Todo un símbolo

FOTOGRAFÍA: FERNANDO LÓPEZ

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El Ministerio de Salud dejó de ser Ministerio para convertirse en Secretaría de Estado. Aquí, un breve apunte sobre aquello que puede ser determinante en el camino hacia la reconstrucción de un sistema de salud justo, equitativo y al servicio del pueblo.

I. Giambattista Vico, filósofo italiano, señaló que la historia se mueve de un modo que llamó “Corsi e ricorsi”, entendiendo por tal a los ciclos, con progresos y regresos, adoptando formas de tragedias o farsas. Creemos útil recordar a este autor, en momentos como el presente, ya que tras mil días del gobierno de Mauricio Macri, y tras el reconocimiento de la crisis a la que condujo al país, en un mensaje grabado prometió “hablar desde el corazón” y anunció retenciones impositivas y cambios en su gobierno. En este contexto económico en picada, con un desgobierno evidente, con sufrimientos increíbles de la población argentina, el presidente Macri efectuó anuncios de medidas destinadas a terminar con el déficit primario, creyendo así que el Fondo Monetario Internacional le daría el visto bueno para ampliar el ya lesivo y condicionado auxilio a la economía Argentina. Se tomó la medida de recortar el número de Ministerios de veintitrés a once, se efectuaron recortes al presupuesto y todo hace suponer que estas decisiones llevarán a la disminución de empleados públicos, al debilitamiento de las capacidades técnicas del Estado y a la anemia de programas y servicios; todo en aras del déficit cero. El caso del campo de salud, emparentado con el de trabajo, educación, de la ciencia y técnica, cultura y del desarrollo social, tiene particular valor simbólico: hablamos de la enfermedad, de la muerte, de los cuidados.

II. Creemos que poco podremos agregar a los diagnósticos que presagian, ya analizando globalmente o por sus aspectos políticos o económicos, nuevos sufrimientos a la sociedad argentina. Estos se expresarán en materia de pérdida de la salud o descuido de las enfermedades crónicas, etc. Recordamos los aumentos de los suicidios en la crisis del 2001, o que la primera causa de internación fue el abandono de tratamientos, que conducían a las complicaciones de las enfermedades más extendidas como diabetes o hipertensión. En esta situación, es previsible la crisis de los sistemas y servicios de salud y la sobrecarga del sector público. Es muy valorable el esfuerzo de Soberanía Sanitaria, que a través de sus informes, ha puesto en blanco sobre negro las graves situaciones que viene creando la retirada del Estado, en particular del Ministerio de Salud. Todo lo que se haga por registrar, analizar y colocar en la agenda pública las consecuencias del período neoliberal macrista será de un valor elevadísimo en el próximo curso de los acontecimientos. También incluiríamos en esta tarea la recuperación de la experiencia histórica y de luchas por el derecho a la salud, nacionales e internacionales, en especial en América Latina.

III. Creemos necesario ir preparando un período de reconstrucción del campo sanitario tras esta farsa o tragedia, o ambas. La experiencia humana de lucha contra la adversidad es muy vasta; en Londres, bajo los bombardeos nazis, disminuyó la mortalidad y aumentó el peso de los niños al nacer. En El Salvador, en medio de una atroz guerra civil, en las zonas guerrilleras disminuyó la mortalidad infantil. Hay mucha evidencia de que los esfuerzos humanos para cuidar la salud obtienen resultados sorprendentes. Por ello y para tal fin proponemos poner en discusión los siguientes tópicos:

· Sistema: es urgente ubicar en la agenda política la necesidad de una reforma sanitaria progresiva y centrada en las ideas de salud como derecho humano, en la equidad, en un acceso facilitado, oportuno y con participación de la ciudadanía. Sabemos que los sistemas únicos son mejores, menos onerosos para la población que los sustenta y más poderosos para enfrentar la desenfrenada pulsión de lucro que anima a los actores económicos, muchos de ellos multinacionales y que se han transformado en los que en realidad dirigen y digitan en su beneficio los servicios de salud. Terminar con la fragmentación y la inequidad en salud es una bandera ineludible para la recuperación de la justicia social. Todos los puentes que se puedan tender con los actores del subsector público (nacional, provincial o municipal) y de las obras sociales (Pami, OS Provinciales y OS Sindicales) serán centrales en toda reconstrucción que tienda a torcer el rumbo de colisión que llevamos. Es una demanda también poder dar por terminada la orientación bancomundialista de la CUS (Cobertura Universal de la Salud), que conduce a un aumento de la mercantilización sanitaria (como demuestra la experiencia colombiana).

· Medicamentos y tecnología: el gasto en medicamentos y tecnologías, usados con creciente irracionalidad, conducen a una crisis del financiamiento del sistema de salud. A partir del reconocimiento de que el acceso a medicamentos y tecnología es un derecho, se debe debatir la forma en que su uso apunte a una racionalidad estrictamente centrada en el beneficio para la salud. Hay que desterrar los ensañamientos terapéuticos, los usos irracionales y sobre todo las corruptelas que rodean las actuales prácticas prescriptivas. Resulta imprescindible tender hacia un oligopsonio estatal en las compras y a la drástica disminución de los “gastos de bolsillo”. Todo ello no puede ocurrir sin la participación consciente de los prescriptores.

· Participación popular: es una herramienta fundamental para las transformaciones; la vasta experiencia de lucha y de organización del pueblo argentino debe ser capitalizada para el trabajo en salud. La experiencia latinoamericana en materia de participación, en especial la de Brasil, debe ser aprovechada, (nos referimos a la existencia de consejos de salud en cada municipio, Estado, y a nivel nacional; así como la realización periódica de las conferencias Nacionales de Salud, precedidas de amplísimos debates).

· Desinstitucionalización: bregar por un progresivo pero veloz cierre de las “instituciones asilares” y su substitución por cuidados comunitarios y familiares, mano de obra intensivos y remunerados.

· Gestión de los servicios: incentivar la participación comunitaria y de los trabajadores de los sistemas y servicios de salud, en una nueva tecnología de conducción democrática y humanizada. Acabar con las trabas en el acceso (colas, auditorías absurdas, autorizaciones, etc.)

· Interculturalidad: un shock de respeto al otro, en una sociedad democrática, redundará en un fuerte impulso a la salud. El respeto por el género, por la diversidad de opciones sexuales, por la cultura de pertenencia de los pueblos originarios y migrantes. Ninguna visión, ninguna comunidad o persona deben sobrar en los esfuerzos por la reconstrucción de una patria justa y solidaria.

Todos los puentes que se puedan tender con el subsector público y las obras sociales serán centrales para la reconstrucción. Es clave también dar por terminada la orientación bancomundialista de Cobertura Universal de la Salud, que conduce a un aumento de la mercantilización sanitaria.

 

· Equidad y acceso: poner al sistema de salud en capacidad de brindar lo que la ciencia y los conocimientos vigentes brindan al ser humano para cuidar su salud, recuperarse de las enfermedades, y aplicar toda la tecnología existente en materia de promoción, prevención y rehabilitación; recuperar el concepto de Estrategia de Atención Primaria de la salud y de Salud para Todos.

· Riesgos del trabajo: la inadmisible Ley de Riesgos del Trabajo, vigente desde 1996, ha puesto de manifiesto lo desafortunado de darle a la llamada “industria del seguro” algún aspecto del cuidado de la salud. Debemos incentivar un gran debate sobre la salud laboral que permita recuperar y aprovechar todos los conocimientos de los trabajadores en materia de promoción y prevención; revisando los criterios de asistencia y los derechos en juego en las secuelas de las enfermedades y accidentes del trabajo. El Listado de Enfermedades Profesionales debe ser radicalmente reformulado a la luz de los conocimientos actuales, incluidos los de salud mental. Los criterios de evaluación de las secuelas y sus resarcimientos también deben reformularse con participación de las organizaciones profesionales. Tiene también que ser prioridad la inclusión de los trabajadores de la economía informal (mal llamada en negro), hoy fuera de todo reconocimiento de derechos.

IV. Mientras tanto, toda la solidaridad del campo popular debe manifestarse en cuidados, en organización, demostrando desde abajo hacia arriba que otras prácticas de salud, humanas, sensibles al dolor y a las necesidades del prójimo son posibles, deseables y que obtienen resultados. Por ahora, mientras no se pueda poner el Estado al servicio del pueblo, será el pueblo quien manifieste sus reservas para minimizar sus sufrimientos y legitimar su aspiración política a una vida mejor. Los trabajadores de la salud debemos ponernos al servicio de esta gran movilización de resistencia en defensa de la vida de nuestra población. En tanto ir preparando creativa y democráticamente los cambios ascendentes que reflejen y den respuestas a las necesidades populares. Recuperar el espíritu de de Eva en su planteo de “… donde hay una necesidad hay un derecho…”, la gran capacidad conceptual y práctica del hoy agraviado Ramón Carrillo, y de todas la contribuciones sanitarias, será un acontecimiento social por el que bien vale la pena lucha.

 

· Juan Ángel Canella y Giglio Salvador Prado ·

Bioquímico y coordinador de ALAMES Argentina / Médico y ex coordinador de ALAMES Argentina.

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