gobierno anterior estuvo centrada en un sistema de emergencia y en las guardias y lo demás fue abandonado: prevención, promoción, atención en consultorios externos. El criterio era mostrar un sistema de emergencias funcionando bien y todo el resto de las acciones médicas, pero que para nosotros son mucho más importantes porque están vinculadas a la prevención y a la promoción de la salud, se habían desarmado. Eso en general fue lo que nos encontramos en el ministerio.

Cuando llegamos empezamos a comprender que no es solamente esto que uno relata de forma teórica, sino que en la práctica todo eso implica la ruptura de procesos de trabajo. Es decir, no encontramos solamente programas que se habían discontinuado y podían ponerse nuevamente vigentes, sino que una acción sanitaria que se discontinúa implica que toda la cadena de procesos esté rota.

Es una situación compleja: empezábamos a ordenar, a levantar en los primeros dos meses de gestión y llegó la pandemia. Aunque alteró nuestro planes de trabajo, ya que la agenda quedó saturada por la organización de la respuesta, eso nos dio la posibilidad de acelerar algunos procesos que teníamos pensados para dos o tres años.

¿Cómo fue el proceso de la compra de insumos a China?

Cuando hace aproximadamente un mes nos dimos cuenta, por cómo venía el flujo de entrega de nuestros proveedores habituales del ministerio, que del 100% de las órdenes de compra de insumos de protección personal iba bajando paulatinamente la entrega, empezamos a investigar dónde estaban estos productos, para poder conseguirlos. Estaban en China. Paradójicamente, el lugar donde surgió la enfermedad, había entrado en una etapa que le permitía a las empresas productoras de este tipo de insumos seguir produciendo. Empezamos a rastrear a estas empresas para poder conseguir los insumos, lo que implicaba armar un dispositivo de compra a 23.000 km de distancia. Inclusive, muchas de estas empresas están a cientos de kilómetros del lugar donde podemos ir a buscarlas, que es el aeropuerto de Pudong, en Shanghái. Además de coordinar los traslados, era necesario contar con un depósito y un operador logístico, el forwarder.

“Es una situación compleja: empezábamos a ordenar, a levantar en los primeros dos meses de gestión y llegó la pandemia. Aunque alteró nuestro planes de trabajo, ya que la agenda quedó saturada por la organización de la respuesta, eso nos dio la posibilidad de acelerar algunos procesos que teníamos pensados para dos o tres años.”

Colapsado el sistema de aviones cargueros a nivel mundial, tuvimos que idear una nueva ruta, evitando pasar por terceros países para no correr el riesgo de que la mercadería fuera incautada. Entonces, nuestros pilotos de Aerolíneas Argentinas idearon la ruta por el Pacífico, con una sola escala en Auckland, en Nueva Zelanda. Fue una cosa absolutamente novedosa, que no se había hecho hasta el momento.

Esta gestión implica el trabajo articulado de una delegación del consulado en Shanghái que trabaja en tiempo real y con quien estamos en comunicación permanente, las 24 horas del día, coordinando con Aerolíneas Argentinas, con el consulado, con los proveedores, con el forwarder, con aduana, con AFIP y con todos los actores que tienen que estar finamente articulados para que esto sea un éxito.

Por toda la logística del primer avión, pasamos tres noches sin dormir. El segundo salió mejor. Con el tercero, el cuarto y el quinto ya tuvimos con tres días de anticipación todos estos dispositivos armados.

A partir de este éxito y habiendo algunas provincias que están teniendo estos faltantes, les estamos brindando este know-how para que también puedan traer los productos a sus provincias.

“Uno de los objetivos más importantes fue fortalecer las camas de terapia intensiva: necesitábamos más del doble que las que teníamos.”

¿Cómo es el trabajo articulado con los municipios?

Cuando sucedió la crisis hubo que generar una serie de dispositivos nuevos para poder hacerle frente. Uno de los objetivos más importantes fue fortalecer las camas de terapia intensiva, ya que necesitábamos más del doble que las que teníamos. También había que aumentar las camas intermedias y las camas de aislamiento masivas. ¿Por qué? Porque habrá muchas personas con COVID-19 que no puedan realizar el aislamiento en su domicilio y que van a necesitar una internación extrahospitalaria para evitar el contagio masivo y así evitar que los grupos vulnerables se enfermen. Hay sectores que no tienen las condiciones, como otros sectores sí tienen, de estar aislados en su propia casa.

El estado provincial no tiene extensión territorial. Tenemos 135 municipios, cada uno con su intendente y su secretario de salud o director de salud, según el caso, que tienen la territorialidad. Entonces, hablamos con ellos y empezaron a gestionar y gestar estos centros, nosotros hacemos apoyos desde la provincia para aportar a ese cuidado. Se hizo un cálculo frente a una hipótesis en la que necesitamos 14.000 camas de aislamiento y desarrollamos un sistema informático para poder administrar estas camas de forma coordinada con los municipios.

Los tiempos que van pasando hasta que empiezan a fluir las soluciones o las respuestas, aunque sea parciales, generó algunos momentos de tensión. Es normal en una situación de crisis.

La relación sigue siendo permanente, día a día, con las líneas de comunicación abiertas con cada intendente, con cada secretario de salud en cada momento y en cada lugar, resolviendo los problemas puntuales que aparecen.

¿Cómo modificó la agenda de trabajo la irrupción de la pandemia?

Es un poco más de trabajo de lo mucho que ya teníamos. Hubo que redefinir toda la agenda. Es una planificación que además depende de un montón de variables que no podemos controlar, con lo cual lo hace un poco más azaroso y estresante.

“Son muchísimas las variables que no sabemos si vamos a poder controlar y eso nos da un margen de incertidumbre que hace que nuestra nueva agenda sea tan dinámica que la tengamos que redefinir día a día. Fuera de estas pequeñas cosas, la vida continúa.”

Por empezar, hoy no sabemos muy bien cómo es el comportamiento de este virus. Los expertos del mundo nos dicen que hay más de 10, 12 mil mutaciones, porque estos virus son de mutar así y de esas mutaciones depende el diseño de la estrategia. Otro de los puntos importantes es que los tests diagnósticos con los que hoy contamos no detectan al virus durante el período asintomático. Si aparecen tests más precoces podremos proteger mejor y podremos tomar decisiones en base a información más rápida. Son muchísimas las variables que no sabemos si vamos a poder controlar y eso nos da un margen de incertidumbre que hace que nuestra nueva agenda sea tan dinámica que la tengamos que redefinir día a día. Fuera de estas pequeñas cosas, la vida continúa.

Hay que sacar del sentido común un miedo exagerado a que esto es el fin del mundo. Es un virus embromado que todavía no lo comprendemos bien, que en algunas personas evoluciona de una manera, en otras, de otra. No sabemos en cuánto tiempo se va a lograr la inmunidad, qué tipo de inmunidad, eso lo vamos a ir viendo. Faltan un montón de certezas, pero sabemos que seguramente termine contagiándose una gran parte de la población. El desafío está en que los contagios se produzcan de forma gradual, sin colapsar el sistema de salud. Protegiendo a las poblaciones vulnerables para que ellas, también en algún momento, si tienen algún contagio, sea más manejable, esperando tal vez ya tener una vacuna u otras herramientas terapéuticas.

“En salud particularmente, el mercado es absolutamente imperfecto, es el mercado más imperfecto que existe.”

Esto va a pasar y un día vamos a recordar esto como una anécdota desagradable de la humanidad, que dejó un montón de problemas, pero la vida sigue y la tenemos que tratar de vivir de la mejor manera posible. Tratemos de que el coronavirus no nos quite la felicidad, la alegría de vivir. Pensemos en todo caso, en el momento en el que podamos volver a abrazarnos, en el que podamos volver a reunirnos en los cumpleaños. Pensemos, en eso y vamos a ver que la podemos sobrellevar y cuando llegue ese día nos vamos a acordar de este duro trago como una anécdota más de nuestras vidas.

¿Cree usted que va a cambiar la percepción que tenemos del Estado?

La crisis nos demuestra la peor cara del sistema capitalista. Cuando vamos a buscar un barbijo, que tiene un costo de x pesos y hay 7 mil millones de personas buscando el mismo barbijo en el mundo, la persona que los produce se sienta y dice “bueno, hoy vale 10 veces más, 20 veces más”; tu única posibilidad es comprarlos y pagarlos eso porque sino no podés llevarlos al hospital o al centro de salud. Aparece una distorsión de precios espectacular. Todos los cultores de la oferta y la demanda piden que intervenga el Estado, que ponga límites.

En salud particularmente, el mercado es absolutamente imperfecto, es el mercado más imperfecto que existe. Porque el que compra está mediado por alguien. Cuando no está el Estado el mercado se vuelve mucho más imperfecto porque hay un incentivo económico para que esto suceda. Si seguimos diciendo que la respuesta del sistema es individual y no pensamos en términos de procesos de salud colectiva es difícil que esto pase.

“Hoy tenemos un montón de actores en el sistema de salud que el Estado no controla, que son casi independientes, pero que son formadores de opinión y de sentido común. El Estado es el único que puede resguardar la salud en su dimensión de derecho”.

Aparece otro problema: el Estado se fue debilitando hace mucho tiempo y delegó muchas de sus funciones que otros actores del sistema empezaron a cubrir, porque es una ley de la sociología y de la política que cuando alguien abandona un lugar, otro lo ocupa, sobre todo cuando son lugares de decisión y de poder. Entonces hoy tenemos un montón de actores en el sistema de salud que el Estado no controla, que son casi independientes, pero que son formadores de opinión y de sentido común. El Estado es el único que puede resguardar la salud en su dimensión de derecho. Todo lo demás es una relación individual de un médico o una institución con un paciente al cual lo pueden tratar muy bien o muy mal pero que está mediada por una ecuación comercial.

Como estamos viendo, muchos sectores privados de la salud se van quedando con las áreas más rentables, las que dan más dinero y nos van dejando a los Estados las áreas más costosas: las terapias intensivas, las guardias permanentes, las emergencias. En la Provincia de Buenos Aires la mitad de los municipios ya no tienen clínicas y sanatorios privados ya que se fueron porque no son rentables. ¿Quién se hace cargo? El municipio o la provincia. Yo no estoy criticando esto, porque forma parte de una lógica. Nadie pone una empresa para quebrar. Es gente que tiene ganas de ejercer su profesión pero que obviamente necesita ganar dinero. Ahora, cuando eso no sucede, me voy. ¿Quién se queda para garantizar el derecho? El Estado.

“El Estado es el único que puede resguardar la salud en su dimensión de derecho.”

Esto pasa en tiempos regulares. Ahora, con la crisis, se exacerba en una dimensión incalculable, por lo tanto hay que valorizar esto, sostenerlo fuertemente como experiencia y no dejar que después de que la cosa se empiece a regularizar nos arrebaten esta capacidad de generar este sentido común, que en definitiva y al final del día, si no tenés más Estado, tu derecho no está garantizado.

· Daniel Gollan ·

Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires

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