Sabemos que las políticas neoliberales impactan negativamente sobre la salud de lxs trabajadorxs. Lo sabemos porque ya lo sufrimos en los ‘90 y desde ahí pudimos generar resistencia y lucha para transformar el malestar.
Lxs trabajadorxs de la educación hemos sido protagonistas principales en la resistencia y lucha contra el neoliberalismo en los ‘90 y esta lucha se reactualizó desde hace tres años a esta parte. Nos organizamos desde nuestros sindicatos, creando secretarías de salud laboral o de condiciones y medio ambiente de trabajo para el abordaje de estas problemáticas; lo hicimos también abriendo centros de salud sindicales y generando espacios de formación para delegadxs sindicales bajo la metodología de investigación/acción, la cual nos permite tener datos propios para proyectar políticas de carácter preventivo.
Nuestros cuerpos acusaron los golpes de esas políticas caracterizadas por una fuerte presencia estatal, manifestada a través de la ausencia en inversión para infraestructura escolar, recursos didácticos y programas socioeducativos para garantizar la escolaridad de cientos de miles de niñxs, jóvenes y adultxs de nuestra Patria. Es decir, un Estado que a través del corrimiento de sus responsabilidades, marcaba su territorio.
El deterioro de las condiciones materiales y subjetivas de trabajo va repercutiendo negativamente en la salud de lxs docentes, manifestándose en el incremento de licencias médicas por enfermedades de salud mental, osteomusculares, de la voz, entre otras. Asimismo, se está dando un incremento de los accidentes de trabajo. La muerte de lxs compañerxs Sandra y Rubén en la Escuela N°49 de Moreno por la explosión de una garrafa en el comedor de la escuela significó el punto más trágico que desnuda las políticas llevadas adelante por la Alianza Cambiemos.
Sabemos, también, que esta realidad puede ser transformada. Los reclamos del sector docente de los ‘90 fueron tenidos en cuenta y tuvieron respuestas durante los gobiernos de la década pasada. Hablamos de la Ley de Financiamiento Educativo que elevó el porcentaje del PBI para Educación; la Paritaria Nacional Docente que garantizaba un piso salarial para todxs lxs docentes del país; la Ley Nacional de Educación, de Educación Técnica, de Educación Sexual Integral; los programas socioeducativos; el Programa Conectar Igualdad y una larga lista de conquistas que garantizaban y ampliaban los derechos. Además el crecimiento de la inversión en infraestructura escolar tanto para refacción como para construcción de nuevas escuelas, mejoró ostensiblemente las condiciones de trabajo y de vida de lxs docentes a lo largo y ancho de nuestra Patria.
Sabemos que esta realidad puede ser transformada. Los reclamos del sector docente de los ‘90 fueron tenidos en cuenta y tuvieron respuestas durante los gobiernos de la década pasada.
Por eso, sabemos que otra realidad es posible. Este 2019 nos plantea un enorme desafío, que es lograr la unidad necesaria del campo popular para transformar esta realidad que nos enferma y mata.
Paulo Freire dijo que “las cosas no son así, están así y podemos transformarlas”, y esa enseñanza se nos hizo carne. Seguiremos luchando para que así sea. Nuestro presente como trabajadorxs es de lucha. Y “si el presente es de lucha”, no tenemos dudas que “el futuro será nuestro”.
· Daniel Couselo ·
Doctor en economía, ex ministro de economía de la nación y actual diputado nacional