“En el entendimiento que el lenguaje no es un bien con reparto
equitativo es necesario intervenir para reducir esta desigualdad.”
B. Bernstein
“José Mamani es un niño de 6 años. Llegó a Buenos Aires junto a su familia a los dos años de edad. Es oriundo de La Paz, Bolivia. Tiene dos hermanos menores argentinos. Sus padres también son bolivianos y ambos tienen secundario incompleto. El padre trabaja en un taller textil y la madre como empleada doméstica algunos días por semana. Ambos son hablantes de aymara, refieren que es su idioma materno, que lo hablan entre ellos y que sus hijos lo entienden. Además cuentan que la maestra dice que José es muy callado y que tiene algunas dificultades en el aprendizaje”. A partir de este relato que se presenta como habitual en las historias de los niños que asisten a algunas escuelas de la ciudad de Buenos Aires, se podrían comenzar a imaginar diversas situaciones que José, como muchos otros niños, debe atravesar en la adquisición del aprendizaje formal. La escuela primaria es el espacio donde los niños sistematizan su lengua, es decir, aprenden a escribir la lengua que hablan, que tiene familiaridad y les da sentido de pertenencia e identidad.
La ciudad de Buenos Aires ha crecido como polo de atracción de migración de países limítrofes y del Perú y por eso se ha configurado un escenario de convivencia de varias culturas y con ellas, de varias lenguas. Estas poblaciones se asientan en general en zonas marginales de la ciudad, viven en condiciones precarias y por carecer de cobertura de seguridad social utilizan los servicios públicos para su atención. Así mismo, la opción educativa de sus hijos son las escuelas públicas cercanas a sus domicilios, por lo cual las matrículas escolares en su gran mayoría se constituyen de migrantes o hijos de migrantes de países limítrofes y del Perú. En el plano general, la sociedad reaccionó ante esta nueva situación con distintas respuestas oscilan mayormente entre la discriminación y la xenofobia hasta la inclusión social.
A partir de una investigación realizada entre los años 2007 y 2011 se ha podido corroborar la existencia de una alta proporción de bilingüismo y/o contacto de lenguas en el alumnado migrante o hijo de migrante de países limítrofes en la Ciudad de Buenos Aires, situación que podría aproximarse sensiblemente a los migrantes internos provenientes de comunidades originarias de nuestro país, así como de otros países geográficamente muy distantes (China, Corea etc.). Cabe agregar que en el año 2017 se visitaron otras escuelas de la zona sur de la CABA donde se encontraron similares proporciones de padres y madres migrantes en relación a la investigación realizada con anterioridad. En esta oportunidad tanto los padres como las madres eran paraguayos, hablantes de guaraní en su gran mayoría, con niños en algunos casos bilingües y en todos los casos en contacto de lengua.
En la interfase salud-educación se ha observado un desconocimiento o una inadecuada interpretación de las dificultades que presentan los niños/as bilingües o en contacto con distintas lenguas, dando origen a patologizaciones con las consiguientes derivaciones a tratamiento, o bien a naturalizaciones, a partir de las omisiones y/o silencios de esta problemática. Este desconocimiento genera un déficit de herramientas apropiadas de los trabajadores de ambos sectores que, a modo de dispositivos, faciliten o propicien la intervención. A partir de lo relatado anteriormente, en el año 2016 y 2017, desde el Laboratorio del Lenguaje de la Carrera de Fonoaudiología de la Universidad de Buenos Aires, se realizaron dos jornadas exploratorias, la primera con modalidad de grupo focal y la segunda con modalidad de taller. En ambos encuentros la convocatoria fue para estudiantes de grado, profesionales en formación, representantes de diferentes disciplinas y expertos en la temática de los sectores salud y educación. El objetivo fue detectar nuevas necesidades educativas y líneas de investigación-acción para avanzar en propuestas superadoras de formación y educación permanente. La principal motivación fue la de reducir eventuales barreras culturales, detectar y remover inadecuaciones en las prácticas de ambos sectores. Simultáneamente y hasta la actualidad se continúan realizando actividades con equipos de salud y educación.
A partir de las acciones realizadas se concluye que para garantizar la salud integral de los niños/as de los sectores sociales más vulnerables es necesario considerar la heterogeneidad de la población escolar de la Ciudad de Buenos Aires, es decir, organizar respuestas particulares y adecuadas a las características socioculturales de las comunidades. En este contexto, sin una perspectiva intercultural y de igualdad de oportunidades, las respuestas hegemónicas solo pueden reproducir la desigualdad. Por ejemplo, la respuesta de otorgar un tratamiento uniforme a todas las situaciones de aprendizaje, como señala el Programa de Salud Escolar, podría estar institucionalizando las marginaciones que provocan deserción, repetición y rendimiento diferencial.
En la interfase salud-educación se ha observado un desconocimiento o una inadecuada interpretación de las dificultades que presentan los niños/as bilingües.
Se ha podido observar que las herramientas validadas para la evaluación de los niños/as, se constituyen en protocolos normados donde la singularidad no es ponderada. En ocasiones, la búsqueda de signos clínicos en la construcción que armamos del otro impide comprender que existen estilos comunicativos o cosmovisiones que quizás expliquen o aclaren mejor quién/quiénes está/n frente a nosotros.
Se hace necesario entonces, reconocer las diferencias y desarrollar capacidades de diálogo intercultural. Es oportuno tomar en cuenta la proporción de bilingüismo y/o contacto de lenguas en los niños/as y evaluar si algunos indicadores educativos que evidencian el fracaso escolar están relacionados con una situación de diglosia conflictiva (situación lingüística que resulta del conflicto entre lenguas en contacto).
La envergadura de esta problemática se constituye entonces en un problema de agenda para la salud pública. Pensando en grupos poblacionales y no en individuos, sería necesario tomar en consideración la proporción de niños/as bilingües y/o en contacto de lenguas en la matrícula escolar de la Ciudad de Buenos Aires así como en otros centros urbanos, y considerar que se podría estar generando un conflicto diglósico y que este conflicto podría interferir en el desarrollo saludable de la igualdad de oportunidades para todos/as en el marco de la realización del derecho a la salud y a la educación.
Acerca de los procesos migratorios y sus implicancias sociales y políticas
Los procesos de globalización han configurado un escenario de incremento en la movilidad de las personas en el mundo. En Argentina la política cambiaria de la década de los 90 alentó el proyecto migratorio de países limítrofes y del Perú, estableciendo una nueva composición social de la estructura laboral caracterizada por una sobreoferta de fuerza de trabajo en zonas urbanas y periurbanas. De acuerdo con Marmora la población inmigrante adquirió así visibilidad y se generó un discurso xenófobo que la culpabilizó y estigmatizó, atribuyéndole el incremento de los índices de desocupación, la insuficiencia de los servicios de salud y educación y el aumento de la inseguridad. Y si bien la sanción de la Ley de Migraciones, que reemplazó a la Ley Videla, y el conjunto de políticas sociales del Bicentenario fueron elementos fundamentales para iniciar la inclusión social de los migrantes, aún es necesario trabajar profundamente en el imaginario social y la opinión pública, ya que paralelamente las políticas del gobierno nacional en la actualidad ponen de manifiesto la reemergencia del racismo y la xenofobia en nuestro país. Hoy se propone una relación entre delincuencia y migración, ya sean los migrantes cómplices o parte de una delincuencia organizada o también si son víctimas de situaciones abusivas que soportan sumisamente. Lo central es el establecimiento de una relación sin cuestionamientos entre inmigración e ilegalidad y en consecuencia.
En esta situación militamos el derecho humano a migrar, al decir de Pedro Luis Castellanos, lo haremos desde el espacio de lo singular, lo haremos de abajo hacia arriba condicionando los estamentos superiores. Entendemos que la migración es un derecho humano y que la movilidad de las personas acarrea problemáticas y desafíos en las sociedades de recepción que, al ser visibilizados, pueden ser superados generando espacios de encuentro y de crecimiento en la diversidad.
Las políticas del gobierno nacional en la actualidad ponen de manifiesto la reemergencia del racismo y la xenofobia en nuestro país.
Conceptos y datos para iluminar el problema planteado
El bilingüismo tiene lugar cuando dos lenguas conviven en un mismo territorio y la importancia de ambas es igual para los hablantes, es decir, cuando resulta indiferente el uso de cualquiera de estas.
Para el caso argentino, desde una perspectiva histórica, es posible analizar el bilingüismo social como resultado de dos procesos: la colonización y la unificación nacional. En primera instancia, la colonización introdujo una nueva lengua, sometiendo a las lenguas originarias; luego con la independencia y la constitución de un Estado nacional se necesitó la unificación de la lengua, dándole estatus de lengua oficial a la lengua colonizadora.
El sociolingüista Moreno Navarro (2005) señala además que la unificación de la lengua genera resistencias por parte de grupos minoritarios, que en general se dirime a través de la identificación con la lengua dominante, produciéndose la sustitución o abandono de la lengua minoritaria. Esta identificación puede acarrear una situación de auto-odio o alienación por parte de los individuos que se asimilan o identifican con la lengua y la cultura dominante.
Asimismo, otra alternativa para apaciguar el conflicto, observada por la autora a partir de los trabajos realizados a lo largo de varios años en el tema, es la invisibilización de la lengua minoritaria por parte de sus hablantes como modo de preservarla, estrategia que se ha detectado en algunas poblaciones originarias del territorio argentino (integrantes de la comunidad Mocoví relataron la negación durante años de su propia lengua por temor al “hombre blanco” y sus represalias).
La diglosia se presenta cuando dos lenguas que conviven en un mismo territorio están enfrentadas por querer tener un mayor protagonismo y número de hablantes. En este caso siempre se destacará la lengua oficial que es considerada lengua de prestigio frente a otra más débil y minoritaria, relegada al uso familiar y cotidiano. Algunos ejemplos de diglosia se pueden observar en Chile, Bolivia, Perú y Argentina donde el español es la lengua dominante y coexiste con otras. En Chile el español y el mapuche se reconocen como lenguas cooficiales; en Bolivia, coexiste el amara; en Perú el quechua y en Argentina hay zonas de habla guaraní correntino, quichua santiagueño, mapuche, etc.
Algunos autores introducen la noción de conflicto asociado a la diglosia como una característica inherente a la misma, partiendo de la comprensión de que la diglosia implica una situación de dominación de una lengua sobre otra. Esta perspectiva surge de los sociolingüistas catalanes como reacción a lecturas estadounidenses (Boyer, 2009). Introduciendo la noción de violencia simbólica de Bourdieu, los catalanes denuncian que el bilingüismo social es una forma engañosa de designar una situación conflictiva, puesto que en una situación de dominación, el bilingüismo es desequilibrado, desigualitario y, lo más probable, es que sea el paso previo hacia un monolingüismo a favor de la lengua dominante.
De este modo se plantea otra clasificación: la diglosia conflictiva. Y el conflicto se puede resolver de dos maneras, con la sustitución, cuando la lengua dominante absorbe y subordina la lengua dominada llevándola a desaparecer, o con la normalización de la lengua dominada, cuando la comunidad dominada resiste y lucha por el desarrollo normal de su lengua.
El contacto de lenguas, de acuerdo a la explicación del sociolingüista H. Boyer,es un concepto amplio que refiere al contacto de dos o más lenguas en cualquier situación, desde comunidades bilingües hasta los contextos de enseñanza aprendizaje de lenguas extranjeras, pasando por las fronteras territoriales.
Las influencias ejercidas de unas lenguas sobre otras le darán a cada lengua su particular fisonomía, así es como toda lengua puede exhibir las huellas dejadas por su coexistencia con otras variedades.
El contacto de lenguas produce fenómenos lingüísticos tales como: interferencia, convergencia, calco y préstamo, sustitución de lengua, cambio o mezcla de códigos. La aproximación de dos sistemas diferentes y la difusión de los cambios dependen de factores sociales tales como las actitudes de los hablantes, y de la comunidad, el prestigio y el estigma de las lenguas, los dominios de cada una y las características de las situaciones comunicativas.
En la actualidad, varias constituciones de naciones latinoamericanas expresan que “las lenguas son libres e iguales en derechos”, tal como enuncia la Constitución de Paraguay de 1992 en sus artículos 140 y 77. En este sentido, algunos países le otorgan a las lenguas amerindias un estatuto de co-oficiales determinando el derecho a que dichas lenguas fueran introducidas en el sistema educativo en los lugares donde resultaba significativo el número de hablantes. Tal es el caso de Chile con el mapuche y de Bolivia con el quechua con el impulso de programas de Educación Intercultural Bilingüe.
La ideología política se ejerce a través de una vigilancia cultural, en un plan neutralizador, en el que juegan un importante rol los equipos de salud y educación.
Sin embargo, en la práctica, la lengua oficial continúa colocando en un lugar de subalternidad a las lenguas minoritarias, generando procesos de exclusión de sectores amplios de la población, llevando a diferencias marcadas que acentúan, a pesar del aparente progresismo, las diferencias sociales e imposibilitan la igualdad de oportunidades.
La ideología política se ejerce a través de una vigilancia cultural, en un plan neutralizador, en el que juegan un importante rol los equipos de salud y educación, así como otras instituciones como por ejemplo las militares en el ámbito de la seguridad nacional. Siguiendo a C. Curtis, aún en un contexto de creciente reivindicación de la diversidad, la dinámica de la minorización de “otras” lenguas, se perpetúa a través de prácticas varias que se despliegan en múltiples escenarios y desde diversos actores, con distintas intensidades de desprecio, que abarcan desde el desconocimiento deliberado hasta su estigmatización abierta.
La lengua como identitaria
Nuestro lenguaje constituye una característica esencial en tanto que distingue al ser humano de las demás especies. El lenguaje es fundamentalmente productor y portador de sentido a través de ideas, sentimientos, valores, ideales. Por esto, como señalan Lois, Enz y Mignoli, cuando hablamos, escribimos, informamos, estamos reforzando valores, modelos y estereotipos. La sociolingüística hispanoamericana sustenta como axioma que, en toda comunidad histórica, la actitud que asumen los hablantes ante su lengua es un campo de análisis apropiado para el conocimiento de la identidad individual y colectiva. En efecto, cada vez que un hablante utiliza su lengua materna lleva a cabo un acto social por el cual asume su ser en la sociedad de pertenencia, y un acto moral de autoestima de su si-mismo en ella o ante un eventual grupo de referencia. Así mismo, en un nivel local más reducido, a partir de las investigaciones previas, la lingüística sostiene que en comunidades más o menos pequeñas y en los barrios de las ciudades, la identidad local es una categoría que se acuña en el lenguaje.
La palabra “idioma” proviene de una raíz griega que significa “lo propio” de allí su vinculación con ideología y la idiosincrasia. En tal sentido, como señala Hachen, no hay nada más importante y constitutivo de la identidad que la propia lengua, lengua que, siendo un componente más del sistema cultural de cada pueblo, ocupa un papel privilegiado por su capacidad de simbolizar, interpretar, construir y comunicar. Todo individuo adviene a un mundo y se funda como sujeto a partir de esta capacidad y de su inscripción en un grupo social determinado. Estas formas de “decirnos”, de presentarnos ante los demás, de constituirnos en los otros de los otros, van trazando la trama de nuestra identidad y nuestra historia, identidad que se afirma en la diferencia e historia que se construye por un entrecruzamiento de voces que luchan por ser reconocidas en un acto permanente de narración. Respecto a la cultura, Bruner, citado por Hachen la define como una forma de vida y pensamiento que construimos, negociamos, institucionalizamos y que finalmente terminamos llamando realidad para reconfortarnos.
En la constitución de la identidad individual, podemos observar que un sujeto adviene como tal en la medida en que se inscribe en un discurso familiar, social y cultural que lo precede. Como ya nos indicó Luria, es la madre la encargada, en su función de enunciadora, de señalar el mundo externo al yo, de recortarlo como mundo externo. Es en y por el lenguaje que el hombre se identifica como sujeto. De aquí que la noción de sí mismo o “self” se ve sujeta a una transacción permanente con los otros.
Los fenómenos de simbolización y comunicación requieren de un abordaje psicosociocultural. Es necesario dar cuenta de la relación lengua-cultura-pensamiento porque “quien dice hombre, dice lenguaje y quien dice lenguaje dice sociedad”.
Para finalizar
Desde la perspectiva de la salud pública señalada y teniendo en cuenta que la migración es un tema de relevancia mundial con la perspectiva a futuro de que los movimientos migratorios se acrecienten, no solo son necesarias políticas públicas de integración por parte del Estado, sino también micropolíticas que posibiliten interrogarnos acerca de cómo realizamos nuestro trabajo, lo que implica poner en duda el sentido de nuestras respuestas, el saber que adquirimos, las reglas de la institución, a fin de incorporar otras perspectivas sobre la forma de abordar los procesos de salud enfermedad para poner en práctica la interculturalidad en salud.
A partir de estas afirmaciones sería interesante:
- Dimensionar la proporción de población escolar migrante o hijos de migrantes.
- Explorar la realidad lingüística de nuestros escolares migrantes o hijos de migrantes, sus habilidades y competencias lingüísticas y comunicativas.
- Identificar las estrategias de intervención que utiliza el equipo de salud con esta población, contemplando tensiones entre adecuaciones e inadecuaciones, y dentro de ellas entre naturalización y patologización
En el caso del sector de la salud, la atención de la población migrante plantea exigencias formativas no contempladas en la formación de grado, como así tampoco en la formación en servicio de los equipos de salud. Por ello, es necesario incluir en la formación de los recursos humanos en salud la reflexión sobre el eje salud-enfermedad-atención de estas poblaciones como una construcción sociocultural que incluye tanto al modelo y a los saberes médicos, como a otras racionalidades y saberes de distintos actores sociales.
· Ana E. Fuks ·
Fonoaudióloga. Magíster en Salud Pública. Integrante del Grupo de trabajo Salud y Migraciones CABA. Coordinadora General de Residencias y Concurrencias de Fonoaudiología, CABA. Docente e Investigadora, UBA.