“El sistema de seguridad social debe ampliarse progresivamente”

  • Twitter
  • Facebook

Una mirada desde la política sobre la salud de los trabajadores y el papel de las aseguradoras de riesgo en nuestro país. En esta entrevista, Carlos Tomada habla de las perspectivas de futuro, los temas pendientes, la correlación de fuerzas y la elaboración de estrategias a largo plazo. El rol de los sindicatos, el Estado y la Asignación Universal por Hijo.

¿Por qué cree que está separado el Sistema de Riesgos del Trabajo de la atención de la salud del trabajador y su familia?

No sé si hubo alguna razón específica, me parece que tiene que ver con cómo se construyó el sistema de seguridad social en Argentina, cuáles fueron las sucesivas capas o etapas de conformación del sistema y que en realidad son aspectos diferentes. Inicialmente el sistema de salud era totalmente público. Quizás, no le damos suficiente dimensión porque nos hemos criados todos en un sistema de salud pública que para bien o para mal, con déficit y con enormes virtudes, en la Argentina todo el mundo tiene acceso a la salud pública. Con el correr de los años, pasamos a tener un sistema mixto, con tres subsistemas de salud que se ordenan según el financiamiento y la institucionalidad. La salud pública se financia con recursos del presupuesto, la privada con el sistema de aporte privado, en principio, y el de seguridad social de los trabajadores y trabajadoras se financia con los aportes de empleadores y trabajadores.

Nos hemos criados todos en un sistema de salud publica que para bien o para mal, con deficit y con enormes virtudes, en la Argentina todo el mundo tiene acceso a la salud publica.”

 

En los últimos años se fueron dando cambios: en un primer momento el subsistema de las obras sociales tenía efectores propios y luego pasó a subcontratar efectores del sistema privado, cuando no usa el sistema público. Esta evolución estuvo dentro de los temas propios de las políticas de salud, o sea, la competencia natural formaba parte del quehacer de las políticas públicas sanitarias. El sistema de seguridad social en la Argentina nació de la mano del trabajo, vinculado al hecho del trabajo, del sistema de jubilación, del sistema de accidentes del trabajo, sea con el sistema que funcionaba antes o actualmente con el sistema de riesgos del trabajo. Cuando aparece, es casi una respuesta dada desde la seguridad social. Lo que fue pasando es que los hechos vinculados al trabajo -jubilación, asignaciones familiares y sistema de riegos del trabajo- pertenecieran al campo de la seguridad social vinculada al trabajo. Ahí está, en principio, la explicación de por qué están en ministerios distintos, porque el origen es distinto, uno viene de la salud y el otro viene del trabajo. Que ambos tengan luego puntos en común en relación a la seguridad social es otra cosa.

Junto con la fragmentación del sistema de salud se incluyen las diferencias en las competencias de la obra social y la aseguradora de riesgo de trabajo (ART)…

Creo que el elemento nuevo es la aparición de un fuerte nivel de informalidad laboral. La aparición del sistema de riesgos del trabajo, que si se mira es más o menos reciente, tiene un punto de tensión con el sistema de obra de sociales. Eso se puede resolver. El sistema de riesgos del trabajo planteaba la generación de efectores propios, pero luego de eso, ya hubo en nuestro tiempo acuerdos donde la propia obra social se hacía cargo de la atención y los costos por los problemas con las ART; creo que efectivamente es un problema pero me parece de segundo orden en el sentido de que no es estructural. Tampoco me parece que esta fragmentación de salud y trabajo sea en efecto la fragmentación que preocupa, podría ser que esté mal organizada. No me animo a decir cuál debe ser la solución al tema de los tres subsistemas. Creo que debería haber una instancia superadora, pero creo que el sistema de obra sociales fue y es un buen sistema que hay que mantenerlo, pero cien veces más regulado por el Estado. El desafío más grande es ver cómo encontramos una regulación que eficientice el  dinero que se invierte en salud, que no nos rinde, pero que es mucho.

¿Cómo ve hoy el rol de la seguridad social?

Primero voy a hacer una reflexión como si la Argentina estuviera fuera del mundo. Yo creo que la seguridad social en nuestro país debe evolucionar y fortalecer sus principios reconocidos de universalidad, igualdad y solidaridad. Por ejemplo, creo que una extraordinaria medida, elogiada por todos, como la Asignación Universal por Hijo (AUH), es una expresión del rumbo que para mí tiene que seguir la seguridad social. Hoy la seguridad social en la Argentina se financia en un 50% con aportes de los trabajadores y empleadores y el otro 50% con impuestos generales que pagamos todos. Por lo tanto, la respuesta que tiene que dar el sistema tiene que ir para los jubilados, los trabajadores activos, pero también tiene que plantearse la universalidad porque se financia con la plata de todos. La AUH es un complemento de la asignación familiar que cobran los trabajadores en relación de dependencia, que se extiende sobre los trabajadores desocupados y no registrados, para universalizar el acceso a ese derecho. Me parece que en general el sistema de seguridad social en la Argentina debe ir ampliándose progresivamente en términos de universalidad de las prestaciones y de solidaridad intergeneracional, esa es la dirección que falta todavía. Pero, ¿por qué dije que corro a la Argentina del contexto? Porque en realidad estamos yendo en sentido inverso. Esto presupone dos elementos fundamentales de los cuales partíamos a la hora del despliegue de nuestras políticas públicas. Nosotros planteamos el eje en una sociedad del trabajo, en un pleno empleo y esto completa el circuito, pero además nosotros planteamos lo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) llama la noción de trabajo decente, que es trabajo con protección social, con remuneración y salud en el trabajo. Como enseñó mi primer Secretario de Seguridad Social, Alfredo Montegran, el primer paso para fortalecer un sistema de seguridad social es combatir el trabajo no registrado y todas las formas de informalidad y, por lo tanto, todos aquellos que alienten la rebaja masiva de cargas patronales y contribuciones de los trabajadores en realidad lo que tienen que confesar es que están conspirando contra un sistema de seguridad social inclusivo, como hace el gobierno actual.

“El sistema de obra sociales fue y es un buen sistema que hay que mantenerlo, pero cien veces mas regulado por el Estado.”

 

En el proyecto político al que usted pertenece, ¿la AUH estaba destinada a desaparecer si llegábamos al pleno empleo?

Eso lo dijo la presidenta en su discurso, en parte porque ella piensa en una sociedad de pleno empleo, nos hemos formado así, si todos van a tener trabajo, esto sería de esta manera. Sin embargo, la realidad es que no todos van a tener trabajo, el mundo va en otra dirección.

Yo sigo creyendo en una sociedad de pleno empleo pero si hoy una sociedad así implica 5% de desocupación, nosotros algo tenemos que hacer. También algo tenemos que hacer con los mayores de 70 años. Para nosotros, esta es la universalidad.

¿Por qué no fue posible regular la Ley de Riesgos del Trabajo o pasarla a un sistema sin fines de lucro?

Cuando tuvimos la responsabilidad de la gestión, en primer lugar, nos preocupamos por el trabajo no registrado y la creación de empleo. Esas fueron nuestras prioridades fundamentales. También había otros temas entre líneas, como por ejemplo, una reforma laboral porque todas las que habían existido en la Argentina habían sido con pérdidas de derechos para los trabajadores. Meterte con la idea de una reforma laboral convocaba a los fantasmas de la flexibilización laboral. Por lo tanto, ni la presidenta ni nosotros queríamos oír de reformas laborales. Lo único que hicimos fue derogar la ley Banelco y sustituirla en los mismos temas, más o menos, con la mirada de respeto a los principios que defendemos. A mí a veces me sorprenden algunas lecturas sobre lo que nosotros podíamos hacer o deberíamos haber hecho. Puedo hacer una lista de todo lo que quedó pendiente por hacer porque son cosas concretas, pero el tema es que parece como si nosotros hubiéramos bajado de la Sierra Maestra y la correlación de fuerzas hubiera sido favorable a la implantación plena de nuestro modelo. Por poner un solo ejemplo: mencionar la palabra Estado en el 2003 llamaba la atención. Ahora todo el mundo habla de esto, hasta Macri habla del Estado. En el año ‘98 nos reunimos en lo que fue el Grupo Calafate, que es como un origen lejano del kirchnerismo, y me acuerdo que el documento que salió de ahí se llamaba “Hay una Argentina que espera” y el punto uno era “Papel del Estado”. Hablábamos del papel del Estado como si estuviéramos en la clandestinidad. Cuando nosotros empezamos tuvimos que plantear la batalla cultural para que entrara otra terminología y para que fuera aceptada. No teníamos la fuerza como para decir mandamos un proyecto de ley y sale, después sí lo tuvimos. El tema de fondo no es sacarla en el parlamento sino lograr cierto apoyo colectivo, lo más amplio posible. El apoyo de los trabajadores fue de a poco, sobretodo porque había pocos, los sindicatos venían de un estado de debilidad de los ‘90 que fue inmenso. Estamos hablando de todo un escenario que en realidad empieza a aparecer en 2006, 2007, 2008, se acababa de construir y no estaba consolidado. Por eso, cada una de las decisiones que se tomaban era una puja muy grande con el otro sector. Una de las razones por la que no se avanzó más en el sistema de riesgos del trabajo se explica por esto mismo. No era el momento de avanzar sobre este sistema. Sí era el momento de fortalecer la cobertura, de extenderla y llegó a casi 9 millones y medio de personas. Se duplicó, cuando llegamos era de 4 millones. Se buscó un sistema reparatorio menos mezquino. Hoy el sistema, en términos de reparación de daño, es irreprochable, la industria del juicio de la que se habla no tiene que ver con el monto, que antes sí era un factor determinante. La otra cosa que hicimos desde la Superintendencia de Riesgos del Trabajo fue estimular una política de prevención, que en la Argentina se incorpore la idea de la prevención, que era escasa o inexistente. Y en tercer lugar, lo que hicimos fue recoger la mayoría de las tachas de inconstitucionalidad que había determinado la Corte Suprema de Justicia y darle una respuesta. Seguramente más adelante nos hubiéramos encargado de este sistema como lo hicimos con las AFJP y tantas otras cosas.

“Puedo hacer una lista de todo lo que quedo pendiente por hacer porque son cosas concretas, pero el tema es que parece como si nosotros hubieramos bajado de la Sierra Maestra y la correlacion de fuerzas hubiera sido favorable a la implantacion plena de nuestro modelo.”

 

¿Cuál es su opinión sobre el rol de los trabajadores de la salud en este contexto?

El sector de salud tiene una representación sindical muy heterogénea, como característica fuerte se ve la aparición de sindicatos de médicos y de otros profesionales con una presencia muy activa, sobre todo en el sector público. En el privado también aparecieron como una novedad, no había previamente dos o tres sindicatos de médicos de la actividad privada. Esto a su vez forma parte de un proceso general de sindicalización de sectores medios que se dio en estos doce años. Psicólogos, abogados, en fin, muchos sectores profesionales. En el caso de la salud, dado el protagonismo que tienen los médicos en el sector, su sindicalización en el ámbito público y su proactividad es uno de los datos a señalar. El otro elemento, que yo nunca le he encontrado una explicación pero advierto como un tema significativo, es que a diferencia de lo que pasa con la educación, los gremios de la salud no son interlocutores importantes del ministro del área, no digo solamente que no negocian paritarias como sí pasa con los docentes. Tampoco tienen una interlocución gravitante en el sentido de incidir en las políticas públicas, de intervenir en el diseño, o como interlocutores de los ministros de salud de las distintas jurisdicciones o de la Nación. La postura de los gremios docentes respecto al problema de la defensa de la educación pública es clara, son militantes activos. Podemos pensar que incide el peso de la actividad privada en el sector de la salud que es mayor que el de la educación privada, el nivel de informalidad es otro dato. Nosotros habíamos empezado con algunas cosas, ahí tenemos entonces una carencia. Me parece que una de las cosas hacia adelante, una de las cosas que buscaría, sería inducir una mayor toma de posición por parte de los sindicatos en el tema de las políticas públicas de salud. La mayoría de los gremios -por no decir todos- tienen un diagnóstico y un objetivo en el sector de actividad en el que están, por ejemplo, los trabajadores metalúrgicos defienden la industria y se movilizan por la industria. En el sector enfermería que es uno de los sectores que más se puede recortar como con una identidad propia porque son separados de todo el resto de los trabajadores de la salud y a su vez están a mitad de camino de los gremios profesionales, hay una disputa, ahí apareció una multiplicidad de gremios que se planteaban representar a ese sector con suertes diversas, ninguno ha obtenido personería pero sí inscripción, por lo cual la centralidad la tienen SANIDAD por un lado y ATE por el otro.

 

· Carlos Tomada ·

Ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social entre 2003 y 2015. Jefe del Bloque del Frente para la Victoria en la Legislatura porteña. Director del Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD) de la UNSAM.

Dejá un comentario

Tu email no será publicado.